Por qué enseñar codificación es esencial para el futuro del periodismo

por Cindy Royal
Oct 30, 2018 en El ABC del periodista

Hace poco hablé en Austin, durante la conferencia SXSWedu, acerca de la oportunidad de enseñar codificación en varias disciplinas universitarias.

La programación de computadoras se está convirtiendo rápidamente en una esperada alfabetización del siglo XXI, pero la codificación ya no se limita a los reinos de la informática y de las ciencias de la información. La tecnología puede utilizarse para resolver problemas en una variedad de campos, pero solo si existe gente en cada una de esas áreas que entienda cómo aplicarla.

A continuación señalo algunas de las realidades que deberemos considerar antes de poder introducir con efectividad la codificación en las currículas universitarias.

Las ciencias informáticas no implican necesariamente la enseñanza de la codificación. Los cientistas informáticos proclaman orgullosamente que sus planes de estudio no están pensado para enseñar herramientas. Están diseñados para introducir al pensamiento algorítmico y resolver problemas sin importar de qué tecnología específica se trate.

Mientras que en teoría se trata de una postura razonable, en la práctica aprender a resolver problemas requiere que uno haga algo. Y para poder hacer algo tienes que aplicar las tecnologías que tengas a mano.

Uno tiene que ejercer el juicio al elegir y aplicar las tecnologías apropiadas. Luego continuará desarrollándose y aprendiendo con el tiempo pero, en última instancia, lo que uno hace con la tecnología es lo que demuestra su competencia. Si bien el enfoque teórico tiene sus méritos, su aplicación pura es poco relevante para las necesidades específicas de muchas disciplinas.

Las ciencias informáticas están ocupadas principalmente en el desarrollo de importantes sistemas y lenguajes que puedan resolver grandes problemas. El desarrollo web y móvil, que puede ser aplicado a todo un espectro de problemas, requiere un conjunto de conocimientos y herramientas diferentes. Pero creo que si los departamentos de ciencias informáticas reconocieran la necesidad de enseñar codificación en su currícula universitaria, podrían convertirse en un centro importante de educación contextualizada de esta área.

Diferentes disciplinas requieren contexto y apoyo especializado en la práctica de la educación sobre codificación. Mientras que todos los que codifican tiene que entender los conceptos básicos –tipos de datos, variables, bucles, funciones y el arte de un algoritmo–, las formas en que estas características se aplican varían entre disciplinas como la comunicación, las artes, las humanidades y la ciencia.

La codificación puede ser utilizada para desarrollar una visualización de datos personalizable, para diseñar una obra interactiva de ficción o para crear una experiencia inmersiva en un museo. Se puede utilizar para crear entornos de aprendizaje simulados o para explicar conceptos difíciles. Puede ser usada para navegar sin problemas tanto en lo virtual como en lo físico, tomando señales del entorno, de experiencias pasadas y de tus redes sociales.

Si vamos a sacarle provecho a estas oportunidades, necesitaremos enseñar a codificar en contextos que apoyen estas aplicaciones y otras iniciativas más. Pero los estudiantes (y profesores) de las disciplinas relacionadas con la codificación pueden sentir que no tienen los antecedentes ni la mentalidad para aprender a codificar.

Vamos a necesitar ayuda especializada –que puede implicar entornos como laboratorio pequeños, instrucciones personalizadas y comunidades de aprendizaje de disciplinas específicas– con el fin de satisfacer estas amplias necesidades.

A través de la introducción de la codificación en diferentes disciplinas, estaremos exponiendo a distintos tipos de alumnos a estas importantes habilidades. He escrito acerca de la oportunidad de llegar a las mujeres mediante la enseñanza de la programación en el periodismo y en la comunicación de masas. Si añadimos la enseñanza de la codificación en una amplia gama de disciplinas, vamos a llegar a estudiantes de diferentes orígenes y perspectivas y no solo a aquellos que tradicionalmente estudian ciencias informáticas.

