“Háblame de tus fuentes” y el secreto de una investigación redonda

بواسطة Luisa García Tellez
Oct 30, 2018 في Miscellaneous

Es la interacción con nuestras fuentes la que nos enseña a hacer periodismo. Convivir con el delicado poder de hacer pública una parte —hasta entonces privada— de la vida de alguien confronta todos los criterios que hayamos podido forjar hasta que nos toca decidir. ¿Dudas en el camino? Muchísimas seguramente. “Háblame de tus fuentes. Aprendizajes de veinte reporteros de investigación iberoamericanos” busca aligerar el peso de ellas. Lo intenta a partir del relato de valiosas experiencias de 20 reconocidos reporteros iberoamericanos, en torno a la generación de confianza, la cobertura de historias de dolor o la relación con los investigados.

Se trata de vivencias como esta que nos lleva a 12 años atrás y a Argentina… 165 kilómetros separaban a Gustavo Villarrubia de Chivilcoy, un pequeño pueblo al oeste de Buenos Aires. Necesitaba llegar cuanto antes y realizar, en tiempo récord, algo delicado: contarle a seis pobladores que, sin saberlo, habían sido parte de una investigación periodística suya, y que en realidad él no era un sociólogo italiano sino un reportero; y en seguida pedirles permiso para incluir sus imágenes (grabadas con cámara oculta) en un reportaje televisivo que debía emitirse en Chile al día siguiente. El reportero había pasado un año en aquel pueblo argentino, de encubierto. Fue tras la pista del hombre más buscado por la policía chilena: el alemán Paul Schaefer, acusado de tortura y abuso sexual de menores, entre otros delitos graves. Minutos antes de partir a Chivilcoy, Villarrubia y su equipo habían logrado que la Interpol efectuase la captura, una noticia que ya corría por toda Argentina.

Ninguno de los seis pobladores le increpó la mentira al reportero. Comprendieron y adujeron ellos mismos que conocer el objetivo podría haberlos puesto en peligro, pues los nervios o el susto los habría delatado ante Schaefer y sus guardaespaldas. Ellos aceptaron que sus imágenes se emitieran, aun cuando el reportero no tenía todas con él para mostrárselas. Los lazos de confianza que había forjado con ellos, a lo largo de meses, resistieron al peso de la confesión.

Crear ese tipo de lazos fue también el norte de una investigación hecha entre México y Estados Unidos:

“Señor, si hay una manera de que usted nos pueda explicar cómo pagó esta casa, le ayudamos [a evidenciarlo]”, solían decirles los reporteros Alejandra Xanic y David Barstow a los funcionarios sospechosos de haber recibido sobornos de la multinacional Walmart, que había buscado una rápida expansión en México. Los reporteros volvieron con estas personas tantas veces como fueron necesarias para eliminar el margen de error. Tiempo después publicarían una investigación redonda, ganadora del Premio Pulitzer en la categoría de periodismo investigativo (2013).

Y es que las investigaciones más logradas —esas a las que difícilmente alguien puede objetarle algo— son aquellas que han tenido detrás un genuino y constante esfuerzo del reportero por dar un trato justo a cada una de las personas que se convirtieron en sus fuentes. Se trata de una meta muy compleja de lograr. Y diría, incluso, que hacerlo una vez no garantiza el éxito en un segundo intento.

¿Qué lo hace tan difícil? Que son los detalles de cada momento los que nos hacen decidir. No hay recetas, se hace caso por caso, y lo que aplicamos en uno no será replicable en otro necesariamente. Gerardo Reyes, editor de Univisión Investiga, lo resumió así: “Yo siempre le digo a la gente que quiere escucharme que todas las discusiones de ética [y ella atraviesa todas las relaciones humanas] terminan en dos palabras: ‘todo depende’”.

Es un desafío, que unido a la presión de la competencia entre medios, nos complica a los reporteros, y mucho.

“Por eso yo defiendo tanto al editor, porque el editor me ayuda a pensar, me ayuda a blindar, me ayuda a no equivocarme”, sostuvo Jorge Cardona, editor general de El Espectador  de Colombia. Esa es una relación clave, también abordada en el libro, y que puede hacer una diferencia en el trato a nuestras fuentes.”Siempre he dicho que tal vez si la vida no me hubiera dejado el privilegio de ser editor, creo que ya no sería periodista”, contó Cardona.

En medio de nuestras dudas, contar con un editor como él sería genial. Recordar con qué criterios otros resolvieron situaciones similares, sería también de ayuda. Equivocarnos sería, entonces, nuestra última opción, pero con seguridad, la vía de aprendizaje más efectiva. Ni coincidir, desde la lectura, con el pensamiento de los entrevistados, ni haber realizado esta investigación por seis años, nos librará de los errores. Pero quizá sí nos ayuden a procesarlos mejor. Los invito a acceder aquí a “Háblame de tus fuentes”, a discutirlo y compartirlo.

Imagen con licencia Creative Commons en Flickr, vía Ubiqa.