Para contar las historias de los padres cuyos hijos desaparecieron en Iguala, México, hace poco más de un año, el profesor y fotoperiodista estadounidense Scott Brennan podría simplemente haber llegado a la ciudad, tomado algunas fotos y luego haber salido corriendo hacia su próxima misión.
En lugar de eso, Brennan pasó la mayor parte del verano conociendo a las familias y documentando sus historias. El resultado es una serie de retratos que capturan el dolor de los padres, y su determinación por seguir exigiendo respuestas acerca de la desaparición de sus hijos.
Los estudiantes desaparecieron en septiembre de 2014 en Iguala, una ciudad a unos 125 kilómetros de de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, en el estado mexicano de Guerrero. La BBC y Amnistía Internacional publicaron una selección de las fotos de Brennan para el primer aniversario de la desaparición de los jóvenes. Brennan conversó con IJNet sobre el proyecto y su aproximación al fotoperiodismo de inmersión.
Si bien su trabajo ha sido publicado en medios como The New York Times y la revista Time, Brennan ejerce el fotoperiodismo como una actividad lateral. Para vivir, depende de sus ingresos como maestro de una escuela privada de Guadalajara, y dedica su tiempo libre al periodismo de inmersión (tiene una maestría en ambas áreas).
Brennan se enamoró de la fotografía viendo las revistas National Geographic durante su niñez. El fotoperiodismo es “una manera de intentar comprender algo que te gustaría comprender”, dice. “Te da la excusa para estar en un lugar en el que de otro modo no estarías”.
Después de trabajar como freelancer en Nicaragua y El Salvador, y de obtener una maestría en fotoperiodismo en la Escuela de Comunicaciones de la Universidad de las Artes de Londres en 2006, se trasladó brevemente a su Estado nativo: Nueva York. Trabajando como fotógrafo y barman ahorraba dinero, lo que le permitía viajar y reportear en otros países. Ahora, en Guadalajara “puedo trabajar en historias del lugar, en vez de ahorrar cada centavo para planear un viaje que como mucho durará tres semanas, y al que llegaré como un paracaidista para luego irme”, dice.
Brennan está por publicar un libro sobre la justicia social y ambiental en el Municipio de Cherán, en el Estado de Michoacán, México. Tuvo la posibilidad viajar allí varias veces durante cuatro años, lo que “se nota en el resultado”, señala.
Este enfoque también se nota en los retratos de Ayotzinapa. En junio, cerca del aniversario de la desaparición y con el caso aún sin resolver, Brennan decidió intentar fotografiar a los padres de los jóvenes durante sus vacaciones en la escuela.
Primero debía acercarse a las familias. Viajó a Ayotzinapa, donde el año pasado los padres “durmieron en colchones sobre el piso de la escuela normal”, cuenta Brennan. A veces “el marido de una familia se quedaba por un mes y luego intercambiaba el lugar con su esposa”.
Llegó por primera vez durante una reunión de una semana de duración organizada por los padres, que han creado un movimiento para presionar al gobierno mexicano por la verdad sobre las desapariciones (un equipo de expertos internacionales ha disputado la declaración del gobierno de que fueron narcotraficantes quienes mataron a los estudiantes y quemaron sus cuerpos en un vertedero).
Brennan, que habla español con fluidez, se hizo amigo de algunos padres. “El español es clave. No podría haber hecho nada sin hablarlo”, dice. “Tenía un grupo de gente con el que estaba siempre, y eso te ayuda a tener acceso a cualquier otro sitio”. Estos nuevos amigos apoyaron su proyecto y lo ayudaron a refinar la propuesta que presentó al grupo de padres unos días después, al final de la semana.
“En todo el mundo los padres de estos 43 estudiantes desaparecidos son famosos, pero nadie sabe quiénes son individualmente, quiénes son sus hijos, cómo son, qué piensan”, les dijo. “Están comenzando un movimiento que confronta muchas de las injusticias que ocurren en México, en Latinoamérica e incluso en otros lugares. Estas fotografías pueden darle un rostro a ese movimiento”.
Tras presentar la propuesta, muchos padres estuvieron de acuerdo en empezar de inmediato.
Aunque típicamente trabaja con una cámara digital, tomó los retratos con luz natural empleando una película de formato medio, lo que, explicó, es más caro pero también más sensible que la fotografía digital. Utilizó el mismo tipo de película para una serie de retratos de migrantes mexicanos.
Como fotógrafo universitario, Brennan desarrolló una preferencia para tomar retratos con la cámara al nivel de la cintura. "Es genial porque tienes tu cabeza apuntando hacia abajo. Estás viendo al sujeto a través de la lente, pero él piensa que sencillamente estás haciéndole ajustes a la cámara”, dice. El resultado es más sincero, menos posado.
Brennan pudo tomar fotos de los padres de cada estudiante desaparecido excepto de una madre que prefirió no ser parte del proyecto. También fotografió a una madre cuyo hijo fue asesinado la noche de las desapariciones.
Después de tres semanas iniciales con las familias, Brennan regresó a Guadalajara con la intención de revelar las fotografías y luego hacer un viaje que había planeado a Cuba. Pero cuando vio las fotos, se dio cuenta de que "tenía 33 retratos muy buenos pero que debía volver”. Las restantes 10 estaban borrosas. Habían sido arruinadas por el laboratorio fotográfico o no eran estéticamente interesantes. Canceló su viaje a Cuba y tomó un autobús a Guerrero antes del amanecer, donde pasó varios días tomando nuevas fotos de los padres en sus pueblos. Usó el resto de las semanas del verano para hacer entrevistas y tomar fotos adicionales.
Algunas de las historias más poderosas surgieron de sus visitas a las familias en sus propias comunidades. Brennan entrevistó a un padre en su propia granja. “Mi hijo venía hasta aquí y trabajaba conmigo cada día, todos los días, hasta que se fue a Ayotzinapa”, dijo. “Y ahora, cuando estoy aquí y sopla el viento y las hojas susurran a través de los árboles, todo lo que oigo y siento es su silencio y su ausencia. Cada día espero que regrese”.
Los retratos de los padres de los estudiantes desaparecidos es una cortesía de Scott Brennan:
Hilda Legideño Vargas, madre de Jorge Antonio Tizapa Legideño
Oliveria Parral Rosa, la única madre de Ayotzinapa con dos hijos desaparecidos: Jorge y Dorian González Parral
Eleucadio Ortega Carlos, padre de Mauricio Ortega Valerio
Rafael López, padre de Julio César López