Hasta hace poco, Hong Kong ejerció el autogobierno bajo la política de "un país, dos sistemas", debido a su condición de Región Administrativa Especial (RAE) de la República Popular China. En esencia, eso significaba que Hong Kong se consideraba parte de ese país y, al mismo tiempo, gestionaba sus asuntos democráticos de manera independiente y, sobre todo, separada del socialismo chino.
Pero en junio de 2020, China impuso a Hong Kong la Ley de Seguridad Nacional (NSL, por sus siglas en inglés), que atenta contra la anterior autonomía de la ciudad y refuerza el control chino sobre los derechos de los hongkoneses. La nueva ley penaliza la libertad de expresión contra el gobierno, apuntó a las manifestaciones a favor de la democracia y contra el partido comunista, y llevó a la detención de sus autores. La legislación también privó a los periodistas de la libertad de informar abiertamente, reduciendo el panorama de los medios a un terreno de contenidos fuertemente controlados.
Desde que se aprobó, muchos periodistas de Hong Kong se han mudado a otros países, como el Reino Unido, Estados Unidos, Australia y Canadá. A pesar de las continuas amenazas a su seguridad y los intentos de censurar su cobertura, estos periodistas de la diáspora han seguido informando para los hongkoneses locales.
Hablé con varios de estos profesionales sobre las singulares circunstancias y el cúmulo de obstáculos a los que se enfrentan al cubrir Hong Kong desde el extranjero.
Repercusiones de la Ley de Seguridad Nacional
Antes de la aprobación de la NSL, la RAE de Hong Kong y los medios locales funcionaban con independencia del Partido Comunista Chino (PCCh). "Aquellos días fueron los del apogeo de la libertad de prensa en Hong Kong. Por supuesto, el gobierno [del PCCh] quería limitar cada vez más su libertad de prensa", afirma Sunny Cheung, redactor jefe de la revista Flow Hong Kong y destacado activista durante las protestas estudiantiles de 2019, que hoy informa desde el exilio. "El gobierno local seguía siendo muy cauto y no quería limitar la libertad de prensa".
Aunque el gobierno chino lleva años coartando la libertad de prensa en Hong Kong, la NSL se dirigió específicamente a los medios de comunicación considerados desafiantes al PCCh. La ley cerró las principales publicaciones prodemocráticas, como Stand News y Apple Daily, y dejó sin trabajo a más de mil periodistas, muchos de los cuales se encuentran ahora entre rejas. "El impacto más directo de la NSL es que perdí mi trabajo", dice el periodista X* de Hong Kong, ahora encausado. "Cerraron mi empresa. Mi carrera quedó arruinada".
Para los periodistas que se quedaron en Hong Kong, sus carreras han dejado de existir o sus coberturas han disminuido para operar únicamente dentro del ámbito de aprobación designado, y muy limitado, por China. "Todavía hay bastantes periodistas en Hong Kong que hacen muy buenos reportajes bajo una enorme presión y en circunstancias difíciles", afirma Kris Cheng de VOA News. "Pero hay pocas opciones para seguir trabajando en el periodismo. Para muchos, es más seguro irse y trabajar en el exilio".
En la diáspora
Los periodistas que hoy trabajan en el exilio han creado medios de comunicación que buscan contrarrestar la desinformación emitida por el Estado chino y hongkonés. Se trata de un pequeño y unido grupo, cuyo apoyo ha resultado vital para que los ciudadanos sigan recibiendo noticias sin censura.
"La Ley de Seguridad Nacional me abrió una nueva posibilidad", afirma el periodista X, que huyó al extranjero tras su promulgación. "Pertenezco a la comunidad de periodistas diaspóricos, algo que nunca habría imaginado".
Informar sobre una región lejana es difícil —por ejemplo, es más difícil acceder a fuentes locales y conseguir una primicia a través de las zonas horarias—, pero también le ha dado a los periodistas de la diáspora un ángulo especializado. "Esta nueva comunidad está generando cosas que pueden ser difíciles de informar dentro de los límites de Hong Kong, pero que pueden hacerse desde fuera", dice Cheung. Destacó la capacidad de los periodistas exiliados para publicar noticias que incorporan puntos de vista diferentes en lugar de censurarlos, y critican abiertamente al Estado sin ser inmediatamente anulados y clausurados.
Las noticias impresas están lejos de ser una opción viable, por lo que estos periodistas aprovechan los recursos en línea para conectar con la comunidad de Hong Kong. Y han recurrido a redes internacionales existentes en las redes sociales para eludir al gobierno. Utilizan Facebook e Instagram, en particular, para llegar a lectores que normalmente no entrarían en un sitio web de noticias. "Si les pides a los lectores que accedan a un sitio específico para obtener información, rara vez lo hacen", explica el periodista X. "La mayoría de las veces abren las redes sociales y hojean, así que es importante dar las noticias en las plataformas que ya utilizan".
Ejercer el periodismo en la diáspora puede desarraigar muchos otros aspectos de la vida, más allá del trabajo. "No se trata solo del impacto en mi carrera. Ha afectado toda mi vida", reflexiona Cheung. "No puedo contactar a mis padres. Hace más de dos años que no los veo, y para protegerlos he cortado mis lazos familiares".
Los periodistas que permanecieron en Hong Kong están sometidos a una presión aun mayor. Algunos de los que inicialmente decidieron quedarse han huido. Ronson Chan, antiguo reportero de Stand News y ahora presidente de la Asociación de Periodistas de Hong Kong, fue detenido antes de viajar a Oxford con una beca y actualmente se encuentra en libertad bajo fianza. "Todos mis amigos y mi familia están preocupados por mí y esperan que pueda mudarme", dice Chan, que espera su juicio en mayo. "Pero quiero mucho a Hong Kong. No quiero irme".
Incluso Cheng, cuyo traslado a Londres no fue precipitado ni involuntario, dijo que su decisión respondía al "temor por su familia y el miedo a ser perseguido" si seguía informando en Hong Kong.
El futuro del periodismo de la diáspora
El futuro de estos profesionales de Hong Kong es incierto. "Hasta dónde puede llegar este camino es todavía dudoso", confesó el reportero X. "Como parte de esta comunidad, no estoy seguro al 100% de si podré continuar con mi trabajo o no".
Los obstáculos que supone informar desde el extranjero han resultado a veces desalentadores, empujando a algunos periodistas a abandonar. "No estar presente en Hong Kong es un problema", afirma X. "Varios colegas de la diáspora sienten que tienen una distancia que no pueden superar".
Asimismo, la financiación de la cobertura es inestable. Muchos hongkoneses consideran demasiado arriesgado "dar dinero a las bases mediáticas de fuera de Hong Kong", dice Chan. Sin el respaldo económico de su público, seguir informando es a menudo insostenible. Esto ha llevado a muchos periodistas a buscar fuentes de ingresos más fiables. "Si me entrevistas dentro de un año, quizá te diga que estoy haciendo repartos", dice X.
En medio de desafíos abrumadores y de la duda que se cierne sobre ellos, la perseverancia de los periodistas de la diáspora de Hong Kong demuestra su compromiso con la libertad de prensa. Y todavía hay potencial para que el periodismo de la diáspora florezca. "Las cosas están por venir", dice X. "Si seguirá funcionando o no, tendremos que verlo".
*X se mantiene anónimo por motivos de seguridad.
Imagen de Joseph Chan en Unsplash.