Las mujeres en Arabia Saudita han vivido grandes cambios en sus libertades en los últimos años. Gracias a dos fallos históricos de fines de 2017, por primera vez pueden ingresar a los estadios deportivos y conducir automóviles. Y la fotoperiodista saudita Tasneem Alsultan ha logrado capturar esos momentos históricos en todo su poder y alegría.
Junto a la fotoperiodista estadounidense Mary Calvert, Alsultan fue reconocida por la International Women’s Media Foundation con una de las dos menciones de honor de la edición 2019 del Premio Anja Niedringhaus a la Valentía en el Fotoperiodismo. Eloisa Lopez, una fotoperiodista filipina que centra su trabajo en mujeres y religión, recibió el máximo galardón.
"Estoy muy emocionada porque este año las tres ganadoras residimos y trabajamos en nuestros países de origen", dice Alsultan. "Eloisa es joven y acaba de entrar a la industria. Es un gran cambio respecto de lo que estamos acostumbrados a ver".
Criada en Arabia Saudita, Alsultan comenzó a trabajar fotografiando bodas. "Siempre me interesaron las normas sociales", cuenta.
Hoy, Alsultan es una fotoperiodista muy respetada que trabaja temas sociales, de derechos humanos y de género para publicaciones como National Geographic y The New York Times. Para ella, lo que marca una diferencia en su trabajo es su capacidad para acceder a espacios a los que los hombres no tienen acceso, así como su deseo de contar historias sobre su país que maticen los discursos dominantes.
"Siendo de aquí tengo un gran apego por las historias que cubro, y trato de que la gente se interese en las historias que provienen de Arabia Saudita y de los países vecinos", explica.
IJNet habló con Alsultan para comprender mejor qué motiva su trabajo, las historias que más le interesan y cómo es ser fotoperiodista en Arabia Saudita.
¿Qué ha significado para ti cubrir hitos históricos de tu país, como el hecho de que las mujeres puedan conducir e ingresar a estadios?
Ha sido genial. Creo que tienes que sentir curiosidad emocional e interés por las historias que eliges, porque si no hay nada en común entre tú y tus sujetos, la historia no te importará. Sean sujetos de mi país o de otro, si tenemos algo en común o compartimos algo, me sentiré involucrada y protectora y le daré a la historia la importancia que merece.
Cubrir eventos históricos ha sido muy importante para mí. La gente se abre y me ofrece algo que compartiré con el resto del mundo, de modo que debo honrarlos.
En tu Instagram hay una buena cantidad de fotografías de bodas. ¿Nos cuentas un poco sobre ellas?
Sí, se trata de un proyecto en curso, "Historias de amor saudí". Se me ocurrió estando divorciada, en base a mi trabajo como fotógrafa profesional de bodas. Como fotógrafa de bodas divorciada y exitosa, ¿qué más podría agregar? Todos nos enamoramos de la misma manera en todo el mundo.
Tan pronto como compartí el proyecto en Instagram, hubo gente diciendo: "Oh, Dios mío, se parece a nuestra historia" o "Me gustaría conocer a un hombre así". Es hermoso poder conectar a personas de todo el mundo a pesar de que las historias sean muy diferentes.
Luego pensé en quienes nunca se han casado, que enviudaron, que se divorciaron o que se volvieron a casar. Por más universales que sean esas historias, en Arabia Saudita hay problemas muy específicos: las mujeres aquí tenemos muchos más obstáculos que las mujeres de otros lugares del mundo, por lo que soy muy activa en la búsqueda de esas especificidades.
Cuéntanos sobre Rawiya, el colectivo de fotografía del que eres parte.
Rawiya comenzó como un colectivo solo femenino, pero ya se han sumado hombres. El año pasado llevamos adelante el proyecto “No elegimos a nuestros dictadores”. Se exhibió en Malasia y en Texas, Estados Unidos.
Medio Oriente es mayormente conocido por sus conflictos; todo lo que se informa sobre la región suele ser muy negativo. Y lo cierto es que ninguno de nosotros decide quiénes nos gobiernan. En Estados Unidos el pueblo votó a Trump, quien ha tomado varias medidas impopulares que la gente no acepta, pero de algún modo lo votaron. Con la muestra quisimos arrojar luz sobre el hecho de que en Medio Oriente no elegimos a nuestros dictadores, y no elegimos a nuestros gobernantes, pero ustedes en Estados Unidos tuvieron la oportunidad de votar y arreglar las cosas pero no lo hicieron. Entonces, ¿cuál es el problema y cómo lo solucionamos?
También usamos el colectivo para mostrar que en realidad las mujeres fotógrafas tenemos más acceso que nuestros pares masculinos a muchos ámbitos. Podemos encontrar enfoques particulares que un hombre no puede abordar de la misma manera. Podemos tener un acercamiento más íntimo con nuestros sujetos. Rawiya también sirve para visibilizarnos: hasta hace un tiempo no había bases de datos para contactar a fotógrafas mujeres, en especial en la región de Medio Oriente y Norte de África.
La sociedad generalmente espera que un hombre tenga un empleo “real”, como ingeniero, empresario, o que trabaje en algún sitio donde gane un salario fijo. De las mujeres no se espera eso así que tenemos más libertad para ser freelancers.
¿Fue sencillo para ti convertirte en una profesional de la fotografía?
No, y por eso siempre digo que uno puede convertirse en algo que nunca pensó que tendría la posibilidad de ser. La gente me decía que no iba a ser buena fotógrafa y que iba a abandonar la profesión ni bien empezara. Empecé y aquí estoy.
Siento mucha pasión por lo que hago. Nunca dejo de tomar fotos. Siempre tengo prisa por documentar y reunir tantas imágenes de mi país como sea posible. No hay suficientes. Somos solo 22 millones y nunca hemos tenido una base de datos para compartir todas nuestras historias. Solo nos han fotografiado hombres o extranjeros y extranjeras.
Tal vez en 20 años, pueda decir y demostrar que la comunidad LGBT, por ejemplo, existía en Arabia Saudita en el año 2018, o que había mujeres conduciendo camiones incluso antes de 2017. Tengo esas imágenes. Puedo probar que eso pasó. Sin esas pruebas, no tenemos nada.
¿Se puede contar con palabras lo mismo que puede contarse con una cámara?
Yo puedo compartir mis imágenes con alguien que es analfabeto, o que no hable mi mismo idioma, y aun así sentiría la emoción que estoy tratando de transmitir. Pueden sentir felicidad o tristeza y preguntarse por qué la mujer de la foto sonríe, por ejemplo. Es porque asistió a su primer juego de baloncesto o porque sostuvo por primera vez el volante de un coche.
Todas esas emociones no suelen necesitar palabras y pueden compartirse con cualquier persona del mundo. Las fotos cuentan con una audiencia inmensa que la escritura muchas veces no tiene.
Todas las imágenes son de Tasneem Alsultan.