Cuestiona y chequea la información, incluso si llega de fuentes policiales

por Danielle Kilgo
Apr 20, 2021 en Temas especializados
Police car

La muerte de Adam Toledo, de 13 años, bien podría haber aparecido en los titulares internacionales el 29 de marzo de 2021, día en que fue asesinado a tiros en Chicago por un oficial de policía, si la el discurso oficial hubiese sido diferente.

Pero los primeros informes del incidente se basaron en un comunicado de la Policía que afirmaba que Toledo murió en un "enfrentamiento armado". También se publicó la imagen de un arma recuperada en el lugar. Durante una audiencia de fianza del hombre que había estado con Toledo cuando comenzó la persecución, los fiscales dijeron que había un arma en la mano de Toledo cuando la Policía lo mató a tiros.

 

 

Imágenes de la cámara de la Policía publicadas dos semanas después ahora arrojan dudas sobre la precisión de la narrativa oficial. Un breve videoclip muestra una persecución que termina con Toledo girando su cuerpo hacia el oficial con los brazos en alto. No hay arma en sus manos cuando se dispara el tiro.

La oficina del fiscal de estado del condado de Cook dijo que el fiscal del caso "no se informó completamente" antes de hablar. Otros van más allá, diciendo que el fiscal mintió.

De cualquier manera, las imágenes de la cámara corporal cambiaron la narrativa.

Como alguien que se dedica a la investigación de la cobertura mediática de la Policía, creo que la muerte de Toledo expone un punto ciego en el periodismo: una tendencia a seguir la narrativa de "dijo la Policía" sin cuestionar si es correcta.

¿Fuentes no confiables?

Los periodistas son responsables de crear el primer borrador de la historia. Para ello, la profesión cuenta con rutinas y normas que ayudan a producir noticias de forma sistemática. Quienes se ocupan de las noticias de última hora suelen basarse en relatos y declaraciones de fuentes oficiales, en general de políticos, policías y portavoces.

Se trata de personas con las que los periodistas pueden trabajar con regularidad; son más accesibles bajo la presión de un deadline, especialmente si amigos y familiares de una víctima son difíciles de localizar o están menos dispuestos a hablar con la prensa. E incluso si los funcionarios se equivocan o dicen algo difamatorio, un periodista a menudo puede reproducir sus palabras sin consecuencias.

Todo esto le da a la Policía la oportunidad de dar forma a la versión inicial del evento, y esa versión llega a la conciencia pública antes que la de las víctimas y sus familias.

Pero a menudo lo hacen de una manera incompleta, engañosa o que tiene intenciones estratégicas. Las declaraciones oficiales pueden, adrede o no, retener u omitir información. En el caso de Toledo, la declaración original dada a los medios el día del tiroteo mencionaba que "un delincuente armado", un "masculino", huyó de la policía y se produjo un "enfrentamiento". "El oficial disparó su arma dándole al delincuente en el pecho".

No se menciona que, como se supo más tarde, que el arma aparentemente fue arrojada y que Toledo estaba levantando las manos. El informe del incidente puso a Toledo como un "NN" de entre 18 y 25 años, con lo que no reveló que se trataba de un niño.

De manera similar, el 26 de mayo de 2020, un día después de la muerte de George Floyd en Minneapolis, la Policía de la ciudad emitió un comunicado a los medios con el título "Hombre muere después de un incidente médico durante interacción con la policía". Señalaba que el "sospechoso" había "resistido físicamente" y murió después de "sufrir un fallo médico". No dice que un policía inmovilizó a Floyd con su rodilla sobre el cuello durante más de nueve minutos.

Solo unos meses antes, en el informe policial que documentaba la muerte de Breonna Taylor en 2020 en Louisville, Kentucky, los agentes no incluían detalles cruciales. Se afirmaba que no tenía ninguna herida y se sugería que no hubo entrada forzada a su edificio. En realidad se utilizó un ariete para ingresar a su departamento, y Taylor recibió varios disparos.