Las colaboraciones son difíciles. Los esfuerzos interdisciplinarios no son sencillos en un entorno universitario. Los diferentes objetivos y metas evitan la integración natural de distintos departamentos de estudio. Y esperar que una disciplina le enseñe a otra su contexto especializado de codificación es poco razonable e incluso insostenible.

Pero que los esfuerzos colaborativos sean difíciles no significa que no valga la pena intentarlo. La comunicación entre departamentos, entendiendo los roles y expectativas de cada parte, será necesaria para forjar alianzas productivas. Las colaboraciones dentro de una comunidad profesional son otro camino que debe tomarse en la búsqueda de apoyo para un plan de estudios sobre programación.

Los codificadores no serán contratados para ayudar al periodismo, a la narrativa, al arte o a la ciencia. Ellos mismos serán periodistas, narradores, artistas o científicos. Esa debe ser la meta. Programar tendrá que ser una parte de lo que los líderes e innovadores de distintos campos deben poder hacer.

La codificación será percibida como un espectro del conocimiento, no como algo que sabes o no sabes hacer. Es necesario una gama amplia de codificadores: quienes entiendan lo suficiente para saber qué es posible hacer, quienes sean cada vez más capaces de resolver sus propios problemas con la tecnología y los uber-codificadores, que puedan forjar nuevas soluciones tecnológicas en áreas específicas. Pero se espera que todo el mundo pueda participar en equipos tecnológicos de colaboración. La ignorancia no será una opción.

Les escuelas de codificación están llenando los huecos que la academia ha dejado abiertos. Estas entidades con fines de lucro –como General AssemblyMakerSquare o The Iron Yard– han aparecido en todo Estados Unidos en los últimos años, cobrándole a los estudiantes un monto exagerado de US$10.000 para que aprendan a codificar en algunas semanas. Aprovecharon una oportunidad de mercado. Mientras ningún departamento universitario podría o debería copiar el modelo exacto de estas escuelas, podemos achicar la brecha definiendo un nivel de conocimiento sobre codificación que sea relevante para los graduados de nuestras profesiones.

La currícula deberá cambiar. Ya sea a través de nuevos módulos de cursos, nuevas especializaciones o nuevas colaboraciones, la integración de la codificación a través del currícula requerirá que los educadores repiensen las formas de en que la educación universitaria se imparte. La programación es simplemente una parte de una tendencia mucho más grande y disruptiva en la educación, tal como lo demuestran los cuatro provocaciones descritas en el proyecto Stanford 2025.

Necesitaremos educadores que puedan enseñar codificación en cada disciplina. Esto no quiere decir que necesitemos personas completamente nuevas en el área. Significa que necesitamos que la gente reconozca esta oportunidad y sienta curiosidad por aprender nuevos enfoques; que podemos contar con personas a las que no les molesta que haya cosas que no sepan, pero que estén comprometidas con darle a sus estudiantes la mejor introducción posible a las habilidades de codificación que sean significativas y relevantes en su campo. Significa aprender sobre la marcha y no siempre tener todas las respuestas, pero comprometerse a abrir los caminos en los que nos encontramos con ellas. Implica la redefinición de lo que significa ser un educador.

El resultado será tener un conjunto de personas que comprendan y puedan resolver distintos tipos de problemas con la tecnología. Hoy los necesitamos. No podemos darnos el lujo de esperar.

Mi presentación está disponible aquí. Y pueden revisar la cobertura de SXSW Interactive hecha por mis estudiantes en SXTXState.com.

Cindy Royal es profesora asociada de la Escuela de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Estatal de Texas, en donde enseña diseño web y temas relacionados con los medios digitales. En el año académico 2013-2014 fue residente de la Universidad de Stanford como becaria Knight de periodismo y trabajó en una plataforma para enseñar habilidades de programación a periodistas. Entérate de más entrando aquí.

Este post fue publicado originalmente en PBS MediaShift y es reproducido en IJNet con permiso.

Imagen principal con licencia Creative Commons en Flickr, vía Marius Watz.