A primera hora de la mañana del jueves 24 de febrero, Rusia lanzó una invasión a gran escala de Ucrania, en lo que es el ataque militar más importante en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Ordenada por el presidente Vladimir Putin, la invasión se produce después de la anexión de la península de Crimea en 2014 y de ocho años de apoyo a rebeldes separatistas en el este de Ucrania.
En un seminario web del Foro de Pamela Howard sobre Cobertura de Crisis, la directora de engagement del Centro Internaconal para Peroidistas (ICFJ), Stella Roque, habló con dos periodistas que están informando de cerca sobre la invasión: Ostap Yarysh, reportero del servicio ucraniano de Voice of America con sede en Washington, D.C., y Tom Mutch, periodista freelance que cubre crimen y conflictos sobre el terreno en Kiev.
Al momento de la entrevista, Yarysh y Mutch habían estado trabajando sin pausa desde el inicio de la invasión. Y compartieron información importante para colegas periodistas de todo el mundo que se encuentran cubriendo la situación.
Comprender el impacto global de la crisis
La invasión rusa de Ucrania puede parecer lejana o distante, sobre todo para quienes no viven en Europa, pero sus ramificaciones pueden tener consecuencias mundiales a largo plazo. "Algo que creo que tiene relevancia global es la idea de que tenemos este orden internacional imperfecto", dijo Mutch. "La mayor tragedia de la crisis de Ucrania, junto con el sufrimiento del pueblo ucraniano, podría que, si Rusia se sale con la suya al imponer sus objetivos políticos y diplomáticos por la fuerza militar, dará un ejemplo no solo para esta región en particular, sino para el mundo".
Yarysh estuvo de acuerdo. "En especial cuando hablamos de dictaduras y de países autoritarios como China o Irán, esta situación podría convertirse en una suerte de pretexto para ellos: saber que podrían ser impunes también", dijo, señalando además que la guerra podría potencialmente afectar a países cercanos, incluidos los estados miembros de la OTAN. "No se trata solo del este de Ucrania; hay algunas instalaciones y ciudades que han sido bombardeadas y están a menos de 15 millas de Polonia, que es un país de la OTAN", señaló.
Comprender el lenguaje y el contexto
"En primer lugar, un elemento importante es la traducción correcta de las cosas", dijo Yarysh.
Las traducciones erróneas pueden difundir involuntariamente desinformación si no se chequean. Y es una preocupación particularmente frecuente cuando hay un flujo constante de noticias de último momento, y si la redacción no cuenta con un hablante nativo en su plantilla.
Es fundamental que los periodistas comuniquen con claridad la dinámica del conflicto, añadió Mutch. "Aunque se puede argumentar que Rusia tiene intereses legítimos de seguridad en relación con la expansión de la OTAN, no hay absolutamente nada que Ucrania haya hecho para justificar lo que ha sucedido y lo que está sucediendo ahora", puntualizó. "Es preciso señalar que Rusia es el agresor en esta situación".
Comunicar estos hechos a los lectores ayuda a traspasar la desinformación que pretende ocultar la verdadera naturaleza de las acciones de Rusia. "No se trata solo de una guerra física, sino también de una guerra de información", dijo Yarysh.
Humanizar el conflicto
Es preciso dar a las coberturas sobre la guerra un rostro humano. Los hechos y las cifras cuentan una historia determinada, pero entrevistar a las personas directamente afectadas ofrece a los lectores una comprensión más íntima del conflicto y sus consecuencias. "Cuando otros leen esas historias y ven que el problema tiene un rostro humano, es mucho más fácil relacionarse", dijo Yarysh.
"La historia no tiene que ver contigo, con decir 'soy un corresponsal extranjero y estoy en medio de la acción', aunque a veces sea eso lo que los editores quieren", coincidió Mutch. "Se trata de captar el fundamental elemento humano, sea cuando suenan las sirenas de los ataques aéreos y la gente se apiña en los metros durante un bombardeo, o cuando está en las estaciones de autobús y tren intentando salir de Kiev para huir hacia el oeste, o cuando está atrapada en las ciudades del este".
Esto significa, también, que los periodistas deben evitar la tentación de informar solo sobre lo que es sensacionalista o violento. "Mi consejo es que traten a las personas como seres humanos, y no solo como material informativo", dijo Yarysh.
Sobre la seguridad
La seguridad debe ser una prioridad para los periodistas que informan sobre la guerra en Ucrania. "Es una frase remanida pero cierta: no vale la pena arriesgar la vida o la integridad física por ningún reportaje. No vale la pena correr esos riesgos solo para obtener imágenes de primera línea de tanques o cosas así", dijo Mutch. Especialmente en los primeros días del conflicto, en los que las líneas del frente no están del todo establecidas, no saber dónde van a estar las cosas en 24 horas significa que los periodistas deben tomar precauciones adicionales para su seguridad personal.
Quienes deseen informar sobre la guerra de Ucrania o sobre futuros conflictos deberían considerar seriamente la posibilidad de recibir formación en entornos hostiles, sugirió Mutch. "Hay que estar preparado mental y físicamente para la primera vez que un cohete, una bala o una explosión caigan cerca de ti. Tendrás una reacción emocional que no puedes necesariamente predecir", dijo.
Tener conocimientos básicos de primeros auxilios, seguridad de vehículos y viviendas, y otros permite, si no prepararte completamente para una zona de conflicto, al menos proporcionarte las herramientas adecuadas para mantenerte a salvo. Algunos ejemplos son estas formaciones de la International Women's Foundation y estos cursos compartidos por el Rory Peck Trust. Consulta también este recurso de IJNet sobre la elaboración de tus propias evaluaciones de seguridad y riesgo.
"Cuanto más coberturas de conflictos haces, más aprendes sobre ti mismo y sobre cuáles son tus niveles de comodidad", explicó Mutch. "Aprendes cuál es tu resistencia emocional y tu capacidad para afrontar el estrés y el trauma".
Foto de Yehor Milohrodskyi en Unsplash.