El fact-checking funciona. Sirve para que la gente esté mejor informada y cambie su comportamiento compartiendo menos desinformación, cuando le advierten que lo es. Una nueva medición, esta vez realizada en Estados Unidos con videos de Factchequeado en español, confirmó lo que investigaciones académicas anteriores hechas en la Argentina, Sudáfrica, Nigeria y Reino Unido habían señalado (ver acá y acá).
Pese a sus detractores, que atribuyen al supuesto "fracaso del fact-checking" la victoria de líderes mentirosos así como la debilidad del sistema democrático, la polarización y otros males del momento, lo que estas investigaciones ponen en evidencia es que esta técnica o estrategia para contrarrestar la desinformación es eficaz.
Claro que no es suficiente por sí sola y que la clave de su éxito es llegar a más personas, especialmente a aquellas que no se informan con los medios y canales informativos tradicionales. Llegar a los desiertos informativos y servir a los huérfanos de información.
El experimento se realizó con una muestra de 1.000 latinos y latinas representativa de todo Estados Unidos. Se les preguntó antes y después de ver un desmentido de Factchequeado en formato de video que había sido publicado en Instagram, entre el 10 de agosto de 2022 y el 30 de enero de 2023. Los videos abordan cinco narrativas desinformantes reales que fueron verificadas.
- “Los hombres van a poder entrar al baño de niñas, por las leyes de apertura hacia la identidad sexual”.
- “Los inmigrantes indocumentados están votando”.
- “El IRS impone más impuestos a la clase media y es usado como brazo represor del gobierno”.
- “La identificación REAL ID aplicará únicamente a aquellos con ‘estatus legal permanente’”.
- “Después del huracán Ian, se vieron tiburones en las calles”.
El cuestionario planteaba a los encuestados si habían escuchado estas narrativas, qué grado de credibilidad les daban, si estaban motivados para votar en las próximas elecciones y a qué candidato pensaban votar.
También se les pidió que calificaran la confiabilidad y la simpatía del periodista de Factchequeado que protagoniza los cinco videos, Rafael Olavarría, en una escala entre 0 y 100. El verificador recibe buenas notas por parte de los encuestados, tanto en confianza como en simpatía. Además, esa buena calificación es homogénea y no cambia significativamente entre grupos de edad, géneros o afiliación política.
La mayoría de los encuestados habían estado expuestos a las narrativas desinformantes. Sólo hay un caso en el que menos de la mitad de los participantes había escuchado la desinformación previamente. Se trata, además, del caso con menos implicaciones políticas, porque se refiere a tiburones en las calles.
Pese a que se trata de narrativas que gran parte de los encuestados conocen, hay un grado muy alto de incertidumbre sobre ellas. En los cinco casos un porcentaje muy alto de los encuestados, superior al 55%, no sabían si la afirmación era cierta o falsa antes de ver el desmentido. La cantidad de personas que dudan supera el 60% en cuatro de los cinco casos.
Además, entre los que tienen las cosas claras también hay datos preocupantes. El porcentaje de los que creen que la desinformación es verdad es muy alto. De hecho, en tres de los cinco casos hay más personas que creen que la desinformación es verdadera que las que creen que es falsa.
Ver los videos de verificación tiene efectos relevantes. En la mayor parte de los casos se producen mejoras en la precisión de los juicios de los encuestados superiores a las que aparecen en el grupo de control, aunque también hay algunos datos que muestran efectos que pueden resultar preocupantes.
Los datos recogidos en este experimento pintan un escenario que evidencia la importancia de las verificaciones dirigidas a las comunidades latinas. Un porcentaje muy alto de la población latina ha visto las narrativas desinformantes por las que se le pregunta antes del experimento y la gran mayoría o se creen la desinformación o, al menos, tiene dudas sobre el tema. Los videos con verificaciones consiguen que mejore la precisión de las evaluaciones de las personas que los ven en gran parte de las ocasiones. Los datos muestran que los desmentidos logran que una parte de los encuestados con dudas descubra que se trata de una desinformación e incluso hacen que personas que creían que la desinformación era cierta se den cuenta de que es falsa.
El experimento sobre las verificaciones mide la eficacia de una de las soluciones que se están usando para mitigar esas vulnerabilidades. Los datos muestran que el grado de exposición de las comunidades latinas a las narrativas desinformantes es alto. En cuatro de los cinco casos, más de la mitad de los encuestados habían escuchado la desinformación.
Lo que es peor: la desinformación había sido efectiva y tenido consecuencias. La mayoría de los encuestados, en más de la mitad en todos los casos, estaban confundidos sobre el tema. Además, entre los que tenían las narrativas desinformantes claras un porcentaje muy elevado, entre el 18% y el 34%, creía erróneamente que la desinformación era cierta. Estos datos muestran claramente la necesidad de información fiable que tienen los latinos en Estados Unidos.
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Imagen cortesía de Factchequeado.