Este recurso forma parte del kit de herramientas para medios de comunicación en el exilio de IJNet, elaborado en colaboración con la Red de Medios de Comunicación en el Exilio (NEMO), y con el generoso apoyo del Fondo de Emergencia para Periodistas Joyce Barnathan.
En 2020, Nicaragua tuvo que hacer frente no solo a la pandemia del COVID-19, sino a la intensificación de las prácticas represivas del gobierno de Daniel Ortega tras un levantamiento social en 2018 contra la corrupción y los abusos a los derechos humanos.
En ese contexto, un equipo de cuatro periodistas se dispuso a exigir cuentas al poder y contar historias de formas innovadoras. Así fundaron Divergentes, un medio digital para cubrir y llegar a las comunidades nicaragüenses y centroamericanas. "Todo el mundo decía '¿están locos?' porque todos dejamos nuestros trabajos fijos y nos lanzamos al vacío", explica Wilfredo Miranda, cofundador y coordinador editorial de la publicación.
Las investigaciones de Divergentes sobre corrupción gubernamental le valieron rápidamente a la redacción el reconocimiento nacional e internacional. Pero en 2021, el fiscal general del gobierno empezó a citar a periodistas y medios ante los tribunales como parte de una investigación sobre la Fundación Violeta Barrios de Chamorro —una organización sin fines de lucro dedicada a la libertad de expresión— por presunto blanqueo de dinero. Cristiana Chamorro, entonces candidata presidencial de la oposición y presidenta de la fundación, fue puesta bajo arresto domiciliario, y más de 20 periodistas fueron interrogados sobre su relación con la organización.
Miranda fue uno de los periodistas perseguidos en junio de ese año. "Me amenazaron con ocho años de cárcel con la Ley de Ciberdelincuencia, con la que el gobierno decide si lo que alguien publica son noticias falsas", dijo.
Inmediatamente después de comparecer ante el tribunal y todavía con la misma ropa, Miranda huyó a Costa Rica. Solo llevaba su computadora. Más de 30 de sus colegas se vieron igualmente obligados a abandonar el país, sumándose a los más de 200 periodistas que han dejado Nicaragua desde 2018.
Divergentes se convirtió en un medio de comunicación en el exilio; el último de un éxodo de redacciones independientes en toda América Latina. Hoy la publicación opera con un equipo de unas 20 personas en Costa Rica, México y el Reino Unido.
Comenzar en Costa Rica
La primera tarea de Divergentes en el exilio fue establecerse como entidad legal en su nuevo país de acogida. El equipo, con la ayuda de abogados, decidió formar una asociación, definida en Costa Rica como una entidad sin fines de lucro formada por personas con un propósito común. Una asociación requiere 10 miembros, incluidos tres residentes o nacionales del país.
El proceso costó a Divergentes unos US$1.000 y duró unos ocho meses. Era un paso necesario para poder trabajar legalmente en el país, abrir cuentas bancarias y solicitar fondos internacionales.
Costa Rica es bastante más caro que Nicaragua, lo que ha significado una carga financiera para la publicación. Divergentes no puede permitirse personal administrativo: el equipo se las ha arreglado haciendo que todo el staff, incluidos periodistas, productores de TikTok, diseñadores, programadores y community managers, asuman porciones de esa carga de trabajo. Miranda, por ejemplo, se ocupa de buscar subvenciones para la redacción, además de sus tareas como coordinador editorial.
Medir el impacto
Medir el impacto del periodismo en Nicaragua es todo un desafío, explica Miranda. Los periodistas no pueden esperar que denunciar prácticas de corrupción, por ejemplo, lleve a los responsables ante la justicia.
Las métricas de los sitios web y las redes sociales pueden ofrecer información sobre cuántas personas leen sus artículos, pero Divergentes mide el impacto principalmente por cómo la gente inicia debates en torno a sus coberturas. "Cada vez que publicamos una investigación, muchos medios nacionales —especialmente de otros países— las comentan", afirma Miranda. "Creo que ese es uno de nuestros grandes impactos".
Divergentes informa sobre países de toda Centroamérica, pero su principal foco de atención es Nicaragua, donde reside el 70% de su audiencia. Nicaragua es el único país del hemisferio occidental que no tiene periódicos impresos, y prácticamente todos sus medios de comunicación están controlados por el Estado.
"Hay una enorme necesidad de que la población consuma medios sin propaganda, medios que considere que informan y que les ofrecen un periodismo útil para sus vidas", afirma Miranda.
El pan de cada día de Divergentes es el periodismo de investigación y narrativo, pero también publica fact-checks, viñetas y podcasts. El medio difunde sus contenidos a través de boletines y en TikTok, Instagram, Threads, X y YouTube.
