Pasó más de un año desde que fue declarada la pandemia de COVID-19 y quedó en evidencia el impacto diferenciado que ha tenido en las poblaciones que ya atravesaban situaciones de vulnerabilidad. En el caso de las personas LGBTI, la implementación de cuarentenas obligatorias o voluntarias profundizó obstáculos que ya existían en términos de desempleo, pobreza o falta de acceso a salud, educación y vivienda. También agravó situaciones de violencia LGBTIfóbica, especialmente por parte de familiares o parejas, en el contexto doméstico.
Cubrir los temas LGBTI requiere de un conocimiento específico de las características de estas poblaciones y las problemáticas que las atraviesan, además de un manejo claro de los conceptos y definiciones detrás de cada identidad. De lo contrario, el trabajo periodístico puede derivar en historias que promuevan prejuicios, estigmatización o discriminación.
La clave es introducir una perspectiva de género, derechos humanos y diversidad. Esto implica, entre otras cosas, dejar entrever las desigualdades que implican las diferencias de género, étnico-raciales y socioeconómicas.
A la hora de elegir qué temas cubrir en el contexto de pandemia, el radar tiene que estar encendido para “visibilizar sobre todo cualquier situación de vulneración de derechos”, sugiere Ana Fornaro, codirectora de la Agencia Presentes, un medio digital regional de periodismo especializado en diversidad sexual y de género. Pero también “dar cuenta de las maneras de organizar la solidaridad”, dice la periodista, en referencia a las iniciativas solidarias que surgieron por parte de colectivos LGBTI para enfrentar la crisis, como campañas de donación de alimentos, ropa y artículos de higiene.
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Glosario básico
El primer paso para realizar cualquier cobertura sobre estas temáticas es desentrañar cuestiones básicas como saber “qué quiere decir la sigla LGBTI – lesbianas, gays, bisexuales, trans e intersexuales–, qué es orientación sexual, por qué no es lo mismo que identidad de género, cómo hablar de las personas trans o tener en cuenta que hay personas no binarias”, asegura Fornaro.
La distinción entre orientación sexual e identidad de género es particularmente importante, porque son conceptos que suelen ser confundidos. Durante el taller “Contar la diversidad: cómo cubrir noticias e historias LGBT”, llevado adelante en diciembre por la Fundación Gabo y la organización Dejusticia, el comunicador José Vargas, de Colombia Diversa, definió la orientación sexual como “la capacidad de cada persona de sentir una atracción emocional, afectiva y sexual por personas de un género diferente al suyo, o de su mismo género, o de más de un género, así como a la capacidad de mantener relaciones íntimas y sexuales con estas personas”. En ese sentido, tiene una “dimensión externa”, puesto que “indica la inclinación sexual de una persona y los sentimientos hacia los demás”.
La identidad de género, en cambio, es “la vivencia interna e individual del género tal como cada persona la siente, la cual podría corresponder o no con el sexo asignado al momento del nacimiento, incluyendo la vivencia personal del cuerpo”. En el caso de las personas trans, dijo Vargas a modo de ejemplo, “tienen una identidad de género diferente del sexo que se les asignó al nacer”.
Consejos útiles
A la hora de entrevistar a una persona LGBTI, es importante preguntar cómo se identifica y cómo quiere ser nombrada, asegura Fornaro. Nunca hay que dar nada por sentado: “en Argentina, por ejemplo, la palabra travesti tiene una carga política muy fuerte pero no todas las feminidades trans se autodenominan travestis”.
Intentar ir al territorio es igual de importante. “Claro que en pandemia es más complicado pero, si tomas los recaudos, siempre es mejor ir que hacer una llamada, más para los periodistas que nunca trataron estas temáticas”, sugiere Fornaro. “Conocer a una persona te cambia la mirada y la manera que tienes de abordar la noticia”.
Acerca de las fuentes, la periodista asegura que siempre hay que incorporar las voces de las personas LGBTI y el análisis de organizaciones de la diversidad que puedan “dar contexto”. Además, recomienda no recurrir a especialistas como médicos, por ejemplo, a no ser que trabajen temas de diversidad. “No olvidemos que el sistema médico es de los primeros lugares que patologizan a las personas travestis y trans”, recuerda.
Los comunicadores que participaron en el taller de la Fundación Gabo y Dejusticia compartieron otras recomendaciones, como “respetar el nombre y la identidad de género de las personas trans, aunque legalmente su identidad siga siendo la asignada al nacer” y “preguntarse para cada noticia si es necesario mencionar la orientación sexual o la identidad de género de la persona o si, al contrario, esa mención se prestaría a reproducir estereotipos”.
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¿Qué hay que evitar?
Algunos medios cometen errores comunes que refuerzan estereotipos y estigmatizan a las disidencias sexogenéricas, especialmente cuando se trata personas trans. Para la codirectora de la Agencia Presentes, hay que evitar el abordaje “intrusivo” de las corporalidades trans. ¿Qué quiere decir esto? Por ejemplo, no preguntar si la persona se operó o realizó un tratamiento hormonal. “Son cosas que no van a lo que es la noticia y son muy invasivas”, responde Fornaro. Otra cosa a desterrar de la práctica periodística es la idea de que las personas trans “nacen en el cuerpo equivocado”.
Durante el taller, se compartieron otros errores comunes, como no incluir suficiente contexto en las historias, equiparar una orientación sexual o una identidad de género con un estilo de vida, asociar el VIH con las personas LGBTI o invisibilizar las violencias específicas contra estas poblaciones. Acerca de esto último, explica Fornaro: “por ejemplo, si golpearon a una lesbiana, posiblemente la golpearon por lesbiana, entonces no hay poner todo en la bolsa de ‘violencia de género’”.
Imagen con licencia Creative Commons en Unsplash, vía Sharon McCutcheon.