El rostro latinoamericano de los Panama Papers

por Ana Prieto
Oct 30, 2018 en Periodismo de investigación

La investigación de los Panama Papers ha sido sin duda el hito periodístico del año, no solo por las revelaciones que han sacudido –y prometen seguir sacudiendo– estructuras del poder político y financiero internacional, sino también porque ha dejado en claro que, en un mundo con secretos globales, serán imprescindibles la colaboración y el continuo perfeccionamiento de plataformas tecnológicas al servicio del periodismo.

En la Media Party de Buenos Aires, los periodistas que trabajaron con parte los 11,5 millones de documentos de la firma panameña Mossack Fonseca tuvieron un papel protagónico. La española Mar Cabra, directora de la Unidad de Datos e Investigación del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por su sigla en inglés) estuvo a cargo de una de las charlas inaugurales del evento, y también del concurrido taller Tienes una filtración, ¿y ahora qué? Pero además acompañó a periodistas de Argentina, Venezuela y Perú en una sesión especial en la que contaron los desafíos de trabajar con la filtración de datos más grandes de la historia.

“Desde el Consorcio miramos todo desde un punto de vista global, pero son ellos los que hacen el trabajo sobre el terreno y le dan valor local a esa filtración”, dijo Cabra, para darle la palabra a los periodistas que trabajaron y siguen trabajando con el flujo de los Panama Papers: de Argentina, Maia Jastreblansky y Ricardo Brom de La Nación Data, y la periodista independiente y ex becaria ICFJ Knight Sandra Crucianelli; de Perú Nelly Luna Amancio de OjoPúblico y Milagros Salazar de Convoca, y de Venezuela Katherine Pennacchio de Armando.info.

La historia es conocida: una fuente no identificada entregó 2,6 terabytes de información al diario alemán Süddeutsche Zeitung, que tras comprender lo que tenía entre manos se comunicó con el ICIJ que, a su vez, convocó a cientos de periodistas para revelar lo que ocultaban esas montañas digitales de documentos. Algunos de ellos se desempeñan en medios tradicionales con una fuerte impronta de innovación, y otros en medios jóvenes, online y sin experiencia previa en investigaciones transnacionales, como OjoPúblico. “Trabajar con el ICIJ fue una oportunidad que no podíamos rechazar”, dijo Nelly Luna Amancio, su fundadora y editora. “Formamos un equipo de cinco personas para analizar, contrastar y reportear. Y encontramos lo que a grandes rasgos define a América Latina: el gran esquema de desigualdad que imponen ciertos grupos con poder político o económico para establecer esquemas financieros que les permiten evadir impuestos”.

Uno de los países más complicados para trabajar en los Panama Papers fue Venezuela, donde una colega de Katherine Pennacchio incluso perdió su trabajo tras la publicación de hallazgos que involucraban a la compañía petrolera PDVSA, a empleados cercanos a Hugo Chávez y a un famoso pastor evangélico. “Es muy difícil conseguir datos en Venezuela. No hay leyes de acceso a la información y pedir que un funcionario te hable es casi imposible”, señaló Pennacchio. “Pero mirando hacia fuera, buscando entre documentos de otros países, podemos seguir haciendo grandes investigaciones”.

Sandra Crucianelli, periodista de datos independiente que se sumó recientemente a la investigación, con el foco puesto en su ciudad natal de Bahía Blanca en Argentina, ha encontrado una ristra inesperada de nombres locales sobre cuyas historias está trabajando. “Las líneas de investigación y las posibilidades de alianza que abrió la filtración han reforzado mi vocación por el periodismo”, dijo.

Maia Jastreblansky, de La Nación Data, equipo que, junto con Canal 13 de Buenos Aires reveló la presencia del presidente Mauricio Macri en la dirección de una empresa offshore, opinó que la publicación de los Panama Papers podría llegar a movilizar a la opinión pública hacia leyes globales y transparentes: “Las sociedades offshore per se no son ilegales y tal vez sea hora de que el mundo se pregunte si ese sistema debería seguir siendo así. El crimen organizado y los delitos financieros son globales. Y los periodistas tenemos que empezar a trabajar de manera global también”. Para su colega, el tecnólogo Ricardo Brom, los Panama Papers son una suerte de “storytelling sin fin”: “Siguen apareciendo historias nuevas. Para mí ha sido fantástica la posibilidad de colaborar internacionalmente, de ver la pasión con la que se escribían los hallazgos, y de trabajar con ese gran equipo técnico”.

La peruana Milagros Salazar, quien ya había participado en proyectos anteriores del Consorcio, quedó a cargo de las palabras finales. “Lo que más me conmovió del trabajo con los Panama Papers fue la decisión de un grupo de periodistas de hacer lo que hubiera que hacer para sacar a la luz esa información”, dijo. “Yo viajé a Alemania a la reunión inicial de coordinación, y ver una sala llena de periodistas de todos los continentes reunidos con el único objetivo de trabajar juntos en este nuevo proyecto fue muy emocionante. Me di cuenta del gran poder del trabajo colaborativo”.

Foto: Track Panama Papers en Buenos Aires Media Party. De izquierda a derecha Nelly Luna Amancio, Katherine Pennacchio, Sandra Crucianelli, Mar Cabra, Maia Jastreblansky, Ricardo Brom y Milagros Salazar.