Cómo cubrir enfermedades ligadas al cambio climático en Latinoamérica

Jul 14, 2025 en Periodismo ambiental
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En 1979, la Organización Mundial de Meteorología advirtió que el aumento de los gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono emitido por la quema de combustibles fósiles, podrían causar un calentamiento global significativo.

45 años después de esa advertencia, la misma OMM estima que la temperatura media anual para los próximos cinco años estará entre 1,2°C y 1,9°C por encima de los niveles preindustriales. Es decir, el mundo es un lugar más caliente de lo que fue hace un siglo y medio debido a las actividades humanas.

Esto significa que fenómenos como las inundaciones, sequías y brotes epidémicos de enfermedades, como el dengue, serán cada vez más frecuentes. América Latina es una región especialmente vulnerable a los efectos del cambio climático, y dentro del continente hay países que enfrentan mayores riesgos que otros de acuerdo, según factores como su posición geográfica, sus condiciones socioeconómicas y el nivel educativo de su población, por mencionar algunos factores.

Esas mismas condiciones socioeconómicas que elevan la vulnerabilidad de los países y el riesgo para sus poblaciones, también limitan su capacidad de respuesta. La investigación, recopilación de datos y su análisis son fundamentales para anticipar y gestionar los riesgos. Sin embargo, en muchos lugares de la región, esta sigue siendo una práctica incipiente. Para quienes ejercemos el periodismo, esa ausencia de información científica se convierte en uno de varios retos que hay que superar para narrar con precisión y profundidad los impactos del cambio climático sobre la salud.

Para cubrir temas de salud vinculados al cambio climático es necesario seguir una serie de pasos clave que permitan construir una historia bien fundamentada. Por ejemplo, hay que aprender acerca de los patrones climáticos y epidemiológicos de la localidad, el municipio, el estado, país y la subregión que vamos a analizar. En esta fase, los sistemas de información pública son el primer recurso al que debemos de acudir. “Pero hay que considerar que son sistemas de información lentos, desordenados y, en más de alguna ocasión, imprecisos”, dijo el periodista ecuatoriano Jonathan Palma.

La Guía para cubrir el factor climático en historias sobre dengue, que se publicará próximamente por CONNECTAS, una plataforma periodística sin fines de lucro que promueve el periodismo colaborativo y de investigación en América Latina, resalta la recopilación de datos como un paso esencial para este tipo de historias. “Los datos satelitales como Google Earth Engine, Copernicus y la NASA pueden proporcionar datos de temperatura y humedad”, dice la guía.

Palma reconoce que estas plataformas son un excelente plan B que nos permite acceder a esos datos que los sistemas de información locales no entregan con la celeridad que nuestra cobertura demanda. “Aunque no son tan específicos, son datos precisos que nos permite elaborar un patrón confiable”, añadió.

Luego, también hay que tomar en consideración los planes nacionales de adaptación climática, los protocolos internacionales vigentes que buscan reducir el impacto de estas enfermedades y el conocimiento científico actualizado.

En ese sentido, resultan especialmente valiosos los informes de revistas científicas de prestigio, como The Lancet, los artículos académicos revisados por pares y los reportes elaborados por organismos como la ONU y la OPS.

Por último, previo al análisis de todos estos datos, la opinión de expertos nos permitirá matizar los números y estadísticas duros. Y es aquí en donde lo interesante y revelador comienza a relucir. Los patrones epidemiológicos y climáticos son útiles, no solo para explicar tendencias, sino también para contextualizar los riesgos actuales.

El rostro detrás de los números

Ninguna opinión, tendencia o dato, por sí solo, puede explicar el impacto que tienen el aumento de la temperatura, la escasez del agua o la expansión de enfermedades endémicas. Solo a través de las historias de las personas que viven y enfrentan estas realidades es posible comprender la verdadera dimensión de sus efectos.

En la región, las crisis socioeconómicas que atraviesan muchos países, sumado a los efectos climáticos, suelen multiplicar las condiciones para brotes epidémicos como el que ocurrió con el dengue en 2024. Como señala la periodista venezolana Grisha Vera, para ahondar en este matiz es una buena estrategia acudir a los organismos internacionales como fuentes para nuestras historias.

De acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud (OPS), más de 12 millones de personas en toda América Latina contrajeron dengue, más de 21.000 de esos casos han sido graves y se reportaron más de 7.700 muertes, dijo la entidad internacional a inicios de 2025.

En la región, los pueblos indígenas son los que experimentan las mayores brechas y desafíos económicos. México, Guatemala, Perú, Bolivia son los países que tienen altos porcentajes de poblaciones indígenas. Al abordarlos, hay que considerar que su idiosincrasia y sus valores culturales son diferentes a los de las poblaciones urbanas. En Guatemala, por ejemplo, no hay una palabra en idioma maya para el dengue.

“En el caso de un país plurilingüe y pluricultural como Guatemala, hay que tomar en consideración las diferencias culturales a la hora de acercarnos a documentar testimonios. Los métodos que funcionan en zonas urbanas, como las capitales, no necesariamente será útiles en zonas rurales”, dice la guía de CONNECTAS.

Por último, las historias de salud y cambio climático son una excelente excusa para realizar trabajos colaborativos transfronterizos. Hay que estar al tanto de las convocatorias que entidades como la propia CONNECTAS, InquireFirst, Earth Journalism Network y Fundación Gabo, por mencionar algunas, realizan durante todo el año para proponer estas historias que tienen un atractivo y un impacto en todos los países de América Latina.

El ecosistema de medios en América Latina atraviesa un momento complejo, marcado por tensiones sociales, económicas y políticas. En ese contexto, el trabajo colaborativo y la construcción de redes de periodismo regional no solo es una necesidad, sino una oportunidad clave para ofrecer respuestas colectivas a desafíos comunes, como las enfermedades relacionadas con el cambio climático.


Imagen de Tom Fisk en Pexels.