En alianza con nuestra organización matriz, el Centro Internacional de Periodistas (ICFJ), IJNet conecta a periodistas con expertos en salud y redacciones internacionales a través de una serie de seminarios web sobre COVID-19 como parte del Foro de Cobertura de la Crisis Mundial de Salud.
El presente artículo corresponde a nuestra serie sobre el coronavirus. Entra aquí para leer más.
“Los periodistas no deben fomentar noticias sobre la vacuna COVID-19 que tienen mucho de ciencia ficción por detrás”, recomendó la bioquímica clínica Valeria Torres (Ecuador), quien participó junto al epidemiólogo Francisco Rossi Buenaventura (Colombia), del seminario web “Preguntas y respuestas sobre la vacuna más esperada del mundo”, organizado por el Foro de Cobertura de la Crisis Mundial de la Salud del Centro Internacional para Periodistas (ICFJ) y la Red Internacional de Periodistas (IJNet). La moderadora fue Aleida Rueda, periodista científica mexicana, quien escribe para SciDev.Net y Salud con Lupa y es la actual presidenta de la Red Mexicana de Periodistas de Ciencia.
Torres, master en Epidemiología y Salud Pública y ganadora de la beca Chevening para estudiar Epidemiología de las enfermedades infecciosas y resistencia a los antimicrobianos en la Universidad de Glasgow, consideró en que “hemos llegado a un punto en que hay una brecha gigantesca” en el mundo, que “no solamente es una brecha económica”, sino que es “entre el conocimiento de la salud y la ciencia y todo lo demás”.
Puso como ejemplo que un periódico de su país publicó con grandes titulares que “Rusia ya tiene la vacuna contra la COVID”. Sin embargo, ingresando a la página especializada ClinicalTrials.gov, cuyo uso recomendó a quienes realizan cobertura sobre el coronavirus, se puede advertir que dicho titular no se sostiene en bases médicas o científicas, ya que “al observar recientemente la evolución del proceso, encontramos que la vacuna rusa se detuvo en la fase 2: tenía solo tenía 33 participantes, un grupo muy pequeño y limitado de personas”.
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Los periodistas deben adquirir conocimiento, entrenamiento y asesoramiento médico para poder informar en qué estado está la esperada producción de la vacuna contra el coronavirus, advirtió Torres. Recomendó el manejo de sitios web como ClinicalTrials.gov que permite que, a través de la búsqueda de palabras como “vacuna” y “COVID”, se puedan observar mapas de cada país y hacer un seguimiento de cada investigación en las que se desarrolla la vacuna. Así, se puede comprobar directamente qué es lo que se está haciendo en cada proceso, en qué fase se encuentran y cuál es la intervención, a fin de no divulgar informaciones no certificadas que solo alimentan falsas expectativas.
Rossi Buenaventura, asesor senior de la Fundación Ifarma y médico epidemiólogo con amplia experiencia en salud pública internacional, tiene una visión bastante crítica acerca de la vacuna más esperada del mundo.
“Lo que nos está pasando tiene mucho más que ver con asuntos de política y economía que con la salud. Tenemos a los llamados países ‘líderes’ compitiendo para ver cuál va a ser el primero en ofrecer una vacuna. Se mezcla el interés de muchas empresas y países. El que tenga la vacuna, o que tenga un tratamiento eficaz para la COVID-19 va a haber hecho el negocio de la década”, destacó.
El epidemiólogo considera que existe un problema por registrar la propiedad intelectual, “más peligrosa que el virus”. Relató que, en épocas anteriores, en los países en desarrollo no existía el afán de registrar patentes de medicamentos o vacunas, hasta que se creó la Organización Mundial del Comercio en 1995. “Desde entonces, los países pobres, fuimos obligados a otorgar patentes para medicamentos a cambio de formar parte del comercio internacional, para que compren nuestros productos”, enfatizó.
En consecuencia, la investigación científica en salud, antes una actividad muy compartida y dirigida desde el sector público, se sectorizó, se fragmentó. “Hoy hay 250 instituciones, empresas, universidades, que están haciendo cada una su trabajo, no lo comparten con el vecino, porque si llegan a compartir pueden no obtener la patente, el trabajo no queda protegido y no es negocio”, indicó.
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Rossi Buenaventura aseguró que esta situación es grave. “El secretario general de las Naciones Unidas en abril de este año dijo que la COVID-19 es un problema que la humanidad debe enfrentar como especie. La respuesta de los gobiernos de los países ricos y de las empresas que están trabajando en los países ricos, con pocas excepciones, es que esto es un negocio en que cada uno va a buscar su respuesta, vamos a competir por cuál es mejor y vamos a salir al mercado. De este modo, lo que estamos haciendo en busca de la vacuna para el coronavirus es mucho más demorado, muy ineficiente, duplica muchísimos esfuerzos y nos está saliendo carísimo”, apuntó.
El especialista consideró que la investigación acerca de la vacuna se maneja entre unos pocos países ricos del Norte del planeta. “Nuestros ministros de salud no participan de los avances. Somos los últimos de la lista. El primer millón de vacunas se quedará en el país que lo produjo, los cien millones siguientes para el resto de la población de los países ricos, y los cien millones que sigan, para los países más pobres de ingreso medio o de ingreso medio alto. Nos va a tocar pagar por la vacuna el mismo precio que se pagará en los países del norte, pero esperaremos mucho más, por ser los terceros en la fila”, indicó.
Puedes mirar el seminario web entero aquí:
Imagen con licencia creative commons en Unslpash, vía Dimitri Houtteman.