Humanizar los datos consiste en dar vida a los números. Hacerlo bien es el desafío al que se enfrentan los periodistas al cubrir acontecimientos mundiales, desde la pandemia y las migraciones a los conflictos bélicos y el terrorismo.
Tricia Govindasamy, docente de alfabetización de datos, recuerda a los periodistas las estadísticas son valiosas, pero advierte: "una hoja de cálculo no tiene más que números hasta que se les pone un rostro humano".
Directora de productos de datos en Code for Africa, Govindasamy enseña a los periodistas a reenfocar algo que ya hacen bien: entrevistar. Ante un conjunto de datos, deben cuestionar los números como si fueran una persona. Entrevistar a los datos puede dar cuerpo a ideas de una cobertura, identificar nuevos ángulos y conducir a fuentes humanas, dice Govindasamy.
Si un conjunto de datos documenta la devastación causada por una inundación, por ejemplo, el periodista debe estudiar las cifras para determinar qué localidades se vieron afectadas, dónde se encuentran los supervivientes y cuántas personas perdieron seres queridos. Con esa información se puede humanizar la tragedia. Los datos se convierten en una guía de la condición humana, ayudando a impulsar un cambio, identificar una responsabilidad y a generar un impacto que de otro modo podría ser ignorado.
Govindasamy cita The Pandemic Poachers de InfoNile como ejemplo de cómo la humanización de los datos puede mejorar y reforzar una historia. InfoNile entrevistó a las comunidades locales sobre las consecuencias de la pandemia, ya que las restricciones detuvieron el turismo y afectaron la vida cotidiana. "El toque humano dio vida al tema", dice.
La investigación científica apoya la premisa de Govindasamy. El psicólogo Paul Slovic utiliza los términos "desvanecimiento de la compasión" y "adormecimiento psíquico" para explicar cómo responde el cerebro a los números que no tienen conexión humana. "Si los lectores no se relacionan con la información, es menos probable que actúen y la utilicen", afirma Slovic, miembro de la Academia Nacional de Ciencias y presidente de Decision Research, un proyecto que reúne a científicos que estudian la psique humana. Su consejo: "no tiren números a la gente así como así. Esa es la peor manera de hacerlo".
Esto nos lleva a preguntarnos: ¿hasta qué punto son útiles los conjuntos de datos si no resuenan en la audiencia?
Slovic amplía esta teoría en un artículo sobre el adormecimiento psíquico del que es coautor. "Se ha comprobado que los números grandes carecen de significado y no se ponderan en las decisiones a menos que transmitan afecto (sentimiento)... Por un lado, respondemos con fuerza para ayudar a un solo individuo necesitado. Por otro, no solemos ser capaces de evitar tragedias masivas —como el genocidio— ni tomamos las medidas adecuadas para reducir las pérdidas potenciales de las catástrofes naturales", se lee en el estudio. "Creemos que esto ocurre, en parte, porque a medida que los números se hacen más y más grandes, nos volvemos insensibles; los números no logran desencadenar la emoción o el sentimiento necesario para motivar la acción".
Un ejemplo: cuando el cuerpo de Aylan Kurdi, un refugiado sirio de dos años, llegó a las costas de Turquía en septiembre de 2015, una fotografía que captaba la imagen se hizo viral, provocando una avalancha de ayuda a los refugiados y cambios en la política de migración.
El número de muertos en Siria se contaba por cientos de miles y la respuesta internacional era escasa. De repente, un pequeño cuerpo boca abajo en una playa conmovió al público de una manera que las estadísticas no pudieron. "De la noche a la mañana, esa imagen despertó al mundo. La gente se conectó emocionalmente con el problema", sostiene Slovic. "Generalmente, si hay algo que la gente puede hacer para ayudar, lo hace. Si no sienten que pueden marcar la diferencia, se desaniman".
Él aconseja a los periodistas:
- Transmitir una fuerte conexión con las personas en sus coberturas.
- Personalizar los acontecimientos a través de los ojos de quienes los viven.
- Ponerse en la piel de los que sufren.
- Hablar con personas sobre el terreno para conseguir detalles de primera mano.
A continuación, algunos ejemplos periodísticos que dan cuenta de la relación entre los números y el factor humano.
Cobertura del COVID-19 del New York Times
El New York Times ganó el Premio Pulitzer 2021 al servicio público por la crónica de los daños causados por el COVID-19 en Estados Unidos y el mundo. "Nos esforzamos cada día por no olvidarnos de las personas que están detrás las cifras", dijo el subdirector Marc Lacey.
