El peligro para los periodistas freelance hoy es más alto que nunca, según el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por su sigla en inglés).
La decapitación de James Foley, Steven Sotloff y Kenji Goto por extremistas del Estado Islámico en los últimos meses puso en evidencia los riesgos que existen. Los tres estaban trabajando de manera independiente en Siria cuando fueron capturados.
Sus muertes reavivaron un debate en dos frentes: la necesidad de estándares de seguridad para los periodistas freelance que cubren conflictos, y la responsabilidad de los medios que usan los artículos, las fotografías y los videos que ellos producen.
Esta vez la industria de los medios entró en acción.
En un esfuerzo proclamado como sin precedentes, una coalición mundial de organizaciones de apoyo a los medios, periodistas freelance e importantes medios de comunicación ha dado a conocer en febrero un conjunto de principios y prácticas de seguridad.
Hasta ahora, 30 organizaciones –Associated Press, Reuters, Agence France Press, BBC, PBS Frontline y Bloomberg, entre otras– han adherido. El Centro Internacional para Periodistas, CPJ, Reporteros sin Fronteras y el International Press Institute también se han sumado a la iniciativa.
El subdirector del CPJ, Robert Mahoney, calificó este hecho como “un primer paso en una larga campaña para convencer a otros medios de noticias y periodistas de que adopten estos estándares”.
Este impulso hacia una mayor seguridad se produce en uno de los momentos más peligrosos para los profesionales de los medios. Los últimos tres años constituyeron el período más letal que el CPJ haya registrado. Solo en enero pasado, 15 periodistas fueron asesinados por su trabajo. Más de un tercio eran freelancers.
Existe un debate continuo acerca de cómo los periodistas independientes llegan a regiones de alto riesgo sin el mismo apoyo que se les ofrece a quienes integran la plantilla de un medio. Muchos carecen de lo básico, como seguros, equipos de protección adecuados, asesoramiento en seguridad y apoyo de los medios de comunicación para los que trabajan.
Sin embargo, con los recortes presupuestarios de personal en el extranjero que muchos medios realizan, la necesidad de profesionales freelance sigue siendo alta.
Para ayudar a remediar esta situación, la coalición creó protocolos tanto para los freelancers como para los medios que contratan sus servicios.
La guía insta a los periodistas freelance a aprender primeros auxilios, a realizar un entrenamiento para trabajar en ambientes hostiles y a mantenerse al día respecto de las normas de cuidado y seguridad –tanto físicas como psicológicas– para ayudarse a sí mismos o a compañeros heridos .
Se los anima a realizar cuidadosas evaluaciones de riesgo antes de viajar a zonas peligrosas, y a medir el valor periodístico de una misión en relación a los riesgos que implica.
En cuanto a los medios, la guía enfatiza que los freelancers deben recibir el mismo trato que sus colegas que son empleados de plantilla de un medio. Los directores periodísticos deben “ser conscientes de los costos adicionales que implican los entrenamientos, los seguros y los equipamientos de seguridad en zonas de guerra, y tener en cuenta esos aspectos”.
Las directrices abordan una queja común de los periodistas freelance: “A la hora de encargar las tareas, los medios deben esforzarse por proporcionar el dinero de los gastos acordado por adelantado, o tan pronto como sea posible después de la finalización de sus labores, y también deben pagar por el trabajo realizado de la forma más puntual posible”.
El productor de la Unidad de Relaciones Mundiales de BBC, Stuart Hughes, advirtió que estos principios son “un trabajo en progreso, que no van a resolver los problemas que enfrentan los periodistas freelance de un día para otro. Asuntos como el estatus de los colaboradores o la compra de material específico siguen estando pendientes”, escribió dos días después de que la guía fue publicada.
Haz clic aquí para ver la guía y las organizaciones adherentes.
Imagen con licencia Creative Commons en Flickr, vía Fredrik Malm.