Los periodistas de investigación de México no solo reciben amenazas de actores criminales violentos, sino que se enfrentan cada vez más a la posibilidad de demandas agresivas y costosas presentadas por elites que quieren intimidar a la prensa.
La reconocida periodista Carmen Aristegui, que dirige el sitio de investigación Aristegui Noticias, está atravesando numerosas demandas legales. Su equipo llamó la atención internacional al publicar la historia de la así llamada “Casa Blanca” en 2015, en la que se reveló que el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto pudo haber favorecido a un contratista gubernamental.
Las publicaciones de Aristegui Noticias sobre el escándalo de la Casa Blanca, la participación de agentes de seguridad federales en una masacre, y la red de prostitución de un destacado funcionario público son el motivo por el cual el Centro Internacional para Periodistas (ICFJ, por su sigla en inglés) le otorgó el Premio Internacional de Periodismo Knight 2016, que reconoce las coberturas de alto impacto.
IJNet se reunió con Aristegui para hablar sobre cómo maneja sus problemas legales y para que brinde su consejo a otros periodistas que están atravesando situaciones similares.
Sobre cómo las demandas amenazan al periodismo de investigación en México
Como periodista mexicana he sentido en carne propia lo que en México empieza a ser una especie de moda, que es recurrir a la justicia para violentar a los periodistas, y utilizar demandas judiciales no para buscar justicia, sino para castigar las cosas que se publican. Tristemente, hay varios casos de judicialización de periodistas en nuestro país. Yo soy uno de ellos. Después de publicar la investigación de la Casa Blanca de Enrique Peña Nieto, recibí por parte de quienes nos censuraron y nos sacaron de la radio mexicana un acoso judicial que se ha convertido no en una, sino en varias demandas, una de ellas por “daño moral”.
Recibí ya una sentencia en ese primer juicio –en un proceso judicial sorpresivamente rápido en un país como México– y me declararon culpable de un ilícito, en algo que el juez llamó “uso excesivo” de mi libertad de expresión, y “uso excesivo” del derecho a la información. Eso se puso en la sentencia.
Así que tengo que seguir peleando en los tribunales sobre mi defensa al derecho a expresar mis ideas y a informar a la sociedad mexicana. Es increíble que un periodista tenga que ocupar una gran parte de su tiempo, de su energía y de su estado de ánimo en defenderse en los tribunales por hechos de censura. Es una situación anómala para la democracia.
El costo emocional de lidiar con demandas legales
Es difícil para un periodista –para cualquier persona– recibir no una, sino varias demandas, una tras otra, cuyo propósito es hostigar, desequilibrar, dañar tu estado de ánimo, hacerte la vida imposible. Recibí las demandas con un sentimiento encontrado de lo que significa que el más alto poder en México quiera vengarse de los periodistas que exhibieron algo que no han podido explicar.
Y digo “sentimiento encontrado” porque por un lado te genera incertidumbre e inquietud, pero por otro lado te da una gran fortaleza si cuentas, como cuento yo, con una buena carga de solidaridad. Después de nuestra expulsión de la radio, he recibido una gran cantidad de expresiones solidarias del público, de colegas, de organizaciones de Derechos Humanos y de abogados como Javier Quijano, Xavier Cortina, Pablo González de Cossio, Francisco de la Torre, David Peña, Karla Salas… gente que ha decidido tomar estos casos como propios, con un gran entusiasmo y pro bono. Es decir, estos abogados no han cobrado por sus servicios y han decidido apoyar a la libre expresión en México, a los periodistas acosados y a quienes estamos atravesando un ataque judicial.
Consejos para periodistas que se autocensuran por temor a acciones legales
Sobre la importancia de encontrar apoyo legal gratuito
No habría periodista que pudiera soportar una andanada judicial de esta naturaleza si no fuera porque abogados, como los mexicanos que acabo de mencionar, han decidido ayudaron con su defensa pro bono.
De no haber tenido la fortuna de contar con estos abogados, nuestro estado de ánimo sería otro. Hoy me siento muy acompañada, me siento fuerte, me siento firme en esta batalla, que es una batalla por la libertad de expresión, y que es muy importante para una sociedad como la mexicana. Nuestra democracia es endeble, pobre. Y no vamos a tener una mejor democracia si no tenemos una prensa libre e independiente. Estoy convencida, como están convencidos muchos otros colegas y nuestros abogados, de que México no podrá llegar realmente a una vida democrática si no seguimos dando esta lucha por la información y por el derecho de todos a poder expresar nuestras ideas y conocer los asuntos de interés general.
Esta entrevista ha sido condensada.