“El último mes y medio ha estado muy fuerte contra el periodismo independiente en Cuba; y el periodismo independiente es todo lo que hago, todo lo que soy”. Así resume Marta María Ramírez los tiempos convulsos que vive el gremio en la isla y, por consecuencia, los que vive ella misma. El martes 13 de septiembre la periodista y madre soltera atendió una videollamada para contar su historia de persecución en Cuba y posterior exilio. Mientras, intercambiaba palabras con Nina -su hija pequeña-, y juntas dibujaban un gato de colores. Hace menos de dos meses que están en Alemania escapando del país donde Ramírez no puede ejercer el oficio de forma independiente por ser una actividad ilegal por decreto estatal. Para enero de 2023 debe decidir si volver a Cuba o quedarse allí.
Más tarde se uniría a la conversación Yanelys Núñez, redactora en la revista cubana Alas Tensas, periodista y artista cubana radicada en Madrid desde el 2019. Ambas son parte activa de la campaña Casa Palanca, el proyecto impulsado por 20 periodistas mujeres con el objetivo de construir una casa-refugio para mujeres periodistas y comunicadoras en Cuba. “Un espacio de vinculación, protección, y apoyo emocional y psicológico” para las colegas que sufren persecución y hostigamiento por parte de los agentes del Estado.
A comienzos de año, durante 40 días, tuvieron activa una campaña de crowfounding en la plataforma Verkami con el objetivo de recaudar EUR25.000. A pesar de que no alcanzaron el total, la campaña fue una forma de alertar a los medios internacionales sobre la situación de la prensa en el país, y más precisamente, la de las mujeres periodistas.
Uno de los últimos informes de Article 19 sobre la libertad de expresión en Cuba, publicado el 18 de enero de 2022, le pone cifras a lo que Ramírez y Núñez cuentan con sus palabras y experiencias.
El organismo internacional ha documentado cómo las agresiones y la persecución contra periodistas en la isla van en aumento, y cómo las mujeres periodistas están mayormente vulneradas. Para el primer semestre de 2021, Article 19 documentó 321 agresiones contra periodistas. Entre el 2020 y el 2021, las detenciones arbitrarias de periodistas aumentaron un 40%, y las campañas de desprestigio, un 80%. El promedio de veces al año que podría ser agredido un periodista aumentó de cinco veces en 2019, a ocho veces en 2021; y para las mujeres periodistas, podría ser de ocho ocasiones en 2020, hasta 11 en 2021.
Según Ramírez —que ha sufrido numerosas amenazas contra su integridad física y la de su hija—, “en la arremetida del último tiempo la mayor parte de las personas que han renunciado [de los medios] han sido mujeres y personas no binarias. Y mucha de esta gente ha estado trabajando sobre el tema del Código de la Familia”. Es este mismo Código (Ley N° 1.289) que el gobierno está usando contra mujeres periodistas y esposas de periodistas, activistas y artistas para amenazarles con quitarle la patria potestad de sus hijos e hijas. Las causas pueden ser “cuando se observe una conducta peligrosa o incumplan con el deber de inculcarles el amor a la patria, el respeto a sus símbolos y la debida estimación a sus valores, el espíritu internacionalista, las normas de la convivencia y de la moral socialista”, explica Article 19 en su informe.
En medio de este contexto, impulsar una iniciativa como Casa Palanca, para Núñez, es la manera de darle cobijo a las colegas expulsadas reiteradas veces de las viviendas que rentan por presión del gobierno, o a mujeres que hasta se les ha negado un “tratamiento de reproducción asistida” debido al oficio que ejercen. También de “generar conciencia en la sociedad civil y en los directores de medios sobre las vulnerabilidades a las que están expuestas las mujeres periodistas”, dijo. Y aseguró que en los medios “no hay sensibilización sobre la situación de las mujeres ni les interesa conocer”, y que quienes los dirigen “tienen cero cuidados”. Recordó lo que le contó una colega, que en 10 años nunca tuvo vacaciones.
A pesar de las consecuencias por comprometerse en la campaña —como amenazas de muerte, cuestionamientos públicos, interrogatorios por parte de los agentes del Estado—, las periodistas resaltaron que “por primera vez se unieron 20 mujeres cubanas más allá de toda ideología para hablar de nosotras como un todo, como mujeres periodistas independientes”. Actualmente están utilizando las redes sociales del proyecto para visibilizar “los rostros de las mujeres periodistas cubanas, sus investigaciones y proyectos”, y también denunciando cualquier situación irregular contra ellas. Dijeron que del grupo que impulsa el proyecto algunas mujeres están exiliadas por presiones políticas, y otras están “reguladas”, “una condición que inventó el gobierno cubano para prohibirles la salida del país sin motivo”.
“Este proyecto podría no solo ser para Cuba, sino para América Latina, donde hay poca representatividad de mujeres en los medios. Ojalá en países con menos represión e instituciones más fuertes que las nuestras se pueda replicar esto”, explicó Ramírez. Sobre su viabilidad en Cuba, ella cree que necesitan un descanso debido a la situación compleja que atraviesa el país: “todo el mundo está en la incertidumbre; están exiliando de manera forzosa a periodistas”. Mientras se realizaba esta entrevista, el periodista Nelson Julio Álvarez Mairata escapaba de Cuba hacia Alemania.
Si bien las periodistas ven en el exilio la única solución actual para el gremio en Cuba —aunque no todas tienen la posibilidad de hacerlo por la falta de recursos o porque el mismo gobierno se lo impide—, Ramírez enfatizó que tiene un “montón de desventajas”: “tiene un costo a nivel personal, y lo tiene también para el periodismo. Es cada vez más difícil hacer ese recambio, se pierden prácticas y se pierden continuidades. Se hace muy difícil sistematizar las resistencias” en Cuba.
Imagen de Juan Luis Ozaez en Unsplash.