El cuidado del medio ambiente, el cambio climático, las contaminaciones a gran escala, el calentamiento global; cada día que pasa estos temas con impacto directo en toda la humanidad se imponen con mayor fuerza. Las series y películas lo destacan, los gobiernos lo discuten y los comentarios al respecto -directamente influidos por los cambios en el clima- hasta se cuelan en la charla de algún bar.
Y en medio de todas estas discusiones, Oxfam, un movimiento global con fuerte énfasis en lo que llaman “justicia climática”, pone sobre la mesa un incómodo tema que no se escucha con tanta frecuencia: la contaminación y la crisis en el medio ambiente está fuertemente ligada a la desigualdad económica y social.
“Varios especialistas e investigadores a nivel internacional concuerdan que dos de los grandes desafíos que vamos a experimentar en la próxima década en América Latina están relacionados con el incremento de la pobreza, de la desigualdad y el cambio climático. Y fundamentalmente las relaciones que hay en el incremento de la pobreza y la desigualdad y las crisis climáticas que estamos viviendo a nivel global y particularmente en América Latina”, aseguró Carlos Aguilar, responsable de esta organización en la región, en un nuevo seminario web del Foro de Cobertura de Crisis Mundiales, una iniciativa del Centro Internacional para Periodistas (ICFJ) y su Red Internacional de Periodistas (IJNet).
El gran problema es que estos desafíos a futuro no son solo proyecciones de una organización. No se trata de especulaciones. Se basan en los números de las últimas tres décadas, que aportan datos contundentes para esta asociación entre la riqueza y la contaminación.
Según un informe realizado por Oxfam que evalúa las emisiones de consumo de los diferentes grupos de ingreso entre 1990 y 2015, el 10 % más rico de la humanidad fue responsable de más de la mitad (52 %) de las emisiones acumuladas en la atmósfera durante ese período de tiempo.
Y no solo eso: el 1 % más rico fue responsable del 15 % de las emisiones durante ese período, más que toda la población de la Unión Europea y el doble que la mitad más pobre de la humanidad (responsable del 7 %).
“La mayor parte de las actividades están relacionadas con el consumo que nosotros hacemos. Y por eso, buena parte de la investigación está relacionada con los patrones de consumo que se tienen en los países. Algunas de las actividades que más se consideran están relacionadas con el transporte: todo loque tiene que ver con la locomoción, ya sea a través de automóviles o el transporte aéreo. Y ver la televisión. Ver la televisión es una de las actividades individuales que, dependiendo el tipo de electricidad que se use, se considera como la que más huella de carbono genera”, explicó Aguilera.
Con esto en mente, Oxfam publicó un nuevo estudio hace pocos meses en el que señala que en 2030 la huella de carbono del 1% más rico del planeta será 30 veces superior a la compatible con el objetivo recogido en el Acuerdo de París de limitar el calentamiento global a 1,5 °C.
“¿Qué es lo novedoso del estudio que hemos lanzado en noviembre del año pasado? Hemos analizado más bien la tendencia que se estaría experimentando del período del 2015 al 2030. Hemos hecho una proyección. Si se mantienen las tendencias actuales, estamos apreciando un cambio de tendencia en relación a la contaminación. Pero aún con el cambio de tendencia que podemos ver, finalmente no alcanzamos las metas propuestas en el acuerdo de París para mantener la temperatura del planeta en 1,5 grados. Quizá ese es el mensaje más importante. Es decir, si las tendencias se mantienen en la práctica, no es posible mantener la meta de la temperatura del planeta. Y eso está relacionado con los grados de desigualdad que experimentamos a nivel planeta. Los grados de desigualdad en ingresos, pero también los grados de desigualdad en la emisión de carbono”, aseguró el responsable de Oxfam para Justicia Climática en América Latina.
Desde la audiencia del seminario surgió una pregunta que se repite una y otra vez en la discusión de este tema: ¿podemos con nuestras acciones individuales resolver las contaminaciones de las grandes industrias y ese porcentaje más rico de la humanidad?
La respuesta de Aguilar fue sí y no.
En parte sí, porque nuestras acciones individuales generan “toman de consciencia”, “comprensión de la problemática” y sobre todo “cambio de percepción” y “cambio de cultura” sobre nuestras prácticas contaminantes.
Pero a la vez, remató la respuesta con un “no” y un mensaje muy claro.
“Yo puedo comprar el cepillo de dientes de bambú, eso está muy bien, pero si no tenemos incidencia sobre las prácticas generales de toda la industria que produce plástico y genera contaminación, a nivel de escala planetaria, definitivamente nosotros no vamos a alcanzar los objetivos fijados en los acuerdos que se tienen desde París hasta la más reciente COP26 en Glasgow”.
Puedes ver el seminario online completo aquí:
Imagen de Jon Tyson en Unsplash.