Este año, desde Late y Mirada Colibrí hemos organizado encuentros presenciales y virtuales entre periodistas de investigación y fotoperiodistas europeos y de América Latina. De estos encuentros hemos aprendido algunos consejos que los fotoperiodistas le han dado a los periodistas de investigación y que ahora le damos a nuestra red de reporteros antes de salir a terreno especialmente antes de cubrir temas medioambientales. Aquí compartimos cuáles.
En un ambiente de producción y consumo de información dominado por lo audiovisual y por elementos gráficos (donde a la fotografía se suman visualizaciones de datos —a menudo interactivas—, ilustraciones, carteles, viñetas, etc.), hoy día es difícil que un reportero consiga impacto con una investigación periodística que descuide estas formas de expresión y mensajes o, directamente, no las tome en cuenta.
El contexto de sobreexposición visual en que circula el trabajo de reporteros y fotoperiodistas supone ventajas, pero también desafíos. Por un lado, la feroz competencia en la economía de la atención, no solo con otros medios, sino además con la potente corriente del entretenimiento. Por otra parte, sería un error pensar que una mayor cantidad de fotografías es garantía o sinónimo de un relato más sólido y completo. Suele suceder al contrario.
Conscientes de que el desarrollo de la preproducción, el trabajo en el terreno y la edición posterior de la historia estarán sujetos a las condiciones particulares de cada caso, ofrecemos una lista de aspectos a tomar en cuenta y recomendaciones generales a reporteros, tanto si afrontan el trabajo fotográfico de la investigación ellos mismos, como si trabajan en colaboración con un fotógrafo.
1. Identificar de antemano qué imágenes no deben faltar
Durante una investigación periodística habrá personas, material, lugares y acontecimientos a los que tendremos acceso solo una vez. Tener la conciencia de que estamos en busca de determinado registro gráfico (con la misma claridad con que buscamos un dato) nos permitirá reconocerlo cuando aparezca (o procurarlo, en caso de tener mayor control de la escena).
Por ejemplo, quién no debe dejar de aparecer, haciendo qué, dónde, junto a quién; qué material, documento u objeto es imprescindible mostrar en imagen por la evidencia que representa, por el valor testimonial que carga o por el eslabón que es en determinada cadena de acontecimientos, espacios o procesos; qué imagen concentra en sí la fuerza de una o varias zonas del relato; con qué conjunto de visiones podría contar mi historia de forma contundente. A la vez, es importante pensar en qué estética se usará, qué tipo de planos, qué composición y otros recursos del lenguaje fotográfico se ajustan mejor a la historia.
2. Procurar que las imágenes en su conjunto conformen un relato autónomo y coherente
El discurso gráfico no debe ser dependiente del texto escrito para tener sentido. El primero debe ser suficiente en sí mismo para contar una historia. A la vez, debe evitarse la redundancia texto-imagen. Ambos discursos deben complementarse sin ser interdependientes y sin duplicarse. En algunos casos, la solución puede estar en la disposición de imágenes y texto. Los pies de foto, por supuesto, son clave para conseguir esta autonomía narrativa de la imagen.
3. Evitar lugares comunes
Intenta que tu historia tenga una aproximación original al tema en cuestión, tanto en el enfoque del texto escrito como en la propuesta fotográfica. La repetición provoca saturación, habituación, insensibilización. Con las imágenes, además, eso ocurre muy fácilmente. La redundancia, de hecho, debería evitarse en tres niveles: 1) redundancia entre fotografías y texto, 2) redundancia entre distintas fotografías de la misma historia (lo mismo en contenido que en encuadre, salvo en el caso de una evidente intención serial), y 3) redundancia entre fotografías de la historia y otras fotografías de uso habitual en temas afines, dentro o fuera de los medios de comunicación.
Puedes acudir, dentro de determinado marco, a lo indirecto, a la metáfora o a los símbolos. Puedes, además, dar relieve a rasgos particulares de los personajes, materiales o sitios de tu historia. En cuanto a imágenes explícitas, requieren un análisis específico. Aun así, a grandes rasgos podemos afirmar que pueden llegar a ser una forma fácil de mostrar una situación dramática; pero no es necesariamente la más efectiva. Pueden incluso generar rechazo al percibirse cierto ánimo de provocar determinada reacción emotiva.
A menudo son los recursos gráficos más indirectos, más sobrios y menos agresivos los que consiguen mayor identificación, en especial cuando se trata de realidades o circunstancias tan esencialmente dramáticas, que no requieran una exaltación de este aspecto. Un intento por reforzarlo puede llegar a sobrar y tener el efecto opuesto al deseado.
4. Ofrecer una selección diversa y balanceada de planos
Las imágenes en su conjunto narran una historia, que tiene una secuencia y en la que la distancia con el objeto fotografiado y los puntos de vista no deben ser estáticos. La cámara es un ojo que se mueve en relación con la realidad que está mirando. Se adentra en los elementos que conforman la historia, y también se aleja cuando busca otro tipo de información. Ese movimiento queda registrado en la fotografía.
La multiplicidad de dimensiones, lo individual o particular que conduce a lo general o viceversa, el caso puntual y su resonancia más allá, deben tener un espejo gráfico en la selección de imágenes de la historia. Esto no descarta que puedan usarse fotografías en serie, en las que haya una estética evidentemente compartida con la intención de contraponer o contrastar determinados elementos con una intención narrativa.
5. Respetar la dignidad y la privacidad de las personas retratadas
Puede ser difícil establecer de antemano líneas rojas para casos que, sin embargo, en la práctica, se dan de formas infinitamente diversas. Aplicar esta recomendación dependerá mucho del sentido común del fotógrafo y el reportero, y de los marcos éticos con que trabajen.
Lo que aconsejamos es siempre tomar en cuenta el potencial daño que una fotografía publicada puede causar a la integridad de una persona o un grupo. Siempre hay que considerar el alcance de una imagen y el impacto que puede tener sobre la vida de alguien, cuya privacidad y dignidad debemos salvaguardar por ética profesional y por honrar la confianza que esa persona depositó al contar su historia y abrir las puertas de su mundo.
*Este artículo y los programas de intercambio y capacitación han sido posibles gracias al apoyo del Professional Development for Environmental Journalism, parte del Earth Investigations Programme de Journalismfund Europe, y del Foro Pamela Howard de IJNet en español.
Imagen de Vlad Bagacian en Pexels.