Cubrir la tragedia, el dolor y las víctimas está en el centro del trabajo de muchos periodistas. Y suele cobrarse un precio, especialmente en regiones en las que la violencia es parte del paisaje.
Los medios de comunicación pakistaníes tuvieron que pasar por una durísima prueba el 16 de diciembre de 2014, cuando talibanes armados irrumpieron en una escuela pública en la ciudad norteña de Peshawar y mataron a 144 personas, la mayoría menores de 16 años. El tremendo ataque conmocionó al mundo entero.
Y la cobertura no terminó con los funerales de las víctimas.
Los periodistas de Pakistán escribieron decenas de historias posteriores sobre el duelo de padres y sobrevivientes que “presenciaron el infierno”. En muchos casos, los detalles fueron terribles.
Desde el ataque, el hospital Lady Reading, el más grande de Peshawar, ha brindado psicoterapia a más de 500 padres y niños que sufren de ansiedad, depresión o el severo trastorno de estrés postraumático (TEPT), dijo el psiquiatra Mian Mukhtarul Haq Azemi a la BBC. Él considera que son miles las personas afectadas por la masacre. Y entre ellas hay periodistas.
Atika Rehman, editora at Dawn.com, escribió sobre el impacto emocional de los periodistas que trabajaron en el proyecto 144 Stories, que perfila a cada una de las víctimas y fue lanzado en el primer aniversario de la matanza.
Para avanzar en el proyecto, los periodistas “tuvieron que visitar a cada familia, aprender más sobre sus seres queridos –en su mayoría niños menores de 16 años– y compartir su dolor”, contó Rehman en una entrevista por email.
“Los periodistas luego me contaron cómo habían llorado cuando los padres de una víctima lloraban. Tenían pesadillas y llegaron a sentir que iban a perder la cabeza”.
Para algunos reporteros pakistaníes, el horror explotó en su propio patio.
La veterana editora Farzana Ali de Aaj TV en Peshawar contó cómo se había sentido al cubrir la masacre de la escuela en un artículo para el sitio de DW Akademie.
“Fue shockeante. Había partes de cuerpos por todos lados y las mujeres y los niños lloraban. Hablé con cerca de 100 familias afectadas... Me sentí muy débil y deprimida. También comencé a temer por mi hijo de 15 años, y me tomé unos días de licencia para salir de la ciudad y pasar tiempo con mi familia”, escribió en el artículo. Ali asistió a un taller sobre periodismo y trauma en Peshawar después del ataque.
La buena noticia: hay un creciente apoyo y recursos para periodistas que cubren la violencia y el sufrimiento humano. Algunos surgen a nivel local. En el Departamento de Periodismo y Comunicación Masiva de la Universidad de Peshawar opera un centro de trauma para los profesionales de los medios. Hasta el momento, 40 han completado el programa.
Y existen varios recursos online. Acá te mostramos algunos:
El Manual de cobertura de crisis y desastres del Centro Internacional para Periodistas (ICFJ, por su sigla en inglés) aborda extensivamente temas de periodismo y trauma, incluidos los signos de estrés postraumático y las reacciones después de presenciar hechos de violencia, y además brinda consejos para la autoprotección y el apoyo de pares.
El capítulo 10 del manual de seguridad del Comité para la Protección de Periodistas repasa los signos del estrés y aconseja a los reporteros cómo cuidarse a sí mismos y a otros.
El Center for Journalism Ethics de la Universidad de Wisconsin ofrece una guía sobre las cuestiones éticas alrededor del periodismo y el trauma.
El Centro Dart para el Periodismo y el Trauma tiene secciones especiales para periodistas que cubren conflictos violentos y otras atrocidades. Hay consejos para minimizar el daño al trabajar con víctimas y sobrevivientes. En particular, se destacan los consejos de autoprotección para profesionales de los medios expuestos a eventos traumáticos, basados en investigaciones sobre el bienestar y la resiliencia de periodistas en su labor. Es un buen punto de partida.
Nota del editor: Sherry Ricchiardi es coautora del Manual de cobertura de crisis y desastres del ICFJ.
Imagen con licencia Creative Commons en Flickr, vía Alisdare Hickson.