América Latina frente al COVID-19, la geopolítica de vacunas y el descontento social

Jun 25, 2021 in Cobertura del coronavirus
América Latina frente al COVID-19, la geopolítica de vacunas y el descontento social

Dentro de la nueva realidad que impuso el coronavirus, marcada por las restricciones y los cuidados sanitarios, distintos países han desarrollado sus procesos electorales en el 2021 con un factor común: la ineludible referencia a la pandemia, asunto central de debate y foco de todos los discursos. Sin embargo, ¿el virus incidió en los resultados? ¿Expuso el descontento social en América Latina o potenció un fenómeno previo? ¿Qué señales comunes se observaron en los procesos electorales?

A estos y otros temas se refirieron en el seminario online “Latinoamérica y sus desafíos políticos ante el segundo año de pandemia”, organizado por el Foro de Cobertura de la Crisis Mundial de la Salud de ICFJ e IJNet Español, dos destacados analistas de la región: Carmen Beatriz Fernández, consultora política internacional, profesora e investigadora de la Universidad de Navarra y CEO de Data Estrategia; y Carlos Petersen, politólogo mexicano que trabaja como analista de América Latina para Eurasia Group, y que cuenta con una maestría en Administración Política en la Universidad de Columbia.

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Vacunas, descontento y desigualdades

Fernández comenzó por situar a América Latina en el escenario internacional actual, donde la región quedó “rezagada” en el acceso a vacunas y concentra el 30% de las muertes globales, cuando tiene 8% de la población mundial. Ante esta realidad, los países son “presa fácil” para “la diplomacia de vacunas” que comenzaron “Rusia y China para ampliar su esfera de influencia”, y a la que se sumó Estados Unidos con una política que pronosticó “más potente, porque parte de su propia inmunidad de rebaño [ya lograda]”.

Acerca de eso, la analista sostuvo que solo cuatro países están en condiciones de alcanzar niveles de inmunidad colectiva en 2021 —Chile, Costa Rica, República Dominicana y Uruguay—, por lo que “la pandemia estará en Latinoamérica este año, el 2022 y probablemente el 2023”. Para la especialista, “la guerra fría” de antaño dejó paso a “una guerra geopolítica de vacunas” que ocurrirá “en los próximos años”.

A su turno, Petersen señaló que previo a la pandemia la región venía con “dinámicas políticas” que mostraban “desde hace varios años un nivel de descontento elevado” entre la población. Analizó que tras el ciclo de alza de los commodities que culminó en 2013, en que “Latinoamérica se benefició de manera significativa” y los gobiernos tuvieron “recursos para mantenerse en el poder”, llegó un período de “problemas financieras y económicos” en varios países, lo que trajo “movimientos pendulares de aspecto ideológico, pasando de apoyar gobiernos de izquierda a gobiernos de derecha”.

Este proceso sostuvo que no respondió a movimientos profundos del electorado sino “al sentimiento de desesperación y rechazo a cualquiera en el poder”, y procurando “una alternativa al gobierno anterior”. Así se llegó al 2020, repasó el politólogo mexicano, “con demandas crecientes del electorado” en varios planos.

“Nos viene la pandemia y ahí vemos las distintas respuestas de los gobiernos [de la región]. En los siguientes años va a ser un caso jugoso de estudio Latinoamérica, porque tenemos todos los extremos” en materia de respuestas sanitarias, indicó. Mencionó casos como México, que no dispensó dinero a la población y priorizó lo fiscal, o Perú que “dio muchos recursos a la ciudadanía para cerrar el país y aun así tuvo los resultados más negativos”. Esto lo asoció a que la aprobación de los presidentes y el apoyo a los gobiernos “fluctúa según [cómo se desarrolla] la pandemia” en cada país.

Entre las preocupaciones sociales, Fernández se refirió a la creciente desigualdad en la región, fenómeno que la pandemia intensificó, y “las secuelas sobre la democracia” que dejará la crisis económica por el coronavirus. “Hay grandes desequilibrios, países con excedente de vacunas y otros con enorme déficit. Al interior de los países, vemos grandes ganadores y perdedores por la pandemia, la inequidad es una variable vital dentro del mensaje político”, analizó. En esa línea, añadió que se trata de un postulado que “es parte del lenguaje tradicional de los partidos de izquierda”, pero “ahora la equidad será un mensaje transversal” al sistema político, más allá de la ideología o el camino para lograrla.

Respecto a las desigualdades, Petersen consideró que un asunto a resolver en la región y el mundo es la brecha que se amplió entre “las élites o sectores medios altos, que pudieron seguir adelante [con sus actividades a través del teletrabajo] y los sectores medios-bajos o bajos que trabajan en servicio y fueron los que más sufrieron”. Esta tendencia “se acrecienta en los países emergentes” por el mal punto de partida y hace los conflictos sociales “más palpables”.

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La señal en Perú y la elección de cambio

En los últimos meses la región tuvo elecciones presidenciales y legislativas en Ecuador y Perú, comicios federales y estatales en México, así como la elección de convencionales constituyentes en Chile. Hacia adelante, aparecen convocatorias a votar en Nicaragua, Argentina y Chile.

Fernández advirtió por el caso peruano, que mostró “un resultado bizarro” en la primera vuelta a la que arribaron “seis candidatos en empate técnico”, imponiéndose “los dos más polarizantes”. Tanto Keiko Fujimori como el futuro presidente Pedro Castillo tenían un fuerte rechazo social y “siete de cada 10 peruanos votaron en su contra”. Esta realidad conduce a “una gran inestabilidad, preocupante en términos de paz social” y de efectos económicos.

La investigadora de la Universidad de Navarra advirtió que “hace 30 años” Perú inauguró la moda en la región de que “desconocidos” se transformen en presidente, y también “ha sido pionero en las angustias que luego aquejan al continente”. Ante esto, pidió “poner el ojo en Perú” y pensar si las reglas de los sistemas electorales no pueden “promover juegos más cooperativos y no tan polarizantes”.

Por su parte, Petersen observó que la gente en general ha votado “como forma de mostrar su descontento”, y optó por “una elección de cambio”: en Chile para la constituyente “los partidos tradicionales quedaron relegados y ganaron peso candidatos independientes o partidos nuevos”, y en Ecuador se impuso el candidato opositor, no vinculado “al establishment” político.

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Imagen con licencia Creative Commons en Unsplash, vía Jorge Fernández Salas