Las lecciones que la pandemia y el estallido social le dejan al periodismo en Chile

par Consuelo Ferrer
17 sept 2020 dans Cobertura del coronavirus
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Un estudio realizado por la Facultad de Comunicaciones de la Universidad Católica mostró que, en contextos de crisis, la audiencia espera de los medios una función más emocional: que ayuden a manejar la ansiedad y fomenten el autocuidado.

Mientras revisa las cifras que entregó el estudio de opinión pública "Comunicaciones, desinformación y emociones en la pandemia COVID-19 en Chile", publicado por la Facultad de Comunicaciones de la Universidad Católica en julio, Daniela Grassau —parte de los seis investigadores del proyecto— hace una apreciación. "Los medios y periodistas han estado expuestos a un desafío gigantesco y siempre se les mira críticamente desde la opinión pública, la academia y las fuentes. Se ve todo lo malo que hacen, los errores que cometen", dice.

"Se deja de lado que se está tratando con periodistas, camarógrafos, editores y con un sinfín de personas que también están viviendo la crisis: están exactamente igual de afectadas, viviendo situaciones personales muy complejas, sobre todo si tienen que salir a terreno y están literalmente poniendo en riesgo sus vidas y las de sus familias. Pueden tener en su entorno personas de altísimo riesgo, muy enfermas, o haber sufrido alguna pérdida muy dolorosa y, pese a todo eso, siguen ejerciendo", continúa.

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Lo dice porque lo que quiere presentar es un enfoque propositivo. "Es inevitable que la gente que está trabajando en los medios de comunicación esté, en algún nivel, afectada por lo que está pasando. Toda esta decodificación tenemos que hacerla desde esa ventana: es importante ponderar la mirada y la crítica desde eso, y tratar de entender lo que está pasando y buscar formas de ayudar, de no tirar más por el suelo un trabajo que está siendo muy difícil", dice.

Desde esa perspectiva, la académica propone que se analicen las cifras del estudio: que los medios más usados por la ciudadanía para informarse —redes sociales en un 60% de la muestra y televisión en un 49%— son al mismo tiempo los peor evaluados: en una escala de 1 a 7, las redes sociales reciben una nota 3,0 y la televisión un 3,3. Se trata de una segunda mirada al circuito informativo chileno, luego de se aplicara la primera ola de la encuesta en noviembre de 2019, luego del estallido político y social que se generó en el país.

El interés original era cuantificar la dura crítica que vino con la crisis hacia los medios tradicionales y también medir la penetración de las noticias falsas. "Era un escenario informativo muy confuso, de mucha crítica, pero además de un uso de medios muy intensivo de parte de las audiencias, porque estábamos encerrados por varios días consumiendo esta especie de maratón informativa. Eso produjo el interés por hacer esta encuesta y habíamos planeado una segunda ola de este estudio luego del plebiscito", explica Grassau.

Pero el 26 de abril de 2020, la fecha para la cual estaba planificado el plebiscito constitucional que se acordó como una vía política para salir de la crisis, la pandemia le había provocado la muerte en Chile a 189 personas. Para fines de agosto, ya había causado 11.289 decesos. La elección fue postergada para octubre. "Tomamos la decisión de postergar el estudio y de convertirlo en un monitoreo de lo que estaba pasando. Si bien el contexto era distinto, tenía como punto en común un uso muy, muy intenso de todo tipo de medios de comunicación", expone.

El periodista en las crisis

La segunda ola de la encuesta reveló que la ciudadanía valora del periodista, en primer lugar, la función de entregar objetivamente las noticias (94%) y luego la de actuar como verificador de informaciones falsas (89%). "El rol de supervisar el trabajo de las autoridades, que es el que uno pensaría que más te van a decir que es importante, al final es el que menos se insiste de parte de las audiencias como prioritario. A lo que le dan muchísima importancia es a fomentar el autocuidado de la población, realizar notas esperanzadoras y ayudar a manejar la ansiedad", dice Grassau.

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Este dato podría entregar luces sobre cómo modificar los contenidos que se enseñan en las escuelas de periodismo luego del paso de esta crisis mundial. Así lo plantea Ingrid Bachmann, otra de las investigadoras que participó del estudio junto a los académicos Sebastián Valenzuela, Claudia Labarca, Daniel Halpern y Soledad Puente. "Si piensas en la formación de profesionales, lo que nos enseñan es precisamente el rol de perro guardián, el de controlar a la autoridad. No es algo que se enseñe que, en situaciones de crisis, lo que la audiencia necesita es otra cosa", dice.

En ese sentido, Grassau cree que un buen aprendizaje de esta crisis sería que los medios se prepararan para "el desastre siguiente". "Siempre va a haber uno y los medios de comunicación deberían estar preparados para eso: tener una pauta de temas, preguntas, expertos, formas de mirar, protocolos de acción, qué tipo de pautas alternativas tener, porque son contenidos que se podrían prever fácilmente. Si existiera preparación de los medios de comunicación, sería mucho más fácil convivir con eso, y lograrían un manejo de la ansiedad de la población mejor", dice.

Otra diferencia con respecto a la medición de noviembre está en la exposición y credibilidad de las noticias falsas: antes un 47% afirmaba haberlas escuchado y compartido, mientras que hoy ese porcentaje se redujo a 23%. "Lo que vimos con el estallido fue que nacieron iniciativas de verificación de datos en Chile, que estábamos bastante al debe. Es una de las cosas para lo que sirven las crisis: darse cuenta de que hay oportunidades para hacer cosas que no se estaban haciendo y que se necesitan", dice Bachmann.

"Y las condiciones en las que estamos viviendo han producido una alfabetización digital forzada en gran parte de la población", complementa Grassau. "En la medida en que se produjo, también crecieron las oportunidades para que las personas aprendieran a acceder a fuentes de información confiables. Son más las posibilidades de que les compartan datos por WhatsApp, pero también son más las posibilidades de que ese dato lo chequeen por otras vías y no se queden solamente con la información que les llega", concluye.


Foto cortesía de Consuelo Ferrer.