El clip es desgarrador. Una periodista de CNN está entrevistando a una mujer obviamente consternada que acaba de escapar del huracán Harvey, y que luego se exaspera y grita: "Tratan de entrevistar a la gente en su peor momento. La gente está muy mal y todos ustedes están sentados aquí con una cámara y micrófonos tratando de preguntarnos qué nos pasa”.
Ya pasaron dos semanas y un huracán más grande y más peligroso acaba de estar en todos los titulares. Pero antes de que los periodistas cubran a las eventuales víctimas del huracán Irma, deberían reflexionar sobre las lecciones del huracán Harvey.
En su boletín Reliable Sources, Brian Stelter, de CNN, señaló que la periodista le había preguntado a la mujer si podía salir ante cámaras, y la mujer había dicho que sí. Luego agregó: "El agotamiento y la emoción en su voz transmitían lo terrible que era la situación para algunos houstonianos".
Pero el video es más que eso, ya que expone que los periodistas necesitan repensar la forma en que se relacionan con las comunidades que cubren, especialmente durante momentos traumáticos.
Y si bien esto es relevante a corto plazo, en momentos en que se están contando los daños del huracán Irma, también es relevante en el largo plazo, ya que los periodistas trabajan para recuperar la confianza del público. Y porque estos incidentes no son aislados.
Cada uno de los 19 periodistas del área de Oregón que cubrieron el tiroteo de 2015 en el Colegio Comunitario de Umpqua, en Roseburg, y participaron después en el proyecto Reporting Roseburg, nos dijeron a un colega y a mí que se sentían conminados a dar cuenta de la tragedia, a asegurarse de que las víctimas no fuesen olvidadas y a honrar a los ciudadanos y héroes que ayudaron en las secuelas.
Pero la comunidad de Roseburg no lo vio así. Un estudiante del Colegio Comunitario de Umpqua, hablando en una reunión organizada por el Oregon Public Broadcasting un mes después del tiroteo, representó a muchos cuando dijo: "Hubo acoso por parte de los medios de comunicación para que contáramos nuestras historias. Fue grosero. Honestamente, los medios fueron casi un segundo trauma para nosotros”.
Pero sucede algo importante: estos periodistas, al igual que el reportero de CNN, no estaban haciendo nada fuera de lo común. Estaban desplegando las habilidades básicas de reportear que han usado desde que estudiaron en la universidad o desde que les enseñaron a trabajar.
¿Qué dice, pues, del periodismo, que un proceso fundamental de recolección de información pueda causar daño en determinadas circunstancias?
Como todos sabemos, la confianza pública hacia los medios de comunicación está en su punto más bajo en Estados Unidos.
La conversación en torno a esta desconfianza tiende a centrarse en el panorama general: “noticias falsas”, poca objetividad partidaria y alfabetización mediática. Son problemas reales y difíciles, pero el discurso alrededor del tema es realmente conveniente: pone la responsabilidad de entender al periodismo en el público. Corregir ese discurso no requiere nada por parte de los periodistas.
Con los niveles de desconfianza que hay hacia los medios, eso no está bien. Los periodistas y los educadores de periodismo necesitan examinar su propia práctica.
Es un trabajo bastante difícil. Y puede que no nos guste lo que encontremos.
Julia Dahl escribió acerca de una entrevista con un abusador sexual y su padre que, al momento de hacerla, le arruinó el día. Sin embargo, años después repiensa el episodio de manera diferente.
"Lo que no se me ocurrió hasta años más tarde", escribió, "fue cómo esa interacción pudo haber moldeado la forma en que pensaban acerca de los periodistas y de los medios de comunicación por el resto de sus vidas. Diez años más tarde no fue difícil que opinaran como Donald Trump, cuando éste decía, en plena campaña, que los periodistas eran ‘enemigos del pueblo estadounidense’, y ‘productores de noticias falsas’".
Reexaminando lo que la mayoría de nosotros llamamos "valores básicos", pero lo que el psicólogo de la educación Edgar Schein llama "suposiciones básicas subyacentes", se trata de un tema fundamental. Schein escribió en su libro Cultura organizacional y liderazgo, de 2010, que esas suposiciones “tienden a darse por sentadas por los miembros del grupo y son consideradas no negociables. Los valores están abiertos a discusión, y la gente puede estar de acuerdo o no con ellos. Las suposiciones básicas están, en cambio, tan instaladas que alguien que no las comparta es visto como un extranjero o como un 'loco', y es automáticamente expulsado".
“Entrevista siempre a los testigos para averiguar qué sucedió. Utiliza siempre los nombres de los acusados de un delito. Entrevista siempre a las víctimas de un desastre para que lo comprendamos mejor”.
Estas son los suposiciones básicas subyacentes del periodismo, y no existen demasiadas discusiones serias sobre si debemos siempre hacer esas cosas (una excepción: No Notoriety ha alentado un debate importante sobre el uso de los nombres de los perpetradores en los tiroteos masivos).
El periodismo necesita esos debates. Sí, los periodistas deben buscar la verdad, y eso significa hacer preguntas en momentos difíciles. Se trata de un imperativo moral. Pero también es un imperativo minimizar el daño, y eso es algo que puede ser particularmente difícil durante las noticias de última hora. Por eso estoy pidiéndole a mis estudiantes que discutan sobre estos temas ahora, en el aula, donde tienen tiempo para reflexionar.
Muchos de los periodistas del proyecto Reporting Roseburg dijeron que fueron cautelosos al acercarse a las fuentes porque, como uno señaló, "para mí es difícil siquiera imaginarme en la situación de hablar con alguien en un momento así".
Sin embargo, ninguno de los periodistas cuestionó la idea de entrevistar de inmediato a víctimas y testigos. Si los propios periodistas no querríamos responder a nuestras propias preguntas, ¿por qué las hacemos?
Lori Shontz es profesora de periodismo en la Escuela de Periodismo y Comunicación de la Universidad de Oregón.
Imagen con licencia Creative Commons en Flickr, vía NOAA Photo Library.