Cubrir la pandemia en medio de una crisis política: la doble carga de los periodistas nicaragüenses

por Luis Fernando Cascante
Jun 12, 2020 en Cobertura del coronavirus
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“Desde la crisis política en 2018, el gobierno de Daniel Ortega se cerró a los gobiernos que ellos no controlan. Con la pandemia, esto se ha cerrado más”, dice Ismael López, corresponsal nicaragüense de la agencia de noticias Reuters y The Washington Post.

Cubrir la emergencia del COVID-19 se ha convertido en una doble carga para los reporteros de ese país. Primero, hay que lidiar con un gobierno autoritario que reprime a los periodistas independientes y les bloquea el acceso a la información. En segundo lugar, los expone a un virus cuyo nivel de contagio es mayor que el reportado desde el oficialismo.

Todos los martes por la noche el Ministerio de Salud de Nicaragua anuncia las cifras actualizadas sobre “casos sospechosos” y muertes, un número que pocos ven fiable.

“Ya sabemos que las cifras del gobierno son una mentira”, dice Juan Carlos Bow, periodista de Confidencial, uno de los medios que ha sufrido mayor persecución por parte de la dictadura Ortega-Murillo.

Cifras independientes

Los periodistas confían más en los datos que aporta el Observatorio Ciudadano Covid 19 Nicaragua, una iniciativa de vigilancia epidemiológica comunitaria, que muestra cifras hasta cuatro veces más altas que las oficiales.

Por ejemplo, mientras el gobierno solo reporta 46 muertes, el Observatorio contabiliza unas 1.114, las cuales se dividen en “muertes por neumonía” y “muertes sospechosas por covid-19”.

“Solo en el Hospital Alemán Nicaragüense fallecen 15 personas al día. En el Hospital Bautista mueren cinco al día, en el Manolo Morales unos 10. En el Lenin Fonseca dicen que mueren siete al día. Esto es solo en Managua, debe ser más difícil en los departamentos. Allá debe haber mayor control partidario sobre los médicos del sistema de salud pública”, comenta Wilfredo Miranda, un reportero que escribe para El País de España y The Guardian.

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De acuerdo con Miranda, la única manera de verificar la verdadera dimensión de la pandemia en Nicaragua consiste en ir a los lugares y entrevistar a los doctores. Aunque esto es cada vez más difícil.

“Si el gobierno se da cuenta que los médicos están reportando esto, serán despedidos. Tenemos fuentes en los hospitales, ellos están haciendo la dura labor de recopilar y contrastar. El gobierno dice que la epidemia está controlada. Pero si hoy voy a un hospital público o privado y me dicen que está colapsado. El observatorio trata de mostrar la verdadera realidad”, agregó Miranda, quien reportó días después el despido de unos 12 médicos especialistas, tras órdenes del régimen.

 

 

“En el sistema de salud público de Nicaragua hay personas muy valientes que hablan con los medios de comunicación. ¿Qué encontramos? El colapso de los hospitales y la estrategia del Gobierno de limitar el uso o la aplicación de pruebas sobre COVID-19. Le aplican las pruebas solo a los casos graves, no a los leves. Los familiares también son fuentes importantísimas. Llegó un momento en que en Nicaragua no pudieron ocultar las personas que estaban falleciendo”, aseguró Ismael López.

Acceso a fuentes

Los entierros exprés se dieron a conocer cuando los familiares de fallecidos por coronavirus los denunciaron a través de las redes sociales. Solo dos personas podían asistir y los entierros se hacían en la madrugada, para no atraer la atención de los vecinos.

Es así como los familiares se convirtieron en fuentes fidedignas de los reporteros para retratar los intentos por maquillar la situación de parte del régimen. “En Nicaragua hay dos realidades: la de la gente y la que la vicepresidenta Murillo quiere instalar. ¿Cómo comparar esos dos? Hay que ir a los lugares y contrastar con lo que dicen los médicos. Ella [Murillo] habla de una Nicaragua donde la pandemia está controlada. Pero los médicos mandan fotos de morgues y pasillos llenos de cadáveres. La vicepresidenta ha dicho que todos los medios somos noticias falsas. Tiene que haber familiares que lloren a los muertos. Cuando te niegan el acceso a la información, lo que te toca es buscar a esos familiares”, dijo Miranda.

Bow agrega que acceder a fuentes médicas, así sea en condición de anonimato, es cada vez menos complicado. El periodista también asegura vivir con el miedo a contraer el virus, a raíz de sus visitas a lugares donde podría haber focos de contagio.

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“Uno es dueño de sus miedos y sabe hasta dónde puede exponerse. He tomado todas las medidas necesarias. Me he alejado de mis padres porque son gente mayor. No los visito. Básicamente no sé si soy asintomático. Me he metido en cementerios donde se han dado entierros exprés y en hospitales. Cuando vengo de un viaje, me quito la ropa y me lavo las manos casi que de manera enfermiza, para tratar de mermar las posibilidades de contagiarme. Es un temor muy latente en el gremio porque si el caso de uno se agrava, no hay espacio en los hospitales”, dijo Bow.

Pese a la situación, entiende que no puede quedarse en casa. “Una pandemia no la contás desde una oficina, la vas a tener que contar desde la calle. Queramos o no es parte de nuestra profesión”, consideró.

¿Te interesa el tema? También puedes revisar este podcast producido por Connectas, que reunió a seis periodistas nicaragüenses para abordar el tema de los obstáculos que viven los reporteros para informar sobre la pandemia en ese país.

Hacer periodismo en Nicaragua durante la crisis de la covid-19 from CONNECTAS on Vimeo.


Imagen con licencia Creative Commons en Unsplash, vía ferdinand feng