Anya Schiffrin, directora del programa de Medios y Comunicaciones de la Escuela de Asuntos Internacionales y Públicos de la Universidad de Columbia, nos introduce en este libro que editó y compiló recientemente: "Global Muckraking: 100 años del periodismo de investigación en todo el mundo".
Global Muckraking: 100 años del periodismo de investigación en todo el mundo (New Press) es la primera antología de periodismo de países en desarrollo que se remonta al siglo XIX. Incluye 46 piezas icónicas para el periodismo, cada una con una introducción de un periodista, académico, historiador o activista que explica por qué fue tan importante ese artículo y qué tipo de impacto tuvo (o no) luego de ser publicado.
Escuadrones de muerte, condiciones laborales brutales, tráfico de personas, excesos policiales, corrupción, colonialismo violento, maltrato a las mujeres, desastres naturales y escasez de alimentos; todos estos temas fueron cubiertos por periodistas en el pasado y muchos de ellos pagaron un precio muy alto por sus publicaciones.
El periodista de Mozambique Carlos Cardoso murió bajo circunstancias misteriosas mientras trabajaba para un reportaje. Lo mismo ocurrió con Henry Nxumalo, reportero estrella del Drum, quien se desempeñaba en Sudáfrica durante el Apartheid. Otros profesionales fueron hostigados o excluidos. El periodista chino Liu Binyan alguna vez fue uno de los mejores de su país y era apodado la "conciencia de China", pero fue expulsado dos veces del Partido Comunista, enviado al campo y hoy es casi completamente desconocido.
Algunas de estas heroicas personas se convirtieron en periodistas sólo por correr la voz en todo el mundo de las injusticias que habían presenciado. Benjamín Saldaña Rocca en Perú y ED Morel en Bélgica estaban tan indignados por el trato terrible que existía hacia los trabajadores del caucho que se convirtieron en periodistas y fundaron periódicos con el fin de exponer la brutalidad que estaba ocurriendo. A menudo, la publicación de reportajes provocó boicots e indignación pública. Otras veces no ocurrió lo mismo. Pero incluso en esas circunstancias el hecho de haber registrado los acontecimientos valió la pena. No hubo ayuda alimentaria a la Rusia de Stalin después de que Gareth Jones diera la noticia en 1930 de la hambruna que vivía el país, pero el periodista proporcionó información valiosa para los historiadores que abordaron el tema años después. El escalofriante relato de la periodista chilena Patricia Verdugo sobre uno de los escuadrones de la muerte que operaban en la dictadura chilena de Pinochet fue utilizado más tarde por investigadores que buscaban reconstruir qué era lo que había sucedido en aquel período.
Los periodistas del pasado utilizaron algunas de las técnicas que se implementan hoy en día en el periodismo: fueron de incógnitos, buscaron testigos, entrevistaron a sobrevivientes e hicieron muchos esfuerzos por verificar lo que habían escuchado de segunda mano. Las personas que se oponían a la publicación de sus reportajes también usaron tácticas que conocemos en la actualidad: contrataron lobistas, abogados y profesionales de las relaciones públicas para realizar presiones o incluso, en ocasiones, acudieron a la violencia.
Después de dos años de trabajo con Global Muckracking (con la ayuda de varios investigadores y expertos de todo el mundo) me siento inspirada y no deprimida. La lectura de los reportajes del pasado nos recuerda que el periodismo es importante, que puede hacer una diferencia y que todavía existen posibilidades en este mundo lleno de injusticias.
Este post fue publicado originalmente en Global Investigative Journalism Network y es reproducido en IJNet con permiso.
Anya Schiffrin es directora del programa de Medios y Comunicaciones de la Escuela de Asuntos Internacionales y Públicos de la Universidad de Columbia.
Imagen con licencia Creative Commons, vía Auntie P en Flickr.