Los medios feministas han llegado para cuestionarlo todo

Dec 31, 2021 en Libertad de prensa
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Todos deberíamos ser feministas. Lo dijo la escritora de origen nigeriano Chimamanda Ngozi Adichie en su aclamada charla TED, que han visto más de cuatro millones de personas en el mundo. Feministas en el sentido estricto de creer en la igualdad social, política y económica de los sexos. A eso se refirió. Pero ella misma reconoció que el problema de alzar esa bandera es que la palabra “feminismo” está sobrecargada de connotaciones negativas, de prejuicios. De modo que hablar de “periodismo feminista” tiene el mismo efecto, entre quienes desconocen su significado.

A quienes promueven esta corriente les han llamado “feminazis”, “activistas” o cualquier otro descalificativo con el afán de menospreciar su trabajo periodístico. Pero lejos de desmotivarlas, esos ataques han abonado el terreno para una indetenible proliferación de medios digitales en América Latina con nombres de mujer: Indómita (Ecuador), La Antígona (Perú), Alharaca (El Salvador), Volcánicas (Colombia), Malvestida (México) y AzMina (Brasil) forman parte de este colectivo.

Sus promotoras comparten una misma historia. Todas se sentían descontentas e incómodas con el sexismo de los medios tradicionales.  Estaban cansadas de la negativa de los editores a abordar estos temas y agotadas de tener que justificar de mil maneras su interés en seguir denunciando las desigualdades.  Así que cada una –a su tiempo y a su manera– decidió crear su propio espacio para hacer un periodismo que busca cuestionar y sacudir las bases de una sociedad patriarcal, con miras a lograr la equidad.

“Nacimos de una necesidad”, cuenta Laura Aguirre, una de las directoras del portal Alharaca (El Salvador), que surgió en junio de 2019. “Queríamos dejar de justificar por qué es importante y no es debatible los derechos de las mujeres. Cuestionar este método periodístico que se ha construido sobre la universalidad para hacer ver que los problemas nos afectan a todos por igual o que ha hecho creer que aquello que aqueja a las mujeres son temas de minorías, de nichos o de guetos”.

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Sus contenidos se desligan de los temas vinculados tradicionalmente a las mujeres. Nada de moda, alimentación, salud o belleza. Ellas hablan de lo que pocos se atreven: aborto, higiene menstrual, abuso sexual, salud mental, derechos sexuales y reproductivos. Tópicos que plantean sin tapujos ni complejos. “Nuestra prioridad es visibilizar estos temas con honestidad y rigurosidad”, comenta Johanna Gallegos, una de las directoras de La Antígona (Perú), un portal que surgió en enero de 2020. “Nos une una misma misión: no volver a callar”.

Los detractores critican sus formas. Las califican de poco objetivas y ajenas al periodismo. Argumentos que a ellas las tienen sin cuidado, porque consideran que es una estrategia más para deslegitimar su trabajo. “Me defino como activista y no siento que eso me haga menos periodista”, afirma Thalie Ponce, directora de Indómita (Ecuador), un medio que nació en 2020. “El periodismo feminista considera las voces de las mujeres y busca enfoques más equilibrados. Por ello, creo que todo periodismo debe ser feminista”.

Helena Bertho, directora de AzMina (Brasil), comparte esa misma visión. “El feminismo defiende la idea de que ninguna persona debe tener o dejar de tener privilegios por razón de su identidad de género. Hacer reportajes que parten de esta premisa es lo mínimo que todo periodismo debería hacer. La equidad entre los géneros es un derecho humano. Así que un periodismo feminista es un periodismo que tiene como base un derecho humano fundamental”.

En su opinión, el feminismo tiene mucho que aportar al periodismo: desde principios de equidad, debates sobre los machismos de los medios, hasta más diversidad en la producción periodística. Esta mirada –agrega Aguirre– le permite al reportero cuestionar su propio papel y dejar de concebir su trabajo como un ejercicio de poder. Hacer más explícitas las diferencias y desigualdades. Así como dejar en evidencia los privilegios. “El feminismo y la perspectiva de género nos permite ser más críticos, más honestos y rigurosos”, comenta.

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De ahí que sus promotoras abogan por propiciar este tipo de debates en las redacciones e involucrar a más colegas a hablar de los temas que la audiencia reclama. “Los medios feministas no les hablan solo a las mujeres. Cada vez es mayor el porcentaje de hombres que nos leen”, cuenta Alejandra Higareda, directora de Malvestida (México). “Al comienzo, solo representaban 8% de nuestra lectoría. Ahora, alcanza 35%”. Una tendencia que se replica en otros portales informativos y que ha abierto la puerta a discutir sobre nuevas masculinidades.

De hecho, estos medios han comenzado a incidir en las sociedades a las que sirven. Este año, Indómita vio el efecto de sus publicaciones al conseguir que una institución en Ecuador se retractara de haber impedido a una niña registrarse por el hecho detener dos mamás. Mientras Malvestida presenció los resultados de haberse hecho eco de una campaña para eliminar los impuestos a los productos de gestión menstrual. Esos pequeños logros las mantiene convencidas de que el camino es seguir incomodando hasta que sus reclamos lleguen a los tomadores de decisiones. Para ello,se han apoyado en el periodismo colaborativo para amplificar sus voces y robustecerse como medios, pues tienen claro que el periodismo feminista no es una moda sino un signo de tiempos de cambio.


Imagen cortesía de Volcánicas.