Maria Ressa es una ex corresponsal de la CNN, pero ninguna de sus experiencias en el terreno la preparó para la destructiva campaña de acoso online que ha sufrido desde la elección del presidente Rodrigo Duterte en 2016.
Periodista con más de 30 años de experiencia, Ressa es CEO y redactora ejecutiva de Rappler, un medio con una fuerte presencia en las redes sociales y con sede en Filipinas.
Además de ser amenazada, ha sido objeto de campañas de hashtags diseñadas para alentar ataques masivos para desacreditar tanto a ella como a las coberturas de Rappler.
Todos los periodistas del país que informan de manera independiente bajo la presidencia de Duterte han sido sometidos a un abuso online altamente coordinado y desenfrenado, cuenta la periodista. En especial si son mujeres.
“Nos hemos dado cuenta de que el sistema está creado para silenciar a la disidencia, y diseñado para hacer que los periodistas se vuelvan dóciles”, explica.
Estos ataques representan una amenaza real para la seguridad psicológica, digital e incluso física de los periodistas, añade. Pero ella se niega a ser intimidada por ejércitos online de "supertrolls", a los que considera parte de una campaña para desestabilizar la democracia en Filipinas.
El periodismo de investigación como herramienta de lucha
Su respuesta a las amenazas incluye piezas periodísticas de investigación sobre las relaciones entre el acoso online, la desinformación y la mala información. Ella cree firmemente que hay que “echar luz” sobre los abusadores.
Pero después de que Rappler publicara una serie de artículos que dan cuenta de los impactos corrosivos del "trolling" político organizado en Filipinas durante el mes de octubre de 2016, los abusos aumentaron de manera dramática.
En los días que siguieron a la publicación de la serie de Rappler, Ressa recibió un promedio de 90 mensajes de acoso por hora. Entre ellos, lo que describe como la primera “amenaza creíble de muerte” contra ella.
Sin embargo, considera que elevar la voz y no ocultar la situación le brinda protección a través de la concientización.
Pedirle al público leal que preste su ayuda
A principios de 2017, Ressa recibió una nueva amenaza que la dejó aturdida. Era el tipo de amenaza que cada vez más mujeres del oficio conocen: un llamado para que la violen y asesinen.
Ressa reaccionó como una periodista digital que comprende bien el poder de las audiencias. Le pidió ayuda a sus comunidades online para identificar al fabricante de esas amenazas, que estaba usando una cuenta de Facebook con nombre falso. Con el apoyo de sus seguidores, Ressa fue capaz de identificar a la persona: un estudiante universitario de 22 años. Cuando la universidad se enteró de sus actividades, se vio obligado a llamar a Ressa y pedirle disculpas.
Más adelante, en medio de una tormenta online provocada por un informe deliberadamente engañoso que citaba mal a Ressa, miembros activos y antiguos de las fuerzas armadas de Filipinas se apilaron con abusos y amenazas.
Una vez más activó a sus comunidades online y un "internauta" escribió una carta abierta al jefe de las Fuerzas Armadas del país, pidiéndole que interviniera. El militar se molestó por el incidente, ordenó una investigación y emitió una disculpa oficial.
Reforzar la seguridad, tanto online como offline
Ressa comenzó a darse cuenta de que las amenazas online para dañar a un periodista, o el acto de incitar a otros para hacerlo, deben ser tomados en serio. No se puede lidiar con esto simplemente bloqueando, silenciando, reportando, eliminando o ignorando, porque “no sabes cuándo estas personas podrían salirse del mundo virtual y colarse en el mundo físico”.
De modo que Ressa decidió mejorar la seguridad en las redacciones de Rappler y brindar protección a los periodistas que enfrentan el peor tipo de ataques online. En paralelo, reforzó las defensas digitales de seguridad.
Debido al enorme número de ataques no es posible rastrearlos uno a uno, explica Ressa. Pero Rappler está registrando cada amenaza y almacenando los datos para posibles acciones legales en el futuro.
Pedir a las plataformas que se hagan cargo
La página pública de Facebook de Ressa es objeto de unos 2.000 comentarios "feos" todos los días, según explica ella.
“La maquinaria de propaganda utiliza la plataforma para incitar a la violencia y luego tenemos que lidiar con gente real que cree en eso”, dice.
Ella rechaza la idea de que la responsabilidad de vigilar las plataformas recaiga sobre los periodistas, a los que les toca informar constantemente sobre situaciones violentas. Si bien reconoce la enormidad del desafío que afronta Facebook, Ressa está convencida de que la única manera de avanzar es que el gigante de las redes sociales asuma la responsabilidad del problema y acepte su papel como publicador de noticias.
Impactos emocionales y psicológicos
A las mujeres periodistas se les suele pedir que se “endurezcan” y se vuelvan más “resistentes”. Pero el efecto acumulativo del escarnio constante debe ser reconocido, no solo porque el daño incluye impactos bien documentados en el bienestar emocional y psicológico, sino también porque genera autocensura y produce una erosión en la propia confianza.
Ressa ha ofrecido orientación y apoyo a las periodistas de Rappler que se han visto afectadas, lo mismo que al equipo de redes sociales, que se encuentra en la primera línea de la batalla. También busca apoyar a otras mujeres que están sufriendo abuso online, y que no están tan capacitadas como el staff de Rappler.
"Nos unimos para ayudarnos mutuamente. Sabemos lo que está pasando: nos intentan intimidar. Nos protegemos entre nosotras. Y creo que lo superaremos”, dice. “Soy optimista; creo que estamos siendo forjadas por el fuego y emergeremos más fuertes”.
Julie Posetti es investigadora de periodismo en la Universidad de Wollongong y directora de capacidad editorial digital de Fairfax Media, Australia.
Este post fue publicado originalmente en The Conversation. Ha sido resumido y es reproducido aquí con permiso.
Imagen de Maria Ressa con licencia Creative Commons en Flickr, vía Franz Lopez.