La base de datos del periódico sobre los casos y muertes se obtuvo de los sitios web de cientos de autoridades sanitarias estatales y locales, utilizando una combinación de procesos manuales y automatizados. Entre las formas de conmemorar a los fallecidos se encuentran:
Así se ve la pérdida
Se pidió a los lectores que enviaran fotografías de objetos que les recordaran a sus seres queridos fallecidos durante el último año por COVID-19 o por otras causas, en momentos en que no se podían hacer despedidas. Las imágenes y las historias personales se publicaron digitalmente como un elemento interactivo que se convirtió en un monumento virtual.
Aquellos que perdimos
El editor de obituarios del Times solicitó contribuciones a las oficinas del periódico en Estados Unidos y en todo el mundo. El Times informó a los lectores: "Esta serie está diseñada para poner nombres y rostros a las cifras". A partir de marzo de 2020, la serie perfiló a más de 500 personas que perdieron la vida a causa del coronavirus. El proyecto finalizó en junio de ese año.
Muro de los lamentos
En febrero de 2021, el periódico publicó en su portada un gráfico que comenzaba con un único punto que crecía hasta los 500.000, cada uno de los cuales representaba una vida perdida en Estados Unidos a causa del coronavirus. Hace un año, el COVID-19 ya había provocado más muertes que la Primera Guerra Mundial, la Segunda Guerra Mundial y la Guerra de Vietnam juntas.
Humanizar las migraciones
Shamim Malekmian dijo rápidamente que sí cuando los editores del Dublin Inquirer le pidieron que creara una sección sobre inmigración para el periódico. Su objetivo era aportar una perspectiva humana a la cobertura de los refugiados que llegan a Irlanda desde lugares como Nigeria y Sudáfrica.
"Los inmigrantes no son una estadística más. Cada persona tiene una historia que los números por sí solos no pueden contar", explica Malekmian. Desde entonces ha escrito sobre docenas de niños inmigrantes que han desaparecido mientras estaban bajo el cuidado del Estado, y ha informado sobre solicitantes de asilo que se encuentran en el limbo durante la larga espera para las entrevistas. También ha relatado los ataques racistas contra personas de color en Dublín.
Malekmian aconseja a quienes informan sobre inmigración:
- Ir siempre más allá de los comunicados de prensa y la línea oficial del gobierno.
- Dejar que los datos te guíen hacia historias y nuevos ángulos.
- Establecer vínculos sólidos con las personas a las que cubres. Es la mejor manera de ganarse su confianza.
- Mantener en contacto con las fuentes y hacer un seguimiento de sus historias.
- La información sobre el terreno es vital, a pesar de las limitaciones impuestas a los medios de comunicación por los centros de refugiados.
Las madres perdidas
Cuando ProPublica y National Public Radio se asociaron para la serie "Madres perdidas", descubrieron que Estados Unidos tiene la tasa más alta de mujeres que mueren durante el embarazo, el parto y el posparto en el mundo desarrollado.
Cuando los periodistas indagaron en los datos, faltaba el factor humano: ¿quiénes eran esas madres?
De acuerdo con Nina Martin, que dirigió el proyecto para ProPublica, cuando una mujer embarazada o una nueva madre muere en Estados Unidos, su identidad queda oculta por las instituciones médicas, los reguladores y los comités estatales de revisión de la mortalidad materna. Es casi invisible.
El equipo de Martin creó una base de datos nacional, la primera de su clase, de mujeres que murieron por complicaciones relacionadas con el embarazo. Rastrearon redes sociales y sitios de crowdfunding en busca de pistas, y recurrieron a los obituarios y a Facebook para verificar la información y localizar a familiares y amigos. "Conocíamos las estadísticas", dijo Martin, "pero no teníamos las historias humanas".
Casi 5.000 respuestas llegaron de los 50 estados, Washington D.C. y Puerto Rico. Se ha atribuido al premiado proyecto haber desencadenado un cambio en el sistema sanitario de Estados Unidos.
Poner rostros humanos a Madres Perdidas fue "una elección consciente y una necesidad", explica Martin, quien ahora trabaja con Reveal, del Center for Investigative Reporting. "La gente empieza a bostezar si no entiende lo que los datos implican. Queríamos que 'vieran' realmente la historia y reaccionaran. El tiempo y el esfuerzo extra valieron definitivamente la pena".
Para más información sobre el trabajo de Paul Slovic, visita el sitio web Arithmetic of Compassion (Aritmética de la compasión).
Foto de h heyerlein en Unsplash.