Tras las revelaciones de que miembros del ejército brasileño planearon un golpe de Estado para anular las elecciones de 2022, así como un atentado contra el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, su vicepresidente y un juez del Tribunal Supremo —y de que Jair Bolsonaro estaba al tanto y posiblemente involucrado en el plan—, Brasil se prepara para lo que viene a continuación.
Los principales medios de comunicación del país, considerados durante mucho tiempo un pilar de la democracia, están siendo sometidos a un renovado escrutinio por amplificar narrativas radicales y no examinar críticamente la retórica antidemocrática. Para atraer audiencias, numerosos medios recurrieron a titulares engañosos o sensacionalistas que, a veces, también promovieron discursos de odio de referentes de extrema derecha.
Comprender cómo han contribuido los principales medios a esta dinámica es esencial para evaluar su responsabilidad a la hora de trazar un camino hacia una mayor transparencia.
Una plataforma para el extremismo
Durante la presidencia de Bolsonaro, de 2018 a 2022, la cobertura mediática promovió un "falso equilibrio", explica la periodista y cofundadora de The Intercept Brasil, Cecilia Olliveira. "La prensa brasileña trató a figuras y movimientos radicales como partes legítimas del debate político, sin el contexto adecuado sobre sus implicaciones antidemocráticas", dice, agregando que el patrón persiste hasta hoy.
Los medios, señala, han practicado un "periodismo declarativo", en el que las declaraciones incendiarias hechas por Bolsonaro y otros referentes de la extrema derecha fueron simplemente reproducidas tal cual, sin análisis crítico o verificación. "El periodismo declarativo se convirtió en una plataforma libre para la desinformación y los ataques a las instituciones democráticas, incluida la propia prensa", dice Olliveira.
Marcelo Soares, profesor y editor del estudio brasileño de periodismo de datos Lagom Data, coindice. "La llamada prensa 'seria' reproduce declaraciones cada vez más seguido. Son notas fáciles de producir y siempre consiguen muchos clics y shares, dependiendo del tamaño del absurdo", dijo.
Esta tendencia no es exclusiva de Brasil, sostiene la periodista e investigadora Luciana Moherdaui, que cubre la extrema derecha. "Investigadores como Jay Rosen y Jeff Jarvis han criticado la lógica de dar el mismo espacio a los extremistas, para publicar 'la otra campana'. Los medios brasileños cayeron en esa trampa, sin reparar en la dinámica de la desinformación viral", explica. "La prensa tuvo dificultades para verificar la desinformación en tiempo real durante la campaña y la presidencia de Bolsonaro, lo que llevó a una erosión de la confianza en el periodismo".
Entretanto, plataformas como WhatsApp han dado a las figuras de extrema derecha una línea directa con el público, eludiendo a los medios, señala Soares. "En 2015 y 2016 noté la movilización 'espontánea' en torno a Bolsonaro en las redes sociales. Las plataformas amplificaron su presencia, mientras que los medios tradicionales no ofrecieron un contexto crítico", explica.
El fracaso de los medios en este ámbito se ha agravado por los ataques a periodistas y redacciones. El gobierno de Bolsonaro socavó sistemáticamente su credibilidad, tachándolos de tendenciosos o corruptos. "Esta retórica ha animado a los extremistas a atacar a los periodistas, debilitando aún más la capacidad de la prensa para exigir responsabilidades al poder, dice Olliveira.
De la crisis a la transparencia
Aunque la prensa empezó a examinar con más rigor a la extrema derecha tras el intento de golpe de Estado del 8 de enero de 2022, expertos coinciden en que son necesarios cambios estructurales más profundos. Olliveira aboga por un cambio hacia un periodismo de investigación que exponga el alcance de las consecuencias de las políticas de extrema derecha. "Los medios de comunicación deben dar prioridad al análisis contextualizado frente a la mera reproducción de declaraciones. Para eso habrá que resistirse a las presiones comerciales de perseguir narrativas sensacionalistas", argumenta.
Dado que muchas figuras intentan activamente que su retórica extremista sea incluida en la cobertura informativa, Moherdaui subraya la necesidad de que los medios brasileños se replanteen sus estrategias editoriales para evitar servir de plataforma a los extremistas a cambio de clics. "El periodismo necesita revisar sus procesos de producción, ya que su contenido está ampliamente distorsionado con el fin de hacerse viral", señala Moherdaui. "Esta situación regala espacio a quienes niegan la ciencia y la democracia, a quienes predican contra las vacunas y contra el proceso electoral. Este contenido se utiliza como estrategia para destruir la democracia y los sistemas establecidos".
El auge del periodismo independiente en Brasil es para Soares un contrapeso prometedor a las limitaciones de los medios tradicionales. "Los medios más pequeños e independientes suelen producir el tipo de periodismo de investigación al que las grandes empresas han restado prioridad", dice. Estas iniciativas, aunque todavía de nicho, ofrecen una hoja de ruta para revitalizar el papel crucial de la prensa en una democracia.
Aprender de las lecciones globales
La experiencia estadounidense con el trumpismo ofrece paralelismos y moralejas para los medios brasileños. También presenta una oportunidad para que los periodistas adopten prácticas que han funcionado para sus colegas en Estados Unidos, adaptándolas al contexto local, dice Olliveira.
"El periodismo de calidad debe prevalecer sobre el atractivo fácil del sensacionalismo, reafirmando su compromiso con la verdad y el interés público. Esto requiere valentía y la voluntad de desafiar las estructuras de poder, aun a riesgo de perder accesos o enfrentarse a reacciones violentas".
Para que los medios de comunicación cambien, primero tienen que reconocer que están contribuyendo al problema, dice Soares: "Si el principal objetivo de la empresa es atraer grandes volúmenes de clics para mostrarlos a los anunciantes, sin importar la calidad, y los jefes consideran que la forma más viable de lograr ese objetivo es producir 'declaraciones' a escala industrial, nadie va a convencer a las empresas de que hagan algo diferente".
Rechazando el sensacionalismo y asumiendo un compromiso con la transparencia, los medios brasileños pueden reclamar su papel de bastión contra el autoritarismo. En momentos de profunda agitación política y social, la prensa debe elegir entre perpetuar el statu quo o convertirse en una fuerza de renovación democrática.
Foto de Matheus Câmara da Silva en Unsplash.