El periodismo ha sido parte de la vida Miranda Patrucić desde que tiene memoria.
A los 16 años empezó a trabajar en medios locales de su ciudad natal: Sarajevo, Bosnia-Herzegovina. Después de ser asistente de proyectos en Freedom House, se convirtió en traductora e investigadora del Centro de Periodismo de Investigación de Sarajevo.
“Un día iba caminando por la calle y vi un cartel que decía ‘grupo de desarrollo periodístico’", cuenta. “Miré el cartel y me dije que el periodismo debía cambiar en Bosnia”.
Rápidamente descubrió que sus antecedentes en los negocios, combinados con un buen ojo para revisar documentos y datos, la hacían estar bien equipada para avistar delitos en los escalafones más altos de la sociedad. Esto se hizo evidente cuando se unió un equipo que estaba investigando cómo el gobierno de Bosnia le había dado al primer ministro un departamento de forma gratuita, una historia que al ser publicada llevó a este jerarca a su renuncia.
Después Patrucić se unió a The Organized Crime and Corruption Reporting Project (OCCRP). Como periodista de investigación y editora regional de la organización, Patrucić ha descubierto casos de corrupción gubernamental en Europa del Este y Asia Central que condujeron a investigaciones oficiales, condenas de prisión y renuncias de funcionarios, además millones de dólares en multas y propiedades confiscadas.
“Siento que esto es lo que debía hacer con mi vida, y estoy satisfecha porque realmente me doy cuenta de que tenemos el poder de hacer una diferencia, sin importar dónde estemos", dice.
Patrucić estuvo involucrada en las investigaciones de los Panamá Papers, que destapó las cuentas offshore del presidente azerbaiyano y su familia. También ayudó a dirigir el "Proyecto Khadija", un esfuerzo de investigación que lleva el nombre de su amiga y colega Khadija Ismayilova, que fue encarcelada en Azerbaiyán a raíz de sus investigaciones.
Días antes de aceptar el Premio de Periodismo Internacional ICFJ Knight 2016, hablamos con Patrucić sobre cómo investigar al poder y destapar casos de corrupción.
¿Cómo decidiste que querías ser periodista de investigación?
Una de las cosas más importantes para los periodistas es el instinto, especialmente si tu instinto es bueno. A veces con solo leer algo me doy cuenta de que algo no anda bien. Lo investigo, y resulta que no está bien. Creo que el instinto realmente ayuda si tienes tiempo y recursos. Por supuesto que no todo el mundo puede permitírselo, pero creo que si eres muy sistemático en tu investigación, si miras debajo de cada piedra, si prestas atención a los detalles y si trabajas duro, largas horas, y no te rindes, conseguirás tu historia.
¿Cómo encuentras a las personas adecuadas para entrevistar? Obviamente, los funcionarios que estas investigando no querrán hablar…
Creo que mi ventaja es que parezco ingenua. Empiezo con personas de cargos inferiores y trato de no hacerles preguntas difíciles. Lo que hago es escuchar. Creo que ese suele ser un problema de los periodistas: la gente dice cosas importantes y no escuchamos. Así que voy a conocer gente y preguntarles sobre su trabajo. Les pregunto cómo funcionan las cosas y cómo es el sistema. En primer lugar, eso les ayuda a relajarse. No te ven como un periodista atemorizante y enemigo. Y porque se relajan, empiezan a hablar y decir cosas. Estas personas nunca tienen la oportunidad de hablar de lo que están orgullosos, de lo que hacen, y eso que lo hacen ocho horas por día. Así que comienzo desde allí y luego, poco a poco, me acerco a lo que realmente me interesa.
Cuando revisas documentos, ¿a qué prestas mayor atención?
A los nombres y las fechas. Me fascinan las líneas de tiempo y las listas de nombres. A veces esos nombres no significan nada. Muy a menudo sientes que los ves por primera vez. Pero luego de semanas de investigación, de repente alguien lo menciona de nuevo o lo ves en otro lugar, y la cosa comienza a tener sentido.
¿Te preocupan las posibles repercusiones de tu trabajo? ¿Qué haces para mantenerte segura cuando investigas a los poderosos?
Nadie puede decirnos que dejemos de hacer lo que estamos haciendo. Recibo advertencias bastante seguido, del tipo: “no deberías estar haciendo esto, es demasiado peligroso, no deberías hacer esta historia”. He recibido amenazas de muerte. Así que he tenido problemas por ejercer mi labor periodística.
Pero por otro lado, siempre he pensado que el periodismo es tu defensa; que el periodismo no es una venganza. No trabajas en esto para inventar falsedades o tergiversar los hechos. Si haces algo mal y yo lo descubro, es la verdad y mi juego ha sido limpio. No deberías haber hecho nada malo si no querías verlo publicado.
Todos los periodistas con los que trabajamos enfrentan consecuencias. Tratamos de protegerlos no dando sus nombres y siendo listos respecto a la forma que trabajamos con ellos. Ojalá pudiéramos decir públicamente: "estas son todas las personas que deben ser admiradas por su fuerza o por el trabajo que hacen". Lamentablemente no podemos porque correrían peligro. Pero creo que su trabajo habla por sí mismo y que, como periodista, nunca debes rendirte, porque si todos nos rendimos, las autoridades tomarán nota y todas las investigaciones se detendrían. Y eso tendría consecuencias no solo en un país, sino en todo el mundo.
¿Qué te impulsa a hacer el tipo de trabajo que haces?
La forma en que el mundo funciona y la represión que hay. Cada vez hay más periodistas silenciados. Si puedo hacerlo, quiero seguir dándole una voz a la gente que no tiene voz. Quiero hacer del mundo un lugar mejor. Me gustaría hacer un trabajo que marque una diferencia.
Imagen de Sam Berkhead.