Cuando se acercan periodos electorales hay una tentación muy grande de periodistas y medios a ofrecer datos como si se tratara, simplemente, de una competencia en la que alguien va en la punta y los demás se van alejando o acercando de la meta. Los titulares van y vienen sobre quién va en la punta, quién de segundo y quién no supera el último lugar. ¿Te suena? Exacto: como si se tratara de una carrera de caballos. Por eso, lo llaman coberturas “horse race”.
Sin embargo, hay varios estudios que demuestran que cubrir las elecciones como una carrera de caballos desgasta la confianza en los políticos y en los medios, mantiene a una audiencia menos informada, opaca las oportunidades de candidatas mujeres y de partidos políticos menos populares y, por último, favorece a los candidatos excéntricos (que no necesariamente son la mejor opción), según explica The Journalist’s Resource, una guía para periodistas políticos.
El impacto sobre la democracia, entonces, no es menor, ya que puede incluso aminorar la disposición al voto. Pensar que tu candidato tiene altas probabilidades de ganar puede disminuir el incentivo de ir a votar, según un paper de 2020 escrito por Sean Jeremy Westwood, un profesor de ciencias políticas en Dartmouth College.
La experiencia nos ha llevado a entender que los electores necesitan una información más completa que la de una competencia en el hipódromo, y una mejor cobertura será la que profundice en las políticas que propone cada candidato, el apoyo que tiene de los partidos, las posibilidades de lograrlo, las comparaciones históricas que llevaron a éxitos y fracasos, las propuestas de desarrollo y las experiencias similares que puedan servir de contexto en el país de la elección e incluso en otros con realidades parecidas.
Aún así, es importante entender por qué tanto a los medios como a las audiencias les atrae la cobertura de carreras. Es porque convierte la política en un juego y eso la hace interesante, argumentó Roy Peter Clark, periodista y autor en el Poynter Institute, en un artículo que tituló “In the defense of the horse race” (“En defensa de las carreras de caballos”). No hay que perder de vista que no está mal hacer de la cobertura de elecciones un tema que despierte pasiones e interés. También es claro que las encuestas y sondeos aportan un panorama de forma rápida y que sin duda es más sencillo leer un ranking que un texto. Pero hay que dosificar los números y escoger sondeos y mediciones que provengan sólo de fuentes confiables, y también aportar datos sobre el momento en el que se hizo la consulta, con el contexto de alguna situación que pueda haber influido en la posición de los consultados.
Otra recomendación que ayuda a enriquecer la cobertura y darle contexto a las encuestas es ahondar en temas más profundos, como quién ha recaudado más dinero, en qué lo está gastando en la campaña y quién tiene el apoyo de los grupos más influyentes.
No hay que perder de vista que lo que hace tan atractiva la carrera de caballos es su sencillez. Estos temas no tienen por qué ser aburridos y es el trabajo de un buen periodista hacerlos entretenidos. Cuanto más reportaje se haga, más claros pueden ser los periodistas a la hora de escribir y así ir al grano. ¿Este candidato quiere gastar más o menos dinero en cierto tema? ¿Puntualmente, qué propone? ¿Cómo se diferencia de su contrincante? ¿Dónde ya se aplicó alguna de sus políticas y qué resultados obtuvo? ¿Qué significa para tus hijos, tus impuestos, tu salud? Así, un periodista puede responder a la pregunta clave: ¿cómo afecta esto a mi audiencia? En vez de cubrir, por ejemplo, las frases vacías de algunas campañas, la tarea es entender bien las propuestas y traducirlas a la audiencia de forma que le sirva. Se puede incluir la popularidad de esa idea a través de los sondeos o intención de voto, pero siempre luego de explicar todas las aristas posibles de la propuesta.
Esos sondeos deben pasar por un filtro de inspección detallada por parte del periodista. Eso significa prestar atención a todos los detalles del estudio que se va a publicar, empezando por la reputación de quien lo condujo. También entran en juego el tamaño de la muestra, la fecha y el margen de error, entre otros datos. Cabe además aclarar además qué preguntaron exactamente y de qué forma, en qué orden, cuándo hicieron esas preguntas, a quiénes y en qué lugares. La consulta de expertos en temas estadísticos juega un papel clave.
Thomas E. Patterson, un profesor de medios de Harvard Kennedy School, recomienda una lista de organizaciones confiables que hacen encuestas en Estados Unidos, así como otras preguntas que un periodista puede hacerse para mejorar su cobertura.
Este recurso forma parte del kit de herramientas para cubrir períodos electorales y detectar desinformación relacionada, producido por IJNet en alianza con Chequeado y Factchequeado, y con el apoyo de WhatsApp.
Imagen de Jeff Griffith en Unsplash.