Cuando en 2010 la organización liderada por Julian Assange, Wikileaks, se asoció con cuatro periódicos del mundo para publicar el contenido de miles de cables emitidos por las embajadas de Estados Unidos, se especuló con el surgimiento de un “nuevo periodismo”.
Pero varios meses después, esos mismos diarios –Der Spiegel, The Guardian, The New York Times y El País de Madrid- condenaron a Wikileaks por publicar más de 250.000 cables diplomáticos estadounidenses sin editar y por lo tanto, con los nombres de las fuentes que filtraron la información.
La semana pasada, los cuatro diarios emitieron un comunicado conjunto en el que lamentaron la decisión de Assange, que podría “poner en peligro a las fuentes”.
“Nuestras relaciones previas con Wikileaks se desarrollaron bajo la premisa de que sólo publicaríamos cables sujetos a una edición conjunta e integral”, afirmaron los representantes de los diarios en el comunicado, que fue emitido el 2 de septiembre.
En tanto, el domingo 4, el diario El País de Madrid dedicó su editorial a explicar su posición. Bajo el título “El error de Wikileaks”, el periódico español indicó que “la publicación íntegra de los cables, sin editarlos para proteger a las fuentes que citan, transforman por completo la causa a la que sirve” la organización.
“Bajo la premisa de promover la transparencia para servir a los derechos humanos, la organización de Assange puede convertirse en un peligro adicional para ellos. Las fuentes que aparecen citadas en los cables pasan a ser, de inmediato, víctimas potenciales de los mismos atropellos que se decidieron a denunciar, con lo que Wikileaks deja de ser un instrumento a su favor y se convierte en un arma en su contra”, argumentó El País.
Más aún, el diario afirmó que con esta decisión de Assange, Wikileaks abandonó el periodismo. “El error de Wikileaks no consiste en haber renunciado a servir de fuente a algunos de los principales diarios y semanarios del mundo; consiste en haber abandonado luego la deontología por la que se rige el periodismo con el que están comprometidos esos medios. Al emprender ese camino, Wikileaks abandona el periodismo y se adentra en un terreno desconocido, donde puede servir simultáneamente a la causa de los derechos humanos y a su violación”.
“Nada hubiera impedido que Wikileaks siguiera respetando la deontología periodística aunque cesara en su relación con otros medios. Su opción habría sido inobjetable. Al haber adoptado una opción distinta, y que pone en duda la tarea del periodismo en las sociedades democráticas, la respuesta que merece es la de la condena. Las esperanzas que despertó (…) podrían quedar en nada por un error, que nunca se puede cometer impunemente desde el periodismo”, finalizó el editorial.
En el comunicado conjunto, los periódicos indicaron además que continuarán defendiendo sus “proyectos de colaboración anteriores” pero puntualizaron que no pueden “defender la publicación innecesaria de la base de datos al completo”.
La organización de Assange aseguró que eso se debió a que su trabajo estuvo comprometido por la “imprudencia” del diario The Guardian, ya que en un libro que publicó sobre el portal, reveló datos clave para acceder a información importante de su sitio web.
En respuesta, The Guardian calificó de “sinsentido” el argumento.
El jueves 1, Assange participó de una videoconferencia en InfoTrends en Brasil, donde justificó la decisión de su organización. “Wikileaks no ha provocado la muerte de ninguna persona en ninguna parte del mundo”, dijo, según publicó el diario español ABC.