La situación del periodismo se degrada en Etiopía

Feb 9, 2025 en Libertad de prensa
Bandera de Etiopía

En los últimos años, decenas de periodistas etíopes han sido encarcelados para silenciar su labor informativa.

Las autoridades del país detuvieron al menos a 92 trabajadores de los medios entre 2019 y 2024, una cifra que va en aumento mientras los periodistas cubren el conflicto en curso en la región de Amhara, basándose en supuestos "vínculos con las fuerzas rebeldes o [justificando] su detención con leyes sobre el estado de emergencia", de acuerdo con un informe de 2024 del Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ).

El documento denuncia que los periodistas quedan detenidos en prisiones no oficiales y campos militares, recluidos en condiciones deplorables "sin supervisión judicial, acceso a la familia o asesoramiento legal". Etiopía fue el segundo país que más periodistas encarceló en el África subsahariana en 2024, después de Eritrea.

Además, Reporteros sin Fronteras ha documentado varios casos de periodistas asesinados en el ejercicio de su profesión. En enero de 2021, por ejemplo, el periodista de Tigray TV Dawit Kebede Araya y su amigo murieron tras recibir disparos en un incidente del que, según el Consejo de Derechos Humanos de Etiopía, fueron responsables fuerzas de seguridad gubernamentales no especificadas.

Hablé con dos periodistas que actualmente se encuentran recluidos en una prisión de Addis Abeba, a la espera del juicio y temiendo por sus vidas.

En prisión

El actual gobierno del primer ministro Abiy Ahmed comenzó a detener periodistas durante el conflicto de Tigray en 2020-22, explica Dawit Tadesse, miembro de la Asociación Etíope de Profesionales de los Medios de Comunicación, quien se desempeñaba como redactor jefe de una publicación llamada Tefeh, cuyas operaciones fueron suspendidas por el gobierno.

Mientras las Fuerzas de Defensa Nacional se enfrentaban al paramilitar Frente de Liberación del Pueblo Tigrayano, también antiguo partido gobernante del país, las autoridades federales detuvieron arbitrariamente a periodistas que informaban sobre la guerra, cuenta Tadesse: "Cinco de mis amigos fueron detenidos. Dos de ellos siguen en la cárcel y otros se exiliaron".

Durante el conflicto de Tigray, una facción etnonacionalista conocida como los Fano luchó junto al gobierno federal en una efímera alianza. Sin embargo, tras la firma de un acuerdo de paz, las tensiones entre ambas facciones siguieron latentes y, en agosto de 2023, estalló el conflicto en la región de Amhara.

"Temíamos que la medida del Estado de disolver las milicias Fano desencadenara otra guerra y, cuando escribí al respecto, fui detenido y encarcelado", dice Tarif Andualem*, quien también había criticado la administración gubernamental de la región de Amhara y cuestionado el planteo del primer ministro Ahmed sobre el desmantelamiento de las Fano. Su identidad como amhara, el grupo étnico originario de la región, era un motivo extra para estar en la mira de las autoridades estatales.

Andualem lleva más de un año en la cárcel y está preocupado por la seguridad de su familia y por no poder protegerla. No confía en el sistema judicial. "Los tribunales se han politizado", dice. Y aunque lo pusieran en libertad, Andualem tendría que irse a otro país. "No puedo quedarme en Etiopía mientras el Primer Ministro Abiy siga en el poder. Antes vivía en Addis Abeba, pero tuve que mudarme a otra ciudad porque no me sentía seguro", cuenta.

Su historia no es única. El acoso, la detención ilegal, el exilio y el silenciamiento de los periodistas que se atreven a informar sobre el conflicto se han convertido en algo habitual.

George Mengistu*, autor y traductor, fue detenido hace 10 meses, acusado de ser simpatizante de los Fano por su cobertura de los crímenes de guerra en el conflicto.

"Abiy está cometiendo las mismas atrocidades que cometió en Tigray, pero no quiere que la prensa informe sobre tema. Han habido ataques con drones contra civiles y su ejército ha violado a miles de mujeres. Lo que está ocurriendo es una limpieza étnica", afirma Mengistu, actualmente en espera de juicio.

Protecciones deterioradas

La Proclamación etíope sobre los Medios de Comunicación Masiva aprobada en 2021 protege contra la detención arbitraria de periodistas, la censura y el cierre indebido de medios por parte de las autoridades estatales. Sin embargo, el gobierno federal ha sido acusado de utilizar estas mismas técnicas para reprimir la libertad de prensa y las voces críticas.

Mulatu Alemayehu Moges, experiodista y profesor asociado de Periodismo y Comunicación en la Universidad de Oslomet, en Noruega, explica que, aunque el primer ministro Ahmed suavizó inicialmente las restricciones a la prensa tras asumir el poder en 2018 —lo que propició la aparición de nuevos medios y una libertad de expresión más expandida—, la luna de miel no duró mucho.

"La ley de medios de 2021 es estupenda, pero en la práctica el gobierno la desaprobó. Basta decir que en 2022 nombró a la junta de la Autoridad Etíope de Medios de Comunicación (EMA) con algunos de los miembros del partido gobernante", señala.

Este nombramiento infringía la Proclamación, que prohíbe a empleados y miembros de partidos políticos formar parte del consejo. La ley también exige transparencia y participación pública en el proceso. No obstante, el Parlamento etíope, controlado por el partido del Primer Ministro, aprobó los nombramientos.

Alemayehu dejó Etiopía en 2023 tras el acoso de las autoridades federales. Saquearon su casa, confiscaron sus computadoras y otros equipos de trabajo, y lo sometieron a un angustioso interrogatorio. Sabía que su estancia en el país había llegado a su fin. "Nunca estaba tranquilo, porque me vigilaban. Quedarme no era una opción; sabía que mi familia no iba a estar segura", dice.

La intimidación y el acoso ha obligado a profesionales como Alemayehu a autocensurarse y, en algunos casos, a huir del país, como tuvo que hacer él. Algunos periodistas exiliados siguen recibiendo amenazas de las autoridades federales, añade. Uno de sus colegas recibió mensajes de texto conminándolo a dejar de denunciar lo que ocurre en el país o criticar al gobierno, bajo la amenaza de secuestrar a su familia.

"Sin una gobernanza democrática, no hay esperanzas de que el entorno de los medios mejore en el corto plazo, a menos que el gobierno cambie su forma de administrar", dice Tadesse. "Etiopía se ha convertido en el escenario de un espectáculo unipersonal, y Abiy es quien dirige el juego. Solo él puede cambiar esta situación".


*Los entrevistados prefieren no dar sus nombres reales.

Esta cobertura fue posible gracias a una subvención del Institute for War and Peace Reporting.

Foto vía Pexels por Kelly.