Nuevo Colombia no recibe muchos visitantes. Quienes llegan a este lugar de nombre optimista en las afueras de la Amazonia colombiana son recibidos por una pancarta hecha jirones que anuncia la presencia de rebeldes armados y por un alegre mural con las palabras "sueños de paz".
En la tarde del 25 de mayo de 2023, un grupo de periodistas del medio independiente El Cuarto Mosquetero (ECM) llegó al pueblo en una canoa motorizada cargada de donativos para la comunidad, y con la intención de dar un taller para un colectivo de periodistas locales llamado Voces del Guayabero.
Desde 2020, Lina Álvarez, socia fundadora y directora de ECM, colabora con Voces para arrojar luz sobre la dura realidad de esta región remota. El medio ofrece formación y apoyo profesional a los reporteros de la comunidad que, a su vez, ayudan a ECM con acceso a la zona.
En marzo de este año, los dos medios publicaron una investigación conjunta sobre lo que los residentes llamaban una "crisis humanitaria" tras el colapso de la economía local del cultivo de coca. Desde el corazón de un territorio casi abandonado por el Estado colombiano, su trabajo fue citado en un tuit del presidente de la nación.
Nada más poner un pie en el pueblo durante un viaje en marzo pasado, Álvarez supo que algo estaba mal. Nuevo Colombia parecía un pueblo fantasma. Hacía seis meses que nadie podía vender la pasta de coca que producen, y la comunidad se estaba quedando sin productos básicos como alimentos, gas y suministros de primeros auxilios, tan vitales para un pueblo que se encuentra a cuatro horas en barco de una atención médica fiable.
Jeferson Parrado, líder designado de Nuevo Colombia, explicó que la falta de carreteras y otras infraestructuras ha hecho imposible que su comunidad pueda llevar productos al mercado, por lo que no les queda otra alternativa que producir pasta de coca para venderla a los grupos armados que controlan la zona. Se trata de una vida precaria, en el mejor de los casos, y que los atrinchera aún más en un conflicto con el gobierno que a veces desemboca en violencia.
Voces del Guayabero
Voces se formó originalmente para documentar violaciones de derechos humanos en el Guayabero, una región de unos 90 pueblos aislados, incluido Nuevo Colombia, dispersos a lo largo de su río homónimo. En 2017, algunos campesinos de la región organizaron colectas de fondos para comprar una cámara y contratar a un periodista de fuera para que les formara en los fundamentos del periodismo.
En 2020, una serie de incursiones militares especialmente brutales en las plantaciones de coca —en las que los soldados a menudo arrasaban los cultivos de alimentos además de las plantas de coca, única fuente de ingresos de los agricultores— provocaron enfrentamientos con la comunidad local y pusieron a prueba a los incipientes reporteros.
El 4 de junio de ese año, Voces fue el único medio de comunicación presente cuando el ejército respondió a las protestas con gases lacrimógenos y munición real. El periodista Fernando Montes Osorio, identificado con un chaleco de "prensa", escapaba de los soldados con una mano en la bolsa de su cámara cuando le dispararon. La bala atravesó su mano derecha y su cámara, mutilando ambas. Pablo Parrado, líder comunitario sin relación con Osorio, describió el suceso como "un intento claro de homicidio".
Al enterarse del incidente, Álvarez hizo su primera visita al territorio, iniciando una relación con Voces y las comunidades del Guayabero que se ha profundizado y evolucionado a lo largo de los años.
"Sin la ayuda de El Cuarto Mosquetero, el trabajo de Voces del Guayabero sería más difícil", dijo Parrado. "Pero gracias al apoyo de El Cuarto Mosquetero, nuestros periodistas pueden seguir luchando".
El Cuarto Mosquetero
En 2015, mientras el gobierno colombiano negociaba con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) el fin de más de 50 años de guerra, estudiantes universitarios fundaron El Cuarto Mosquetero para amplificar las voces de los colombianos de las regiones más afectadas por el conflicto y poner de relieve las profundas desigualdades que lo alimentan.
Aunque muchas de las promesas de los acuerdos de paz firmados en 2016, aún no se han materializado para estos colombianos, ECM se adentra en esa brecha con una interpretación amplia del oficio periodístico que puede incluir incluso el apoyo material a las comunidades vulnerables que cubren. ECM también dirige talleres destinados a darles las herramientas necesarias para contar sus propias historias.
Esto es importante, dice Álvarez, porque los medios de comunicación tradicionales en Colombia —donde, en 2016, los tres hombres más ricos del país poseían el 57% de todos los medios de comunicación— no hacen un gran trabajo cubriendo a los pobres de la nación y suelen promover narrativas que los estigmatizan aún más.
Como dice Parrado: "Solo muestran el lado de lo mal que supuestamente estamos".
Álvarez cree que la idea de que todos los que viven en regiones como Guayabero son delincuentes dificulta pedir ayuda al gobierno. A pesar de la aguda crisis a la que se enfrentaban los residentes de Nuevo Colombia, el periodismo de ECM descubrió que los organismos públicos encargados de velar por sus derechos no tenían conocimiento de la situación local.
Para hacerse una idea más clara del abandono que sufren los habitantes de Nuevo Colombia, ECM solicitó a las autoridades competentes una lista completa de los programas o proyectos que benefician a la comunidad. El gobierno municipal local respondió que, debido a la ubicación remota del pueblo y al estado de orden público en que se encontraba, había sido imposible hacer inversión alguna. De igual modo, el gobierno regional afirmó que, dado que Nuevo Colombia se encuentra dentro de los límites de un parque nacional, el Estado no podía poner en marcha obras públicas ni ningún otro programa en beneficio de la comunidad.
Ante la falta de respuesta institucional, ECM envió una carta a las ONG y organismos públicos que trabajan en la zona pidiendo ayuda humanitaria para los ciudadanos de Nuevo Colombia.
Según la filosofía de ECM, la comunicación puede y debe utilizarse para lograr cambios directos. Después de que solo una de las oficinas con las que contactaron respondiera con una pequeña donación, ECM decidió lanzar una campaña pública, recogiendo alimentos, ropa y juguetes de particulares que buscaban una forma de ayudar tras leer sobre la situación del pueblo.
Después de llevar las donaciones en un viaje nocturno en autobús, luego en la parte trasera de una camioneta por caminos de tierra en mal estado y puentes hechos a mano, y finalmente río arriba hasta Nuevo Colombia, el equipo de ECM pudo entregar un paquete de víveres a, entre otras personas, María Eduvina Jiménez, quien explicó que, desde que comenzó la recesión, había tenido problemas para conseguir siquiera dos comidas al día para ella y sus hijas.
"El apoyo de El Cuarto Mosquetero ha sido fundamental", dijo Parrado, refiriéndose no solo a la ayuda material. "Es el único medio de comunicación que ha intentado mostrar —no, no intentado, ha mostrado— la realidad de lo que vivimos en esta región".
Nota de la autora: Escribí este artículo mientras trabajaba con El Cuarto Mosquetero como colaboradora no remunerada, gracias a la beca Hazeltine de la Universidad de Indiana. Participé tanto en el viaje de periodistas a Nuevo Colombia en marzo, como en las sesiones de formación en mayo.
Fotografías cortesía de Hali Tauxe.