“Las noticias falsas están pensadas con una lógica de marketing y el periodismo no”, dice Gustavo Arias, periodista y editor de No Coma Cuento, la sección de fact-checking del periódico La Nación, de Costa Rica.
Esta iniciativa, que empezó como un proyecto incipiente en medio de un periodo político convulso, fue seleccionada por Google de entre 300 postulaciones en América Latina y recibió un impulso de US$100.000.
El respaldo llegó en un momento donde las noticias falsas se multiplicaron en forma de pomadas milagrosas, remedios mágicos y sustancias para prevenir el COVID-19.
“Al inicio de la pandemia había mucha desinformación ligada al miedo y al no saber qué está pasando con la enfermedad. En marzo había muchos fakes sobre las curas naturales del coronavirus. Luego evolucionó a un periodo ligado a la xenofobia. Salían fotos falsas de supuestos nicaragüenses entrando a Costa Rica y se decía que Daniel Ortega estaba enviando enfermos de coronavirus al país”, comentó.
No Coma Cuento se alió con otros medios de la región en la plataforma LatAm Chequea, un esfuerzo comandado por el medio argentino Chequeado que reúne a una treintena de pequeñas redacciones latinoamericanas contra la desinformación.
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Animal Político (México), Colombia Check, Ojo Público (Perú) y otros medios intercambian conocimientos y encuentran similitudes en los operadores de noticias falsas. Inclusive, esta alianza les permite “reciclar” chequeos.
“La red nos ha permitido colaboraciones para temas específicos. En la zona costera norte decían que estaban arrojando muertos al mar en Ecuador y eso estaba contaminando con COVID-19 el mar de Perú. Contactamos a Ecuador Chequea y nuestros colegas ya habían hecho ese trabajo. Esas eran imágenes de un naufragio en las costas de Libia de hace varios años, sobre africanos que murieron lamentablemente. Gracias a la red pudimos hacer esta verificación muy rápido”, dijo David Hidalgo, director de Ojo Público.
Chequeos traducidos a lenguas indígenas
Al equipo de Hidalgo la pandemia le ha servido para experimentar y adaptarse. Ante la alta cantidad de población indígena que vive en Perú, los periodistas de Ojo Público comenzaron a notar que a esos grupos no les estaba llegando la información necesaria.
“Nos hicieron ver que había una gran parte de población vulnerable sin acceso a esta información, no tenían acceso a servicios de salud cercano. Es gente que tiene que desplazarse unas 12 horas para ir a un médico”, relató Hidalgo.
De acuerdo con el director de Ojo Público, la única manera de llevar información a esos pueblos era por medio de un altoparlante, a través de un USB portátil.
Según Hidalgo, la pertenencia cultural y el arraigo a la medicina natural son algunas de las discusiones pendientes para brindar información sin herir las susceptibilidades de estos grupos.
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“Nuestras primeras publicaciones hablaban de productos que no curaban el COVID-19. En algunas regiones no llegan ciertas medicinas. Era difícil decirles: ‘el producto que estás usando no cura el COVID-19, cuando es la única opción que tienen para aliviar al menos algunos síntomas. Había que manejar un poco ese discurso para no ser el medio centralista que trata de dictar a las comunidades; hay que respetar también su saber. Estamos trabajando para encontrar la mejor manera de comunicar esto”, dijo.
El audio y la ilustración
Los formatos son parte de los desafíos que enfrentan los verificadores de datos. El periodista Maximiliano Manzoni, del medio paraguayo El Surti, le apuesta a la parte gráfica para que sus contenidos puedan competir con la desinformación.
Manzoni afirma que la redacción de El Surti tomó la decisión de abocarse exclusivamente a la cobertura de la pandemia.
“Empezamos a hacer un podcast diario o semanal donde hacíamos las verificaciones de información. Los audios de WhatsApp eran los principales modos para transmitir desinformación, entonces un audio de WhatsApp era la mejor forma para desmentirla. Decidimos explorar un formato de WhatsApp ágil que le dijera a la gente ‘vení y exploramos juntos'’. Sin juzgar tanto a la gente, entendiendo que la vorágine de la desinformación es por el miedo a algo desconocido”, explicó.
El Surti mantiene un grupo de WhatsApp con unos 5.000 suscriptores, quienes a diario les remiten informaciones con el fin de averiguar si son confiables.
Esta redacción paraguaya fue fundada por periodistas y diseñadores gráficos, esto facilita la adaptación de sus contenidos a formatos exitosos en redes sociales, como los memes o las infografías.
“Hicimos un equipo en LatAm Chequea para trasladar el factchequeo duro a un storytelling que nosotros hacíamos con memes. Es algo muy parte de nuestra esencia. Ahora compartimos esto con muchos medios de la región de los cuales aprendemos mucho sobre el camino del rigor y el reporteo. Mezclar el rigor del reportaje con el encanto de la ilustración para contar historias puede ser muy útil”, agregó.
Estos son los medios que integran LatAm Chequea: AFP Factual, Salud con Lupa; Aos Fatos, Estadao Verifica y Lupa, de Brasil; Bolivia Verifica, de Bolivia; Mala Espina Check, de Chile; La Silla Vacía y ColombiaCheck, de Colombia; #NoComaCuento (La Nación) y La Voz de Guanacaste, de Costa Rica; Periodismo de Barrio y El Toque, de Cuba; Ecuador Chequea y GK, de Ecuador; EFE Verifica, Maldita y Newtral, de España; Agencia Ocote, de Guatemala; Animal Político, Spondeo Media y Verificado, de México; Despacho 505 y La Lupa, de Nicaragua; El Surti, de Paraguay; Convoca, OjoPúblico y Verificador (La República), de Perú; Observador y Polígrafo, de Portugal; PoletikaRD, de República Dominicana; UyCheck, de Uruguay; y Cotejo.info, Efecto Cocuyo y EsPaja, de Venezuela.
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