Protegiendo a periodistas y fuentes
El trabajo de investigación de Divergentes se centra principalmente en violaciones a los derechos humanos y busca construir bases de memoria histórica a través de sus coberturas. Determinar cómo conseguir información precisa sin poner en riesgo las vidas de fuentes y periodistas es un desafío importante.
"¿Cómo se puede reconstruir una masacre si los periodistas no pueden ir al lugar en la que se produjo?", observa Miranda. "No digo que sea imposible, pero lo hace muy difícil, especialmente cuando quieres hacer un periodismo lo más cercano posible a los hechos".
La seguridad de las fuentes se ha convertido en una preocupación primordial desde febrero de 2023, cuando el gobierno despojó a 94 nicaragüenses, incluido Miranda, de su ciudadanía y confiscó sus bienes. Algunas de estas personas ya estaban exiliadas y proporcionaban información a Divergentes a través de contactos dentro del país, explicó Miranda. Ahora, estas fuentes temen repercusiones políticas para sus contactos en Nicaragua.
El medio se vio obligado a adaptar sus métodos para mantenerse en contacto con sus interlocutores en el país y dentro del gobierno. Por ejemplo, el equipo decidió anonimizar a las fuentes para protegerlas, pero no sin establecer algunas normas básicas para garantizar la calidad de sus coberturas. "Fijamos normas porque estamos muy interesados en cuidar nuestro rigor periodístico", dice Miranda. "Si vamos a utilizar fuentes anónimas, entonces tenemos que cotejar esas fuentes anónimas al menos seis veces para corroborar lo que estamos diciendo".
Cuando se trabaja en el exilio, saber gestionar los miedos del equipo es importante para establecer límites y preservar su medio de vida y el de sus familias. "Cada quien es dueño de su propio miedo", señaló Miranda, citando a Pedro Joaquín Chamorro, el "mártir de las libertades públicas" de Nicaragua.
"No queremos más mártires", continuó. "Tenemos la filosofía de que antes de producir cualquier historia, lo primero es preservar la seguridad física y la libertad de cada uno de nuestros periodistas".
Si un periodista decide viajar a Nicaragua, por ejemplo, debe esconder su equipo y terminar su trabajo lo antes posible para no llamar innecesariamente la atención, explicó Miranda. Antes del viaje, el equipo se prepara para actuar en caso de persecución, planificando escenarios que incluyen dónde esconderse dentro del país y cómo salir de manera segura.
La salud mental de los periodistas también es preocupante. Después de cinco años cubriendo violaciones de derechos humanos, enfrentándose al acoso y la represión gubernamental, algunos periodistas han perdido la esperanza y están experimentando agotamiento emocional.
"Cuando cada día tienes un incendio que tienes que apagar en la redacción, es muy fácil perderse. Lo más fácil es dejar de publicar", dijo Miranda. "En Divergentes intentamos lidiar con eso: intentar apagar todos los fuegos que nacen cada día, cada semana, cada mes, cada año, sin dejar de publicar ni un solo día".
La importancia de saber lo que se quiere
A pesar de los desafíos y las adversidades, la audiencia de Divergentes ha aumentado desde el exilio. Miranda contó que el sitio web ahora atrae a alrededor de 250.000 visitantes únicos al mes, en comparación con los aproximadamente 14.000 de sus primeros meses. La mayor parte del tráfico proviene de Nicaragua, El Salvador y Estados Unidos.
Gracias a su cobertura en Nicaragua, el equipo de Divergentes ha adquirido valiosa experiencia que comparte con periodistas que informan sobre regímenes autoritarios en países vecinos como El Salvador, Guatemala y Honduras. La publicación también ha establecido asociaciones y colaboraciones con otros medios en el exilio para abordar cuestiones transfronterizas, lo que ha sido fundamental para ampliar su audiencia y alcance.
Miranda enfatiza en la importancia de que los medios de comunicación obligados a exiliarse identifiquen el tipo de trabajo que quieren hacer, los recursos de que disponen y a quién pueden pedir apoyo. "¿Qué valor añadido puedo aportar a mi audiencia? Tener voz propia es lo que te hace diferente y, en cierto modo, te garantizará la supervivencia como medio", observa.
Poner en marcha y dirigir una publicación en el exilio exige mucho tiempo y trabajo. "Entiende que al principio lo harás todo", agregó. "Vas a ser periodista, vas a escribir reportajes, a hacer fotos, a tratar con gente... todo".
Cuando aparezcan los problemas, reflexionar sobre las razones por las que estás haciendo este trabajo será clave, dice. "¿Por qué seguir haciendo esto?" se pregunta a menudo. "Por el compromiso con el país y, sobre todo, por una Nicaragua libre, en democracia, en libertad, con derechos para todos, con menos desigualdad".
Fotos cortesía de Divergentes.