Los boletines o newsletters han sido utilizados para llegar a las audiencias durante varios años. Actualmente, en tiempos en que los periodistas buscan curar la inmensa cantidad de información disponible en internet y crear una relación con sus seguidores, el rol de los boletines se ha expandido.
Para diferenciarse de los típicos boletines de noticias fácticos y basados en algoritmos, varios periodistas eligen darle un toque personal a sus boletines.
Ann Friedman, que lanzó el suyo en marzo de 2013, es una de las “pioneras” del medio, según su colega Jamelle Bouie. A ella le gusta decir que aunque no sabe todo sobre este tema, es una "experta en producir su propio boletín”.
“Es lindo saber que es un humano quien se está dirigiendo a ti”, dice Friedman, quien considera que eso es lo que la gente espera de los emails, especialmente cuando no son de “lectura obligatoria”, como los que recibe con los titulares del New York Times cada mañana. Como ex editora, reflexionar acerca de “la voz de la publicación” es algo que ha hecho durante un largo tiempo.
A los suscriptores también les gusta conocer al autor, apunta Amanda Terkel, responsable del boletín "Piping Hot Truth from Amanda Terkel".
"La gente suele suscribirse a los boletines porque le gusta la voz y la personalidad del autor, y quiere serle fiel", dice Terkel. A pesar de que en su boletín comparte su trabajo en el Huffington Post, no quiere que este "suene demasiado duro o institucional".
Para Dave Pell, el llamado "jefe de redacción de internet”, que suma su voz y da sus opiniones en su boletín, es esencial. “Next Draft está 100% personalizado”, dice.
No hay reglas a seguir al producir un boletín. La mayoría incluye enlaces, comentarios y gifs que se dividen en secciones para mostrar los puntos de vista del autor.
Terkel a veces estructura su boletín de noticias como una comida. El aperitivo es un gif gracioso o una foto de algún lugar en el que ha estado, mientras que el plato principal es más serio. A veces abandona la estructura y simplemente envía una historia. Por su parte, a Pell le gusta usar referencias culturales y juegos de palabras para sus títulos. A Friedman le gusta mantener una estructura organizada, añadiendo gifs (su marca registrada) y recomendaciones.
Cuando Friedman se convirtió en freelancer, usó su experiencia como editora para trabajar. Su boletín es una manera de mantenerse en los buzones y mentes de los editores, aunque no la lean.
A los editores “a veces se les hace difícil pensar en el periodista ideal a quien encargarle un trabajo”, cuenta. Un editor una vez respondió directamente a su boletín para pedirle un artículo.
Como periodista, a Terkel le gusta escuchar nuevas voces. En ocasiones le envían información a su boletín de noticias, aunque las redes sociales siguen siendo su lugar preferido para sus búsquedas. En general, cree que “es muy útil comunicarse directamente con los lectores y decirles, por ejemplo, que estoy buscando una mujer de cierta edad de Wisconsin que sea una votante indecisa. Eso lo puedo hacer a través del boletín y las redes; todo ayuda”.
Conseguir suscriptores es la parte difícil. Friedman prefiere pocos suscriptores interesados a una masa de gente que ni siquiera abrirá el boletín.
“Me gusta la idea de que es más probable que hagas algo si un amigo te lo recomienda”, dice. “Que yo diga: 'Oye extraño, debes suscribirte a mi boletín’ no sirve tanto como que un amigo te lo reenvíe diciendo que cree que te gustará”.
Si bien los boletines no son nuevos, están teniendo un gran regreso. Pell cree que siempre han sido “la app asesina” y que están volviendo por varias razones.
“El tema del spam se ha resuelto bastante, por lo que la gente ahora odia menos sus bandejas de entrada”, dice. A diferencia de las redes sociales, que pueden abrumar a sus usuarios, los boletines no se actualizan. “Siempre están donde los dejaste. El correo electrónico es más íntimo y personal”.
Terkel está de acuerdo. “Las personas están todo el tiempo mirando sus celulares y disfrutan de la comodidad de recibir información directamente en sus emails”.
Pell aconseja hacer un boletín “solo si te apasiona y si crees que la sensación de apretar 'enviar' vale las horas que invertiste en hacerlo”. Construir una base de suscriptores puede llevar tiempo, y las recompensas económicas y profesionales no están garantizadas.
Si bien a Terkel le parece una herramienta indispensable, Friedman aconseja no pensar en tu boletín como una herramienta de autopromoción.
"Debes tener en cuenta, tanto como te sea posible, que tu boletín no es para ti”, señala. "Pregúntate qué valor estás llevando a los usuarios”. Por último, Terkel sugiere ser coherente con los contenidos, para que el boletín se convierta en “parte de la rutina de tus lectores”.
Imagen con licencia Creative Commons en Flickr, vía Wayne Stadler. Imágenes secundarias de Amanda Terkel y Ann Friedman.