Las lecciones de resiliencia del Gran Sur en las que el periodismo del hemisferio norte se puede apoyar

20 juin 2022 dans Seguridad digital y física
Asafaf

Las consecuencias del cambio climático se hacen visibles en todo el planeta y a diferencia de lo que sucedió durante años, hoy los periodistas, activistas y científicos de países de primer mundo se enfrentan a ataques y acoso por hacer públicas las acciones que van en contra de la salud del planeta.

La deforestación de los bosques en Centroamérica y la Amazonía continúan. Inundaciones por tormentas tropicales y huracanes, grandes sequías, reducción de ecosistemas y pérdida de biodiversidad seguirán copando las portadas de todos los noticieros alrededor del mundo.

Mientras todo eso sucede, periodistas, investigadores y ambientalistas de los países etiquetados como “en vías de desarrollo” realizan trabajos a profundidad, se acercan a líderes comunitarios para contar sus historias y se ponen en riesgo a sí mismos, pero el impacto de estos trabajos a nivel regional y global es limitado o incluso nulo.

El problema se hace mayor cuando los grandes medios internacionales deciden enviar a sus reporteros en busca de una mirada más cercana hacia un tema en particular, como por ejemplo la migración, la minería o el trasiego de vida silvestre. Estos reporteros, que muchas veces se apoyan en periodistas locales, ya que no tienen un amplio manejo de la cultura, el idioma y el entorno local, basan sus narrativas en un contexto incompleto y parcializado.

Nieman Report publicó un artículo en el que se abordaba la relación entre periodistas internacionales y los llamados fixers, “personas locales que trabajan entre bastidores ayudando a los corresponsales extranjeros a realizar su trabajo”. En esta labor, en ocasiones, queda evidente que los países del hemisferio norte del planeta, incluyendo a sus periodistas, ven al resto como “gente café con acentos graciosos”, según un testimonio expresado por un fixer con más de 25 años de experiencia en el campo.

Poca visibilidad y riesgo máximo

Publicar historias acerca de protección de territorios, vulnerabilidad y resiliencia requiere de un trabajo intenso de relación con instituciones, líderes comunitarios y grupos locales, que los periodistas de regiones como Latinoamérica y África deben de realizar para lograr visibilizar realidades que muchos desconocen.

“La mayoría de los periodistas latinoamericanos han cubierto alguna versión de esta lucha. Pero esas voces rara vez, o nunca, se escuchan fuera de la región”, dijo Natalia Viana, periodista brasileña y cofundadora de la Agencia Pública de Periodismo Investigativo. El problema es, según ella, que todo esto no tiene el impacto que se desea, principalmente por el poco valor que editores y medios dan a este tipo de historias.

“Las comunidades locales son las que tienen más conocimiento sobre cómo opera una corporación en el terreno. Tienen fotos, documentos, testimonios y muestras para compartir con cualquier reportero dispuesto a hacer el trabajo preliminar. Pero incluso cuando un periodista visita la comunidad, hace el trabajo de campo, escucha a los líderes y recopila evidencia, aún necesita convencer a un editor de que estas son fuentes creíbles”, añadió Viana.

Todo esto sin contar los riesgos que estos reporteros corren al dar cobertura de estos temas. Según Global Witness, el 70% de los asesinatos a ambientalistas ocurren en Latinoamérica, lo que afecta directamente a las y los periodistas que cubren este tipo de temas, debido a un preconcepto mal manejado de parte de diferentes sectores sociales. “Los periodistas ambientales que informan desde el terreno son tildados de "activistas", "partidarios" y "demasiado comprometidos", y su trabajo es ridiculizado como "no objetivo". “Créeme: he estado allí innumerables veces”, contó Viana.

Solidaridad y aprendizaje

Debido a que las consecuencias del cambio climático se están haciendo sentir en todo el planeta, las historias de resiliencia y defensa de territorios ya no suceden solamente en los trópicos. Los incendios destruyen bosques en Australia, Grecia y Canadá. Los huracanes generan inundaciones en la costa este de Estados Unidos y los ataques a activistas y científicos no ocurren solo en los países pobres.

Ante este panorama, la experiencia forjada por periodistas y activistas latinoamericanos puede ser de gran valor para aquellos que comienzan a vivir estas realidades. Y no solo eso, sino que también puede servir para crear historias más profundas, informativamente más equilibradas y sensibles con la realidad que se viven en otras latitudes.

“En las redes sociales vemos a nuestros ídolos que son de Europa, de Norteamérica, y que nos sugieren muchas cosas, sin embargo, ellos enfrentan retos muy diferentes a los nuestros”, comentó Hazel Araujo, ambientalista y miembro de Semillas del Océano. “En nuestros países hay niñas que resultan embarazadas a los 10 años, niños que no pueden ir a la escuela y otra serie de problemáticas que en el primer mundo no enfrentan”, añadió.

Pero, lejos de que la realidad que se vive en el Gran Sur sea una excusa para enfocarse en las problemáticas de impacto global, lo que los grandes medios de comunicación, redes internacionales de periodismo y los mismos periodistas del primer mundo pueden hacer, es aprovechar estas oportunidades, no solo para aprender a manejar el acoso y la falta de apoyo, sino también para valorar la labor de colegas que hacen lo inimaginable, bajo condiciones económicas complicadas y poco apoyo por parte de sus organizaciones, para lograr que sus historias sean publicadas y tengan el impacto deseado.

“A medida que las organizaciones de noticias en el Norte aumentan su enfoque en la crisis climática, es hora de que los líderes comunitarios en el Sur, y el periodismo que ya considera a estos líderes como expertos en la conservación de la naturaleza y la curación de la tierra, sean vistos como fuentes valiosas de historias, comentarios y soluciones”, puntualizó Viana.


Imagen de Laura Taylor en Flickr.