En la disputa por la atención, la voz más fuerte no es necesariamente la más importante

por Natalia Smolentceva
Oct 30, 2018 en El ABC del periodista

En tiempos en que los medios están luchando constantemente por los clics, la atención se ha convertido en la nueva moneda de cambio. Los lectores digitales son bombardeados constantemente con titulares provocativos y contenido viral.

Sin embargo, la voz más alta no necesariamente lleva el mensaje más importante. En lugar de gritar constantemente, vale la pena hacer una apuesta por construir confianza con las audiencias, argumentaron los oradores de un panel sobre economía de la atención en el festival digital re:publica de Berlín.

En esta lucha por la atención de los lectores, los medios se enfrentan a un dilema que tiene dos principios centrales, explicó Bernhard Pörksen, profesor de ciencia de los medios en la Universidad de Tubinga. Por un lado, está el principio de popularidad; muchas publicaciones tienden a orientarse hacia lo que su público quiere leer, lo que resulta en la estrategia de “servirles lo que quieran”. El otro es el principio paternalista, que se refiere al deseo de los medios de brindarle a las personas la información que esos medios consideran importante.

“Creo que ninguno de estos dos principios puede ser independiente, y debemos trabajar por un equilibrio entre ambos”, dijo Pörsen.

Las formas en que tratamos el tema de la atención difieren mucho cuando comparamos medios tradicionales y redes sociales, dijo Barbara Hans, editora en jefe de SPIEGEL ONLINE.

"En las redes sociales, el usuario es el punto de referencia", dijo. "Sin usuarios, no habría redes sociales".

Sin embargo, esos usuarios se enfrentan al conocido problema de las burbujas de filtro, que no están destinadas a iluminarlos, sino a confirmar la visión del mundo que ya tienen. Las oficinas editoriales, por el contrario, se esfuerzan por traer material nuevo y relevante a sus lectores.

"El trabajo del periodista es confrontar a los lectores y desconcertarlos con información que no sabían que era importante para ellos; que ni siquiera sabían que existía", dijo Hans. "Si nosotros, como medios de comunicación, estamos todo el tiempo gritando a quienes nos leen, perderemos no solo nuestra credibilidad, sino también la oportunidad de escuchar y aprender de ellos".

El editor de política de BuzzFeed Alemania, Marcus Engert, puso el ejemplo de Facebook para mostrar cómo los medios están adaptando su contenido para mantenerse en la carrera por la atención online. Desde la introducción de Instant Articles al fomento del video, las plataformas sociales como Facebook determinan qué tipo de contenido será más agradable y visible para sus usuarios.

BuzzFeed es famoso por su mezcla de contenido viral, como videos de gatos y listicles, combinado con análisis político en profundidad. Esta ha sido una estrategia bastante exitosa para llamar la atención de los lectores.

“En la sección de política de BuzzFeed no copiamos recetas de entretenimiento; aprendemos de ellas”, dijo Engert.

Una pieza política de largo aliento no recibe tantos clics como un video viral de un minuto, pero eso tiene más que ver con la capacidad de atención de la audiencia y no con la naturaleza del contenido, dijo. También explicó que los artículos serios no necesitan ser difíciles de leer o carecer de imágenes.

El "griterío" de los medios no solo refiere a los titulares clickbait; también hace referencia a la velocidad de producción de las noticias. Cuando los medios están tan ocupados por la primicia que publican información que no ha sido verificada adecuadamente, contradicen los principios del buen periodismo y muestran que "no toman a sus lectores en serio, porque creen que pueden darles lo que sea", dijo Engert.

Finalmente, los panelistas coincidieron en que la receta para el éxito en la era digital es mantener su compromiso con los principios básicos del periodismo: demostrar primero, publicar después, y recurrir a varias fuentes y ser transparentes.

Imagen con licencia Creative Commons en Unsplash, vía Jeremy Yap. Segunda imagen cortesía de Natalia Smolentceva.