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Cómo la pandemia agravó la violencia contra el periodismo en Brasil

Oct 10, 2021 发表在 Seguridad digital y física
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Desde que Jair Bolsonaro asumió la presidencia de Brasil en enero de 2019, los brasileños lo han visto desfilar en varias oportunidades colérico, amenazante y violento por canales de televisión y redes sociales. “Prensa de mierda, prensa de porquería” / los periodistas “pueden meterse latas de leche condensada por el culo” / “sinvergüenzas, infames” / “solo publican mentiras”, fueron algunos de los agravios del presidente contra la prensa.

La organización internacional Reporteros Sin Fronteras (RSF) contabilizó en el primer semestre del año 331 ataques por parte del gobierno de Bolsonaro (presidente, ministros y diputados) hacia los periodistas y medios de comunicación. Bolsonaro es el principal agresor, y le siguen sus hijos Flavio, Eduardo y Carlos, integrantes de los legislativos nacionales y regionales. En total, la familia Bolsonaro realizó 293 ataques en ese período.

Conforme pasó el tiempo la hostilidad escaló en cantidad y agresividad. En el 2020 los insultos crecieron un 168%, con respecto al año anterior. Todo esto en medio de una crisis sanitaria que ya lleva más de medio millón de muertos por COVID-19 en Brasil. Para conocer la situación del periodismo en Brasil, IJNet conversó con Patricia Campos Mello, periodista de Folha de Sao Paulo, y con Andrea Dip, directora de Agencia Pública.

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Los “amigos del virus”

La principal vía de ataque que utiliza el gobierno de Bolsonaro son las redes sociales, pero también lo hace en apariciones públicas. Uno de los medios de comunicación más atacados es el canal de televisión Globo, que se encargó de informar sobre la pandemia y las muertes por COVID-19. Incluso, Bolsonaro amenazó al canal con no renovar su frecuencia de emisión para el 2022.

Para Campos Mello, como consecuencia de este contexto hostil “hay una desconfianza muy grande de una parte de la población con los periodistas”, y esa población se comporta de forma “muy agresiva”, legitimados por el propio presidente. Se trata de una tensión que ha llegado al asesinato de periodistas, así como a la legitimación y normalización de la violencia contra la prensa por parte de la sociedad brasileña. Frente a este escenario, “antes de escribir debemos pensar cuáles serán las consecuencias; es un nuevo obstáculo para hacer periodismo”, sostuvo.

Otro de los patrones que siguen Bolsonaro y su entorno son los agravios a mujeres periodistas. La misma Campos Mello fue víctima de la violencia bolsonarista en plena campaña electoral del 2018. La periodista demandó por “daños morales” a Jair y Eduardo Bolsonaro, quienes dijeron en público reiteradas veces que ofrecía sexo por noticias exclusivas. La periodista aseguró que los ataques a las mujeres han sido “misóginos” y “más personales”: “con las periodistas mujeres la gente se siente autorizada a ser más agresiva, y muchas veces se hacen ataques o críticas que no están relacionadas con el trabajo. Y si son mujeres negras o transgénero es mucho peor”. Las agresiones contra las periodistas han generado avalanchas de ataques sexistas en redes sociales, campañas de descredito y hasta amenazas de muerte.

Dip aseguró que Brasil siempre fue un país violento para los periodistas, pero la pandemia llevó la situación al extremo. Y puso como ejemplo los ataques que recibieron los periodistas que cubrían las conferencias de prensa del presidente frente al Palacio de la Alvorada en los primeros meses de la pandemia. “Además de la violencia física por parte de sus seguidores, Bolsonaro utilizó este espacio para atacar a periodistas como marketing. Entonces los principales medios de comunicación se retiraron de este lugar”.

Para Campos Mello, la pandemia “agudizó el comportamiento paranoico de pensar que el gobierno de Bolsonaro es perseguido por la prensa todo el tiempo, porque estamos develando cosas que ellos quieren ocultar”. En 2020 el Ministerio de Comunicaciones de Brasil lanzó la campaña “Placar da vida” para publicar los números de las personas recuperadas de COVID-19, pero no las fallecidas por dicha enfermedad. “El gobierno intenta moldear la narrativa para que esta no sea vista como una pandemia muy seria. Para eso le dispara al mensajero, siempre intentando afectar la credibilidad de periodistas y medios específicos, que él, al igual que Donald Trump, llama de fake news”, dijo Campos Mello.

Bolsonaro no para de repetir que “la prensa y los periodistas mienten” con respecto a la información que brindan sobre la pandemia; y “las consecuencias son las peores posibles”, dijo Dip: “Que la gente no crea en la cantidad de muertos por COVID-19, ni en medidas de aislamiento social, en el uso de máscaras o en las denuncias de corrupción”. En este contexto, la libertad de prensa se ha deteriorado en el país. Según un informe de Reporteros sin Fronteras, este año Brasil cayó cuatro puestos en un ranking de 180 países. Ahora ocupa el puesto 111.

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Respecto a los juicios ganados contra Jair y Eduardo Bolsonaro, Campos Mello considera que “es una buena señal que dos jueces digan que no es normal que la familia Bolsonaro y los ministros puedan decir cualquier cosa a los periodistas y que se resguarden en la inmunidad parlamentaria”. De todas formas, la periodista entiende que su caso es “un privilegio por tener el respaldo de un medio que cuenta con asistencia jurídica, porque no es una cosa sencilla para periodistas independientes” demandar a un presidente. Para Dip, lo importante es que los periodistas en Brasil están aprendiendo a organizarse y también a “hablar más abiertamente de Bolsonaro”: “fue un cambio de actitud, sobre todo por parte de la gran prensa, dejar de reportar los absurdos discursos del presidente pero sí hacerlo cuando él miente”.

La periodista de Agencia Pública cree que “el apoyo de las organizaciones sociales y de periodismo son fundamentales”, pero todavía “queda mucho por hacer”. Por eso están funcionando diversas iniciativas que promueven campañas contra la agresión a periodistas, asesoría legal, herramientas y talleres de capacitación para protección online y en campo, además de brindar apoyo institucional. Un ejemplo es el de la Asociación Brasileña de Periodismo de Investigación que cuenta con una guía para periodistas para enfrentar el acoso en redes.


Imagen principal de Maria Fernanda Pissioli en Unsplash