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Informar desde China ha sido un desafío durante mucho tiempo, pero con el país en el epicentro de una pandemia, el control de la información y la censura parecen estar en aumento, dijo Linda Lew, periodista del South China Morning Post de Hong Kong durante un seminario web de ICFJ.
"Siento que el control de la información se está volviendo cada vez más estricto", dijo.
Lew ha trabajado sobre la crisis sanitaria desde enero, cuando voló a Wuhan para cubrir el brote, entonces conocido solo como un tipo de "neumonía viral". Después de llegar a un hospital local, rápidamente llamó la atención de un funcionario de propaganda, que la acompañó a una estación de policía cercana. Allí, las autoridades la obligaron a borrar sus fotos y notas de su teléfono, tomaron su información personal y le advirtieron que no volviera al hospital, relató.
"Esa es solo una muestra de lo difícil que es tener acceso a la información y a las personas", dijo Lew a la presidenta de ICFJ, Joyce Barnathan, quien fue la anfitriona de la sesión online Lecciones aprendidas al cubrir la pandemia.
Es extremadamente arriesgado que las fuentes chinas hablen, dijo. “Numerosos activistas y académicos en China que solicitaron información o señalaron a los responsables del mal manejo temprano del coronavirus han sido detenidos".
“También hemos tenido el caso realmente preocupante de un grupo de voluntarios que mantenían una base de datos en GitHub para preservar información confidencial. Ellos también fueron detenidos”, contó. "Todos estos eventos marcan una tendencia preocupante de intensificación de la censura".
Al comienzo de la pandemia, dijo, ni siquiera la Organización Mundial de la Salud estaba poniendo en discusión los limitados datos que China estaba dispuesta a compartir.
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Los científicos suelen tener miedo a hablar con los periodistas, dijo, especialmente en asuntos que podrían revelar una mala gestión por parte del gobierno. Y con buenos motivos. Después de que un laboratorio de Shanghai aislara y secuenciara el genoma del nuevo coronavirus para compartirlo con el mundo, el gobierno chino cerró el laboratorio. "No tenemos ninguna explicación oficial de las autoridades, por lo que no podemos decirlo con certeza, pero es muy probable que el cierre esté relacionado con su investigación sobre el virus".
"Esto fue muy importante porque una vez que esta secuencia estuvo disponible, los científicos de todos los demás países pueden estudiarla y hacer pruebas de diagnóstico basadas en ella para realizar pruebas en sus propios países", explicó.
A pesar de las dificultades, dijo que algunos periodistas en China continental "han hecho un trabajo impresionante descubriendo lo que sucedió detrás del escenario del coronavirus, desde documentar el trabajo de los profesionales de la salud en la primera línea, hasta historias de pacientes y sus familias y cómo lidiaron con la tragedia".
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El público también ha mostrado que quiere información. Después de que los censores eliminaran del internet chino una historia sobre el médico de Wuhan, Ai Fen, los lectores chinos tradujeron la historia a docenas de idiomas y luego republicaron versiones de la original en la popular plataforma de redes sociales WeChat.
"Hacer que esa historia reapareciera en internet en China fue como una carrera de relevos", dijo Lew. "Fue muy ingenioso, y creo que el público le mostró al gobierno y al mundo que no van a dejar que la censura intente privarlos de intentar saber la verdad".
Para superar la falta de acceso, Lew trabaja por teléfono, busca pistas en redes sociales, y luego hace todo lo posible para verificar la información. La verificación no es sencilla. Después de ver menciones en las redes acerca de que el gobierno había disuelto grupos de chat que habían hablado sobre un brote en una prisión en el norte de China, se puso en contacto con personas del área que le dieron información sobre la situación. Sin embargo, las autoridades aún no confirmaron la historia, por lo que solo pudo dar todos los detalles después de que el gobierno publicara la información.
Además de negarse a confirmar informaciones, el gobierno también niega hechos. "Es muy difícil tratar de separar lo que el gobierno puede decir que es falso y lo que en realidad es desinformación online", contó la periodista.
En ese entorno, el periodismo juega un papel importante. "Creo que los principios del periodismo son más necesarios que nunca", dijo. "Cada vez que escribo sobre alguna nueva afirmación o algún nuevo estudio científico, tengo que hablar con varios científicos para que me den su opinión", dijo. "Necesitas verificar, verificar y verificar".
El hecho de que el gobierno de Trump diga que el virus nació en un laboratorio chino podría socavar los esfuerzos para responsabilizar a China por el mal manejo del brote de COVID-19, sostuvo. “No veo ninguna ventaja en esa afirmación, en absoluto. Entiendo por qué Estados Unidos hace eso, pero creo que van por el camino equivocado".
Si bien China cometió errores, "tales acusaciones infundadas evitan que el gobierno chino rinda cuentas legítimamente". Ella ha entrevistado a varios científicos estadounidenses y de otros países que han trabajado en ese laboratorio, el Instituto de Virología de Wuhan. "Piensan que las acusaciones carecen por completo de sustento, y han confirmado los estándares de seguridad del Instituto", dijo.
En el futuro, es probable que la situación no sea más fácil, pero tanto ella como sus colegas están trabajando duro para descubrir exactamente lo que el gobierno chino sabía sobre el virus y su origen, concluyó.
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Imagen con licencia Creative Commons en Unsplash, vía Clay Banks.