Y en junio de 2020, cuando un hombre de 75 años se fracturó el cráneo durante una protesta en Buffalo contra la brutalidad policial, la respuesta oficial inicial fue que "tropezó y cayó". El video circuló rápidamente mostrando que policías del equipo antidisturbios lo empujaron.

En el caso de Buffalo, la versión policial fue contrarrestada rápida y fácilmente. Tuvo lugar en presencia de testigos, incluidos periodistas, algunos de los cuales hicieron videos. Cuando, en el caso de Toledo, el incidente se produce lejos de los teléfonos móviles, puede llevar más tiempo establecer con precisión qué sucedió.

La historia de la víctima

Por lo general, la Policía no publica las imágenes de las videocámaras que llevan en su equipo de inmediato, si es que las publican. La mayoría de las imágenes se clasifican durante semanas para investigación interna antes de ser accesibles al público.

Para ese entonces, es posible que el público ya haya recibido una versión sobre lo que sucedió y los antecedentes de los involucrados.

Se ha criticado a los periodistas por confiar demasiado en la Policía para contar los hechos. Es por eso que el público tiende a saber más sobre los antecedentes penales de las víctimas y sus familias, especialmente poco después de un incidente, que sobre los antecedentes de los agentes de Policía que les dispararon.

[Lee más: Consejos para cubrir protestas contra la violencia policial]

 

Hace poco analicé la cobertura mediática de las protestas por la muerte de Stephon Clark en 2018, quien sostenía un teléfono móvil cuando la policía le disparó en el patio trasero de la casa de su abuela. Las personas cercanas a Clark, como su familia y amigos, no fueron las fuentes clave en la cobertura de Clark.

En cambio, durante los seis meses de cobertura periodística analizados, las noticias se basaron sobre todo en relatos y registros policiales que describían a Clark de manera estereotipada y estigmatizante. Esto fue ayudado por el fiscal de distrito, quien publicó mensajes de texto personales y búsquedas en Internet de Clark que detallaban dificultades relacionales y aparentes pensamientos suicidas.

"Fracaso del periodismo"

Después de presentar informes policiales incompletos, engañosos o francamente incorrectos como hechos, periodistas y editores ahora están llamando la atención sobre el problema. Fue notable que los periodistas se encontraran entre los más críticos respecto de la respuesta de los medios al asesinato de Toledo.

"Es por eso que los periodistas deben dejar de tomar al relato de las fuerzas del orden como un hecho", tuiteó Nikole Hannah-Jones del New York Times.

Chris Geidner, director ejecutivo de The Appeal, un sitio sobre derecho y justicia penal, fue más allá: "...cualquier narrativa que dependa de 'la Policía dijo que' es un fracaso del periodismo. En el mejor de los casos, la Policía debe ser tratada como una fuente más —y como una fuente poco confiable en casos de tiroteos policiales y, por lo tanto, insuficiente para dar cuenta de los hechos".

 

Esta situación entra dentro de una reevaluación más amplia de las políticas y prácticas de los medios de comunicación que tradicionalmente tergiversan y representan de manera inexacta a las personas de color. Y se inserta en iniciativas para diversificar las redacciones que tienen una larga historia de subrepresentación de personas de color.

Además, llega en un momento en que la confianza pública general en la Policía está menguando. Una encuesta de Gallup de agosto de 2020 reveló que la confianza en la Policía había caído a sus niveles más bajos desde que la encuesta comenzó a registrar el problema en 1993. Solo el 48% de los encuestados dijo que tenía mucha confianza en la institución. Asimismo, la confianza hacia los medios de comunicación ha alcanzado un nuevo mínimo.

Tratar a las fuentes policiales con el escepticismo necesario y apropiado podría brindar a las audiencias una imagen más completa de incidentes como tiroteos policiales e incidir sobre un proceso que ha privilegiado algunas voces sobre otras.

Y no es una idea radical o extraña: cuestionar y verificar información siempre ha sido parte del trabajo del periodista.


Danielle K. Kilgo es profesora en la Universidad de Minnesota.

Este artículo fue publicado en The Conversation y es reproducido bajo licencia Creative Commons. Lee el artículo original.

Foto de Matthis Volquardsen en Pexels.