La muerte de un estudiante de la Universidad Estatal de los Apalaches en septiembre pasado llevó las consecuencias de la pandemia a una pequeña ciudad de la zona rural de Carolina del Norte. Desde que las universidades comenzaron a reabrir sus puertas, historias similares se desarrollaron en todo el país mientras los campus se han convertido importantes propagadores del virus.
Hablé con tres periodistas que están informando sobre la COVID-19 y las universidades maneras de diferentes.
Llevar una historia local a los titulares nacionales
Dos días después de su informe inicial sobre la muerte del estudiante de la Universidad Estatal de los Apalaches, el New York Times recurrió a Cristina Bolling, editora en jefe de Charlotte Ledger, para que le diera seguimiento a la historia.
Muchas universidades en ese momento habían reabierto sus campus a pesar de un aumento continuo de casos de COVID-19. El artículo de Bolling para el New York Times hablaba sobre las reuniones sociales de los estudiantes, la falta de tests obligatorios y generalizados y la decisión de abrir el campus en contra de las preocupaciones de numerosos miembros del personal y profesores. “Mi objetivo era conocer la experiencia de los estudiantes: lo que dicen sobre el virus y cómo la muerte de un estudiante impactó en el campus”, contó Bolling.
Cuando el reportaje local se convirtió en una historia nacional, puso a una institución pública y mediana en el centro de atención y alertó sobre las preocupaciones sanitarias que profesores, personal y estudiantes sintieron que la administración de la universidad estaba incumpliendo.
Este fue, en muchos sentidos, el objetivo del artículo, explicó Bolling. “Parte de la cobertura consistió en utilizar el estado de los Apalaches como un ejemplo de algo que estaba sucediendo en los campus universitarios a nivel nacional”, dijo. "Creo que reveló patrones más importantes en juego en cuanto a la diseminación del virus en otras ciudades universitarias de todo el país, y ayudar a otras universidades que están pasando por lo mismo a aprender de los errores de la Universidad de los Apalaches".
En forma de boletín
En el verano boreal, Amelia Nierenberg ayudó a lanzar el boletín informativo Coronavirus Schools Briefing en el New York Times, para cubrir el impacto de la pandemia en la educación. “Fue como comenzar una nueva redacción para una necesidad inmediata y novedosa”, contó Nierenberg. "Nuestra primera pregunta fue si habría suficientes necesidades para justificar un boletín".
Pero la preocupación se disipó a medida que avanzaba el año. El equipo comenzó a recibir una afluencia de historias a seguir, específicamente sobre fallas en los sistemas de escuelas públicas y universidades.
A través de su trabajo en el boletín, Nierenberg comprendió la dinámica subyacente que afectó a las instituciones de educación superior de todo el país durante la pandemia. Identificó dos temas generales: la eficiencia de las medidas de salud y seguridad en el campus, y los más afectados por el virus. Entre estos últimos: inmigrantes, estudiantes de color, estudiantes universitarios de primera generación y estudiantes de colegios comunitarios, "aquellos que se beneficiarían más de una educación universitaria", dijo.
Una caída en las inscripciones en las instituciones superiores comunitarias (community colleges), por ejemplo, podría tener repercusiones duraderas en la capacidad de muchos estudiantes de inscribirse más tarde en un programa de cuatro años. "Si entrar no es accesible, otros títulos serán mucho más complicados", dijo Nierenberg. "La pandemia hizo que el 'sueño americano' fuera más difícil".
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Coberturas con datos
Los estudiantes de periodismo son fuentes clave de información sobre el virus en los campus universitarios. "Los periodistas universitarios son los mejores reporteros para esto; están en la primera línea y las universidades a menudo son flexibles con el tipo de historias sobre las que pueden informar", dijo Nierenberg.
Benjy Renton, estudiante del último año del Middlebury College en Vermont, ha informado sobre el COVID-19 desde enero pasado, cuando estudiaba en Beijing, China, durante el brote en Wuhan. Al regresar a Estados Unidos, recurrió a los datos para impulsar su cobertura, rastreando casos en campus universitarios en todo el país. Comunica estos hallazgos en Twitter y a través de un boletín llamado Off the Silk Road.
“Para la mayoría de los estudiantes universitarios, la COVID-19 es solo una molestia. Pero queremos mostrar a quienes toman las decisiones que hay formas de hacer que la gente esté segura y ahora sabemos qué funciona y qué no", dijo Renton. "Como hay una falta de pautas federales, las universidades están construyendo este avión mientras lo pilotean".
La historia principal, continuó Renton, es el regreso al campus cuando pase el invierno. “Algunas instituciones ya han retrasado sus fechas de inicio para la primavera, pero la situación de salud pública a nivel nacional es peligrosa. El país está en llamas con el virus, con más casos que cuando cerraron por primera vez en marzo, pero las escuelas todavía están reabriendo para la primavera a pesar de todo”, dijo.
A medida que las universidades pasan de sobrevivir al brote inicial a mantenerse durante el próximo semestre, los periodistas tendrán que observar la disparidad entre las instituciones públicas y privadas en su capacidad para solventar las medidas de salud y seguridad. “Las universidades ricas pueden permitirse mantener los campus seguros, mientras que muchas universidades públicas no pueden permitirse tests frecuentes o generalizados”, dijo Renton.
Los periodistas tendrán que ajustar su trabajo a la evolución del virus. El impacto de la vacuna y los efectos a largo plazo sobre la matrícula universitaria y las instituciones aún está por verse. “Es una historia que seguirá desarrollándose durante los próximos meses. Es muy difícil adaptarse; hay que entender que las cosas cambiarán rápidamente”, dijo Renton. “Los campus universitarios no son una burbuja. Se ven afectados por lo que sucede en las gestiones regionales, estatales y federales".
Durante estos tiempos de incertidumbre, el trabajo de los periodistas ayuda a informar mejor a las administraciones universitarias y a los funcionarios locales, ya que abordan los numerosos desafíos que presenta el virus. “Nuestro trabajo como periodistas no consiste en tener una agenda, sino en mostrar un espejo de lo que está sucediendo”, concluyó Bolling.
Devin Windelspecht es un autor freelance de Washington, D.C.
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