Unas 820 millones de personas en todo el mundo se iban a dormir cada noche sin haberse alimentado lo suficiente, calculaba en 2019 la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Ese panorama podría ser peor ahora, con las cadenas de distribución de alimentos afectadas por la pandemia de COVID-19, según José Luis Chicoma, director ejecutivo del Laboratorio Ethos de Políticas Públicas.
Chicoma participó de un panel online del Global Health Crisis Reporting Forum del Centro Internacional para Periodistas (ICFJ) y brindó una serie de claves para pensar la seguridad alimentaria en el marco de la pandemia.
Una crisis que agrava la situación
En primer lugar, Chicoma señaló la recesión económica severa a la que se encamina el mundo. Son muchas las industrias que se ven duramente afectadas en este contexto: el turismo, la gastronomía y la aviación, entre otras tantas. Millones perdieron sus empleos e incluso cuando los distintos sectores se pongan en marcha nuevamente, van a estar afectados por las normas de distanciamiento social. “Mucha gente no va a tener los ingresos para alimentarse y alimentar a sus familias”, apuntó el experto.
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En segundo lugar, Chicoma se refirió a la gran informalidad de la economía que existe en varios países de América Latina, que en algunos casos ronda el 50% de los empleos. “No hay vínculos de contrato y pueden quedar sin trabajo de la noche a la mañana”, subrayó.
Respuestas estatales adecuadas
En este contexto en el que las personas pueden perder sus trabajos y, por lo tanto, dejar de percibir un salario con el que comprar alimentos, Chicoma consideró que es fundamental el papel de los gobiernos. Pero tampoco es algo tan sencillo.
“Los gobiernos, en América Latina particularmente, son ineficientes para dar una respuesta. Las únicas esperanzas son estructuras de programas sociales con programas de transferencias a familias en extrema pobreza que se pueden ampliar para atender a quienes entran en inseguridad económica y alimentaria”, consideró el experto.
Capacidad de adaptación
Para Chicoma, la capacidad que tenga cada Estado de dar una respuesta depende de lo que ha hecho previamente. “Adaptarse es muy difícil y va a tomar unos meses”, aseguró. Otras posibilidades, además de los programas actuales, pueden ser programas de nutrición en escuelas que sirvan como plataforma para alimentar a familias vulnerables, cupones de alimentos o entregas de canastas, según enumeró.
Otra variante podría ser, según él, redireccionar parte de la producción a los programas de comedores que reciben a personas en situación de vulnerabilidad. No obstante, Chicoma reconoció que eso puede ser difícil y que depende de la capacidad que tengan los distintos gobiernos locales, estatales o federales.
Canales de comercialización
Uno de los aspectos más afectados en la pandemia, con las distintas medidas de cuarentena implementadas en los países, ha sido las redes de producción, distribución y venta de alimentos.
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Por eso, Chicoma habló de una paradoja: mientras que el campo y el mar no paran de producir, los alimentos igualmente pueden no llegar a las personas que los necesitan. Una situación que él describió como “compleja” y que no se puede solucionar fácilmente.
Depende de la capacidad del gobierno establecer algún programa de apoyo que vaya más allá de la alimentación directa”, consideró el especialista. Para eso también aparecen algunas opciones, como realizar compras de productos saludables a productores locales y luego distribuirlos.
Cultivos interrumpidos
Dos factores han impactado en la agricultura, según Chicoma. En primer lugar, es un sector en el que la mano de obra es intensiva para ciertos productos. Aunque eso no se aplique a grandes commodities que tienen su cosecha mecanizada como la soja y el trigo, sí sucede en el caso de frutas y hortalizas. Como estos cultivos requieren mucha gente en el campo, se encuentran interrumpidos por el temor al contagio.
En segundo lugar, la pandemia paralizó el desplazamiento de trabajadores en muchos países, y también entre ellos. Estas migraciones externas e internas son fundamentales para la agricultura. Por eso, para Chicoma, es importante “asegurar que se mantenga el carácter esencial” de estos trabajadores.
Prestar atención al consumo de alimentos ultraprocesados
Según Chicoma, una de las tendencias que surgieron durante esta pandemia es el incremento en el consumo de alimentos ultraprocesados. Hay razones para esta suba: son más fáciles de conseguir, tienen una vida más larga y se pueden almacenar. “Hay una situación adictiva de confort con respecto a las grasas y el azúcar que brindan estos alimentos”, agregó.
Para el director ejecutivo del Laboratorio Ethos, en paralelo también aparecieron mensajes que instan a mantener una alimentación saludable, algo que es “lo que debería ser, pero es el lujo de una élite”, reconoció.
Importancia de los mercados
Pero la comida no llega mágicamente a la mesa. “Dependemos más de los mercados de lo que creemos”, destacó Chicoma. Pero estos ámbitos también se han visto afectados. Por ese motivo, una de las claves para asegurar el acceso a la alimentación, en especial en los centros urbanos, es garantizar que estos espacios puedan funcionar de forma segura, según el experto. “Los gobiernos tienen que tener la capacidad de asegurar que los mercados no sean fuente de contagio”, señaló.
Imagen con licencia Creative Commons en Unsplash, vía Philippe Beliveau.