Hoy más que nunca, muchos periodistas que trabajan en zonas peligrosas comprenden la importancia de la tecnología para mejorar su seguridad y reducir potenciales riesgos.
Xiomara Orellana, Daniela Aguilar, Ernesto Aroche y Javier García son cuatro de esos periodistas. Sus experiencias proporcionan ejemplos de lo que puede conseguirse con una apropiada formación en seguridad y utilizando las tecnologías adecuadas.
Orellana, periodista de investigación de La Prensa, Honduras, trabaja en San Pedro Sula, el lugar que tiene el índice de criminalidad más alto del mundo, con 186 asesinatos por cada 100.000 personas. Indispuesta a investigar a través del teléfono, ella penetra en el territorio de los cárteles de la droga para entrevistar a las víctimas de la violencia.
Durante las clases que tomó sobre seguridad, se enteró de cómo proteger la integridad tanto de sus datos como de sus comunicaciones, aprendió a comprobar si la conexión a Internet en un lugar es segura o no, a navegar por Internet de forma anónima y a crear contraseñas seguras.
“Pude construir mis propios protocolos de seguridad”, contó Orellana después de ser parte de los talleres de seguridad que dirigí como becario ICFJ Knight.
Seguridad contra los ciberataques
Otra experiencia, esta vez de Ecuador, muestra cómo las alianzas con empresas de tecnología pueden ayudar a jóvenes emprendedores a lidiar con las ciberamenazas. En septiembre pasado, Daniela Aguilar, periodista fundadora de La Historia, contó que su sitio web fue atacado después de cubrir varios casos de contenido sensible. Uno involucraba al padre del vicepresidente de Ecuador, acusado de abuso sexual infantil.
El sitio web sufrió un ataque masivo de denegación de servicio, más conocido en el mundo de la ciberseguridad como ataque DDoS. Puse a Aguilar en contacto con Deflect, una organización canadiense que cuenta con recursos para mitigar estos ataques y proteger las voces online. Deflect pudo hacer que La Historia estuviera disponible de nuevo rápidamente.
Aguilar dijo que la organización los ayudó “a evitar que su voz fuese silenciada”.
Proteger la seguridad física
El fotoperiodista Javier García ha recibido entrenamiento para cubrir manifestaciones en México D.F. y para evitar ser atacado físicamente tanto por la policía como por manifestantes enmascarados.
“Aprendí a predecir el movimiento de la policía, a identificar potenciales vías de escape y a organizarme para protegerme y hacer una mejor cobertura de los hechos”, cuenta García en una entrevista realizada por correo electrónico.
García y su grupo FotoreporterosMX cambiaron inmediatamente todas sus comunicaciones y comenzaron a utilizar aplicaciones encriptadas.
Aprender a evaluar los riesgos
Ernesto Aroche, editor de LadoBe, un portal de noticias online de Puebla, México, también ha aprendido la importancia de evaluar los riesgos.
“En LadoBe se ha vuelto una práctica regular el planeamiento y el monitoreo sistemático de los colegas que van a trabajar a zonas peligrosas”, contó Aroche. “Hoy hay más consciencia sobre la necesidad de analizar los riesgos de una cobertura periodística; se trata de una evaluación que antes no existía”.
Hoy Aroche diseña sus propios protocolos de seguridad, usando chats y correos electrónicos encriptados para contactar a sus fuentes y para manejar información sensible.
Para él y sus colegas, aprender a utilizar la tecnología puede ser una cuestión de vida o muerte.
Orellana, García y Aroche nos muestran que la planificación es crucial cuando los periodistas se adentran en zonas peligrosas. Esto no quiere decir que los reporteros no vayan a encontrarse con un desafío repentino, pero sí que estarán mejor preparados para enfrentar este tipo de situaciones.
Imagen principal con licencia Creative Commons en Flickr, vía macwagen.