En alianza con nuestra organización matriz, el Centro Internacional de Periodistas (ICFJ), IJNet conecta a periodistas con expertos en salud y redacciones internacionales a través de una serie de seminarios web sobre COVID-19 como parte del Foro de Cobertura de la Crisis Mundial de Salud.
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Para combatir la "desinfodemia" de COVID-19, los periodistas deben ir más allá de simplemente desacreditar información falsa difundida online, dijeron tres expertos durante un seminario web esta semana.
A medida que la pandemia se acerca a la marca de los cuatro meses, la "desinfodemia" va en crecimiento a través de actores que producen una avalancha de información falsa y peligrosa, parte de la cual engaña deliberadamente sobre el virus y su impacto.
Además los gobiernos están utilizando la desinformación como arma política, y las consecuencias a veces son mortales. Las campañas de desinformación también suelen dirigirse contra periodistas a través de una violencia online que suma discursos de odio racistas y misóginos.
A pesar de todo, profesionales y medios de comunicación se dan a la tarea de verificar hechos e intentar eliminar el flujo sinfín de afirmaciones falsas.
Si bien ese trabajo es importante, los periodistas y las redacciones también deberían exigir una reforma en las plataformas de redes sociales y cubrir de manera más agresiva las historias detrás de la desinformación, dijeron expertos.
"Si las plataformas quisieran, podrían restaurar los hechos verídicos, y creo que esa debería ser nuestra decisión", dijo Maria Ressa, fundadora del sitio de noticias independiente de Filipinas, Rappler.
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"En el corto plazo, si queremos proteger nuestras democracias, si queremos que las elecciones sean íntegras, las plataformas de redes sociales tienen que entrar en acción, y lo están haciendo a un ritmo demasiado lento", dijo Ressa.
Los periodistas deben informar sobre la desinformación "al cubrir cualquier otra historia", dijo Natalia Antelava, cofundadora del sitio de noticias independiente CodaStory. "Es una historia que tiene víctimas y perpetradores, que tiene a quienes pierden y a quienes ganan".
"Ha habido sitios y organizaciones de fact-checking excelentes, pero creo que una coyuntura muy importante es aquella en la que dejaremos de reaccionar a la agenda establecida por otros y comenzaremos a establecer nuestra propia agenda", agregó.
Antelava y Ressa se unieron a la periodista de BuzzFeed Jane Lytvynenko y a Gilberto Scofield, de la organización de verificación Agencia Lupa, para participar en un panel que examinó la desinfodemia y estuvo presidido por Julie Posetti, directora de Investigación Global de ICFJ. ICFJ organizó la sesión en colaboración con el Centro Tow para el Periodismo Digital de la Universidad de Columbia.
Los medios también deben educar al público sobre la manera en que contribuyen al problema. Las personas "no necesariamente entienden el papel que están desempeñando, no solo transmitiendo información falsa a sus familiares o sus círculos inmediatos, sino cómo esa desinformación se propaga a través traducciones, comentarios y cómo trasciende las fronteras", dijo Lytvynenko.
"Incluso en los Estados Unidos estamos viendo a funcionarios utilizar información falsa y teorías conspirativas como una forma de construir audiencias", observó.
Esa estrategia, que socava la información fáctica y ataca la reputación de los periodistas, está demostrando ser efectiva para la administración brasileña de Jair Bolsonaro, agregó Scofield. Agencia Lupa desmiente las declaraciones del gobierno de ese país, que suelen minimizar el peligro del nuevo coronavirus.
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"El gobierno [de Brasil] dice a diario cosas realmente insoportables en términos de ciencia, en términos de datos, en términos de cómo se está moviendo la pandemia en todo el país y la cantidad de personas muertas", dijo.
"Cada vez que hacemos una verificación", contó, "recibimos numerosas críticas en las que se nos llama partidistas", a pesar de la falta de un fuerte partido opositor en Brasil.
El gobierno difunde un sentimiento antiperiodístico, y él y su equipo reciben amenazas de muerte a diario. "Estamos viviendo un infierno aquí en Brasil", dijo Scofield sobre la epidemia de desinformación durante la pandemia.
Ressa observó que las plataformas de redes sociales están "permitiendo que los gobiernos manipulen no solo lo que tienes en mente, lo que estás pensando, sino que nos está radicalizando a todos hasta un punto que ha matado la democracia".
En 2016, Ressa alertó por primera vez a la comunidad periodística y a Facebook sobre cómo el presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, estaba utilizando a las redes como una verdadera arma de ataque. En 2017 habló por primera vez sobre cómo ejércitos de trolls vinculados al estado estaban atacando a Rappler y a ella personalmente. Ressa y Rappler han sido acusados en relación con un total de 11 casos; Ressa ha sido arrestada dos veces y detenida una vez.
En junio pasado, Filipinas condenó a Ressa por "libelo cibernético" en virtud de la Ley de Prevención de Delitos Cibernéticos del país, por una artículo publicado antes de la promulgación de la ley. El Comité para la Protección de los Periodistas calificó la condena y sentencia de hasta seis años de prisión de Ressa como "un crimen indignante contra la libertad de prensa".
La presidenta de ICFJ, Joyce Barnathan, describió la campaña de acoso contra Ressa como "un rejunte de cargos diseñados para silenciarla a ella y a Rappler".
Ressa dijo que Facebook, que es un socio de fact-checking de Rappler, ha jugado un papel importante en "mi criminalización, en mi condena, ya que abonó el terreno", aseguró. “Ha permitido el surgimiento de líderes populistas que han consolidado su poder utilizando esas plataformas y la desinformación como una táctica política, derribando a periodistas y medios porque es fundamental para su consolidación de poder deshacerse de cualquier tipo de desafíos".
Sus algoritmos son sistemas de modificación de comportamiento "diseñados sobre la idea de que 'lo similar atrae a lo similar'". Esto, según Rappler, conduce a la radicalización del sistema.
"Perdemos los matices", dijo. “Hace que los hechos sean discutibles. Las mentiras mezcladas con ira y odio se extendieron más rápido. Esto es manipulación y está destinado a dividir. Me recuerda a los terroristas".
Lytvynenko cree que la "desinfodemia" presenta una oportunidad. "Las plataformas de redes sociales claramente tienen más miedo a los efectos directos que puede tener la desinformación", dijo. "Esta es una oportunidad en la que los periodistas pueden seguir presionando a esas empresas para obtener respuestas".
Ella considera que los periodistas estadounidenses deberían tomar la iniciativa. "Las empresas de redes sociales responden a los periodistas estadounidenses", dijo. En cambio "no prestan el mismo nivel de atención a mercados más pequeños o reporteros internacionales", concluyó.
Este seminario web se organizó como parte del Proyecto de Periodismo y Pandemia, una colaboración entre ICFJ y el Centro Tow. A través de una encuesta global, el proyecto está mapeando los impactos del COVID-19 en el periodismo. Más información sobre la encuesta aquí.
Imagen con licencia Creative Commons en Unsplash vía United Nations COVID-19 Response.