Los Panama Papers me tomaron por sorpresa.
No debió haber sido así, ya que había hablado con Chris Roper en la víspera del lanzamiento de la filtración en un programa radial de Sudáfrica en el que participo. Chris es el director de la Red Africana de Centros de Periodismo de Investigación, ANCIR (por su sigla en inglés), un equipo que tuvo un papel importante en el desenlace de los Panama Papers.
Pero no tenía idea de la envergadura de lo que se estaba preparando, aunque él haya mencionado el tema en nuestra conversación.
¿Cómo lo lograron? Tuve la suerte de ser parte de un webinario organizado por Dow Jones y el Centro Internacional para Periodistas, que ofreció algunas ideas sobre quienes estuvieron involucrados en el proceso y su trabajo. Quedé muy impresionado.
Me enteré de la existencia de un grupo de periodistas ridículamente dedicados y dispersos en todo el mundo. Y tengo que decir que creo que la dedicación es absolutamente esencial para desentrañar la enorme cantidad de información que contenía el vertedero de datos más grande de la historia.
Aprendí que si quiero convertirme en un periodista medianamente decente debo desarrollar la capacidad de persistencia y convencerme de que lo que estoy haciendo será gratificante. Incluso si no lo es.
Se trata de creer en que descubrirás la verdad, incluso si no tiene nada de “noticiable”.
También aprendí sobre la importancia de confiar más allá de tu red de colegas.
Notablemente, a través de relaciones que ya tenían, los tentáculos de esta red de intercambio de información se expandieron alrededor del mundo.
Y quizás más notable aun es que nadie dejó que el gato se escapara antes del día que había sido establecido para la publicación simultánea de los Panama Papers. Durante los meses que llevó tamizar los datos, los periodistas involucrados interactuaron entre sí para descubrir cómo un funcionario corrupto de un país se vinculaba con una empresa de otro país. Así, los periodistas se respaldaron los unos a los otros.
La intención del proyecto era localizar nombres reales y rastrear el dinero. Si bien muchos de quienes están vinculados a la cadena de dinero offshore son conocidos o famosos sin ser políticos, los Panama Papers revelaron cómo estos evadían impuestos, cómo expatriaban el dinero de los contribuyentes o cómo aseguraban su riqueza obtenida de manera ilegal. La filtración aportó las pruebas de lo que se había sospechado durante años y que muchos periodistas y el público habían estado esperando.
También me enteré de la cantidad de discusiones que hubo para ver qué nombre se le ponía a semejante filtración de datos. Naturalmente, al tratarse de periodistas, puedo imaginarme el acalorado debate editorial que se armó.
Una de las personas de mi grupo de discusión durante el webinario hizo el comentario válido de que algunas historias que derivaron de los Panama Papers, sobre todo en la esfera africana, podrían haber estado mejor elaboradas. Pero esa observación puede no tener en cuenta situaciones en las que no hay tanta la libertad de prensa o un acceso cómodo a los recursos periodísticos. Algunos de los periodistas que participaron trabajaban en entornos complicados y estaban motivados simplemente por el deseo de exponer la corrupción en sus países de origen. Por otro lado, algunos periodistas recibieron una paga por contribuir con los Panama Papers, ya que eran freelancers y no podrían haber participado de otra manera.
Mientras algunas investigaciones pueden haber sido un poco livianas al comienzo, luego revelaron las pepitas relucientes bajo las que se encontraba el tesoro. Como sabemos, el primer ministro de Islandia renunció después de que fueron reveladas sus inversiones offshore y su homólogo británico también tuvo problemas debido a un fideicomiso familiar. El valor que estos hallazgos tienen para la democracia está fuera de discusión. Y si bien algunos dirigentes han tenido que enfrentar denuncias, hay otros cuya impunidad también ha sido expuesta. El trabajo de los periodistas es seguir hincándole el diente a toda esa información.
Lo que para mí quedó claro es que un proyecto así habría sido prácticamente imposible antes de que el mundo estuviera casi completamente conectado. ¿Imaginas a alguien enviando por fax semejante cantidad de materiales a todo el mundo? ¿O teniendo una teleconferencia a través de diferentes zonas horarias? ¿O teniendo alguna de las miles de dudas que desde luego surgieron?
Bienvenidos al poder de las investigaciones colectivas. Todos tenemos las herramientas que se necesitan en nuestros bolsillos o mochilas. Conectémonos, colaboremos y confiemos.
Nota del editor: Stephen Kirker es estudiante de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Wits de Johannesburgo. Fue parte del webinario organizado por Dow Jones y el Centro Internacional para Periodistas como parte de la clase del profesor Jeff Kelly Lowenstein.
Imagen con licencia Creative Commons en Flickr, vía Steven Depolo.