En tiempos de presupuestos ajustados y diarios que están cerrando, uno pensaría que nadie quiere cortejar a los periodistas. Pero no es así.
Un evento que se llama Swagapalooza busca que los periodistas se entusiasmen con nuevos productos y servicios que se les presentan en sesiones de cinco minutos dentro de una discoteca de moda donde se ofrecen tragos gratis y se reparten artículos promocionales.
La idea se le ocurrió a Alex Krupp durante la debacle económica de 2009 y ha sido lo suficientemente exitosa como para que después del puntapié inicial en San Francisco se reprodujera en Nueva York y ahora se esté contemplando la posibilidad de organizarse en otras ciudades de Estados Unidos.
Si bien intentar seducir a los periodistas con tragos, comida y regalos para lograr cobertura informativa no es nada nuevo, esta iniciativa propone algo distinto.
Se la presenta como el “primer evento con entrada sólo por invitación para blogueros y usuarios de Twitter de todo el país con mayor número de seguidores”, y solamente se invita a 100 personas.
Honestamente, no estoy segura de cómo entré en la lista. Varios otros de los presentes, considerados como “referentes digitales” y entre los que había, por ejemplo, un profesor universitario y un defensor de derechos sexuales, también se preguntaban las razones por las cuales habían sido invitados.
En lugar de que los artículos promocionales actúen como un complemento del evento, tal cual suele pasar en conferencias o exposiciones comerciales, aquí son el centro de atención. Justin Kan, de Justin.tv, fue el ponente principal e hizo su presentación vistiendo un blazer de lana a prueba de agua de la marca Sabøteur. De forma simultánea, en una pantalla se podían ver en vivo los comentarios vía Twitter que los participantes hacían sobre todas las presentaciones.
Aunque muchos periodistas son habitualmente bombardeados con comunicados de prensa y se les suplica que escriban sobre los nuevos productos o servicios que salen al mercado, lo que se exhibió en el evento no era para nada convencional.
Entre los productos que se mostraron había una barra energética llamada Two Degrees Food, que por cada unidad vendida la empresa dona un paquete nutricional elaborado bajo supervisión médica para niños mal alimentados, Boom Boom! Revolution, un juego de cartas inventado por un maestro de escuela que promueve actos de buena voluntad, y SwipeGood, un mecanismo para hacer donaciones a obras de caridad cuando uno realiza sus compras usando tarjetas de crédito.
Con un nombre inspirado en el festival de rock alternativo Lollapalooza, los organizadores definitivamente buscaban mantener vivo el espíritu altruista. Sin embargo, las reglas concernientes a los productos que se obsequiaban eran bien claras.
Los participantes no están obligados a escribir sobre ninguno de los productos que les regalan, pero quienes violen el reglamento impuesto por la Comisión Federal de Comercio al no revelar qué artículos obtuvieron de forma gratuita a cambio de escribir sobre ellos tendrán la entrada prohibida a otros eventos organizados por Swagapalooza. Mientras puede resultar difícil hacer que esto se cumpla, es meritorio el hecho de que se busque darle transparencia a esta clase de propuestas.
Declaración personal de conflicto de intereses: lo único que me llevé del evento fue una flauta de pan artesanal de Sour Flour.