No es ningún secreto que los periodistas enfrentan más obstáculos para hacer su trabajo que en décadas. En el último año, la libertad de prensa ha caído casi un cuatro por ciento en todo el mundo.
El problema se vuelve aún más grave cuando se mira a través de la lente del género. Las mujeres periodistas, en particular, son acosadas, abusadas y atacadas tanto en línea como físicamente, con el objeto de silenciarlas y disuadirlas de cubrir ciertos temas.
Eso le sucedió a Khadija Ismayilova, una periodista de investigación de Azerbaiján, que cubría casos de corrupción gubernamental en su país. Después de años de acosos, ataques relacionados con el género y arrestos, Ismayilova fue sentenciada a prisión por delitos que fueron inventados.
Ismayilova es uno de los muchos de ejemplos de alto perfil de periodistas enfrentándose a ataques de género para acallarlas. La abogada de derechos humanos Amal Clooney la tiene entre sus clientes. Pero su caso es indicativo de una tendencia más amplia, en la que el género se utiliza como un arma para atacar periodistas en todo el mundo. Y se trata de una tendencia que va mucho más allá de los comentarios en Internet.
Un panel organizado por el Newseum Institute y el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ por sus siglos en inglés) discutió el problema y las posibles formas de solucionarlo.
Molly McCluskey, una corresponsal freelance, explicó que estar al tanto del contexto y de las condiciones de seguridad es imperativo, incluso al trabajar en países que se supone son seguros para los periodistas.
"Creo que a cualquier lugar al que vayamos, siempre existe una posibilidad para todo, incluso en los lugares que una cree que son los más seguros para trabajar” dijo. "Me he sorprendido por la atención, las reacciones y las amenazas con las que inesperadamente he tenido que lidiar al bajar un poco la guardia”.
¿Segundo paso? Comprender que la violencia de género contra las periodistas es un problema complejo que abarca muchas culturas y que, como tal, demanda una solución igualmente variada, dice Courtney C. Radsch, directora de acciones de apoyo del CPJ en el nuevo libro de la organización: Attacks on the Press: Gender and Media Freedom Worldwide (Ataques a la prensa: género y libertad de medios en el mundo).
"Los esfuerzos para combatir y abordar el abuso en línea y la violencia de género surgen a menudo del mundo desarrollado y también tienden a reflejar sus condiciones, percepciones culturales y expectativas", concluyó un estudio realizado en 2015 por Best Practices Forum on Online Abuse and Gender-Based Violence Against Women and Girls (Foro de mejores prácticas sobre el abuso en línea y la violencia de género contra mujeres y niñas).
Y en una época en la que es poco realista esperar que los periodistas se queden fuera de las redes sociales, tanto la ley como las plataformas digitales tienen la responsabilidad de terminar con el acoso en línea, dijo Michelle Ferrier, ex periodista y fundadora de Trollbusters, una organización que brinda apoyo a las periodistas que sufren ciberacoso.
“Se trata de un tipo de actividad muy insidiosa" dijo Ferrier. “Así que necesitamos mejores leyes que lidien de verdad con la complejidad del tipo de actividad online de estas multitudes inteligentes”.
La violencia de género no es un problema exclusivo de las periodistas mujeres. El libro del CPJ destaca los desafíos que debe atravesar Katherine O’Donnell, una periodista transexual de Escocia, así como los periodistas transgénero de Uganda. Ni los hombres son inmunes a este tipo de violencia. Los esfuerzos para combatir los ataques relacionados con el género deben abarcar a todos los géneros.
El panel y el libro del CPJ traen apenas algunas voces y experiencias como aporte a la discusión sobre el acoso y la violencia hacia las mujeres periodistas. Es algo que Joel Simon, director ejecutivo del CPJ, destaca en la introducción.
“Claramente, muchas voces vitales están siendo suprimidas y, en consecuencia, falta parte de la información que necesitamos para darle sentido a un mundo complejo", escribió.
Mientras más periodistas de todos los géneros y culturas publiquen historias, más se desvanecerán los estigmas que dan origen a la violencia de género”, agregó, haciendo hincapié en la necesidad de una mayor representatividad de voces.
“Y si bien hablar abiertamente sobre el problema no necesariamente lo resolverá, hacerlo es un primer paso necesario para romper el llamado ‘código de silencio’” dijo Lara Logan, corresponsal de 60 Minutos.
“No me fue difícil hablar sobre el ataque que sufrí”, contó. “Creo que lo más difícil para las víctimas de la violencia sexual y la violación es que quieren enterrar lo sucedido muy rápidamente y mostrarle al mundo que están bien… He tenido jóvenes periodistas de Egipto y otros lugares viniéndome a ver para contarme lo que les habían hecho, y te das cuenta de que lo primero que necesitan es no llevar esa carga a solas”.
Puedes ver el panel completo a continuación (en inglés):
Imagen principal por Sam Berkhead. De izquierda a derecha Molly McCluskey, Michelle Ferrier, Martha Raddatz, Arzu Geybulla y Lara Logan.